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¿Por qué es mejor llevar la silla de los niños a contramarcha?

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SEGURIDAD VIAL

Técnico en sistema de retención infantil de la Fundación Gonzalo Rodríguez recomienda que los niños viajen en el sentido contrario hasta 4 años

Todos los martes y jueves la Fundación Gonzalo Rodríguez realiza los “puntos de chequeo” con un costo mínimo: los técnicos explican la correcta colocación de los sistemas de retención infantil (SRI) para que los niños viajen más seguros. La mayoría de quienes ocurren a estas instancias son los abuelos, aquellos que, por haber manejado durante muchos años en un parque automotor mucho menos denso, tienen una baja percepción del riesgo del niño dentro de un vehículo y acuden bajo la amenaza de no poder salir con sus nietos si no aprenden a usar correctamente una silla.

“El buen uso del SRI reduce hasta el 75% de las posibilidades de heridas graves y fatales. Pero si colocamos la silla a contra marcha esto se reduce hasta el 90% en caso de siniestro de tránsito”, apuntó Mathías Silva, gerente de capacitación de la fundación, a El País.

La colocación en el sentido contrario a la marcha ha evolucionado con los años. Antes se lo recomendaba hasta los nueve meses de vida y luego se pasó hasta los 2 años. Pero, según dijo Silva, la nueva disposición es que los niños viajen en esta posición “el mayor tiempo posible”, por lo que se debe elegir una silla que permita ser instalada de esta forma y que sea adecuada para su peso. La Sociedad Americana de Pediatría lo indica hasta los 4 años y en algunos países, como por ejemplo Suecia, ya está establecido por ley.

“La cabeza de los niños es más grande y pesada en proporción a su cuerpo. Por más que el niño esté bien colocado y tenga los arneses, en caso de una frenada brusca o impacto, la cabeza tiene un efecto látigo que genera lesiones cervicales de consideración. Pero si está mirando para atrás, toda esa fuerza no la absorbe el cuello, sino el respaldo de la silla”, explicó Silva.

En Uruguay, esto todavía no está establecido en la normativa; pero el gerente de la Fundación Gonzalo Rodríguez cree que lo será en los próximos años; además, sostuvo que el mercado se adaptará rápido a esta disposición internacional e importará modelos que se adapten a niños de mayor peso sentados en el sentido contrario de la marcha.

En agosto de 2020 se presentó un estudio sobre la utilización de los SRI en Canelones. Este reveló que de los niños pasajeros de entre 0 y 12 años, solo tres de cada 10 viajaba en una silla; mientras que dos de cada 10 usaban solo cinturón de seguridad. No obstante, entre estos últimos, al igual que aquellos que no utilizaban ningún elemento, “viajaban en situación de riesgo”. El cinturón de seguridad no proporciona la protección adecuada para los niños que miden menos de 1,50 metros de altura.

Entre los bebés menores de 1 año, el uso de SRI alcanzó el 64,3%; pero la cifra comienza a bajar a partir del año: 61,3% para los niños de 1 a 5 años y 14,4% entre los 6 y los 12 años.

Un estudio divulgado en diciembre de 2019 en Montevideo ya daba cuenta de esta misma situación: solo un tercio de los menores viajaba con SRI.

Entre los 6 y los 12 años, solo un 3,7% utilizaba una silla o booster. “Estamos acostumbrados a que los padres cuiden de sus hijos los vacunen para prevenir enfermedades como el sarampión o la gripe pero no en la seguridad del niño dentro del vehículo”, señaló Silva.

¿Qué sucede a partir de los 5 años que caen las medidas de protección? Es que los niños y los propios padres creen que ya están grandes para usar una silla. Pero eso es un error. No contar con elemento que los eleve del asiento hace que el cinturón de seguridad se posicione en zonas blandas como cuello y abdomen, lo que resulta ser peligroso en caso de impacto puesto que puede provocar serias lesiones.

No es lo mismo con un adulto que no alcanza los 1,50 metros de altura, puesto que su capacidad ósea y muscular ya se desarrolló de forma completa.

¿Y cómo se coloca una silla de forma correcta? ¿Y al niño? Sí, porque son dos partes; de nada sirve ajustar bien el SRI si el pequeño va mal sujeto.

Si el auto es un modelo de 2018 en adelante contará con los anclajes Isofix de fábrica. Esto facilita su instalación y limita el margen de error.

El sistema Isofix (antes solo previsto en autos de alta gama) está compuesto por tres puntos: dos de ellos están situados entre el respaldo y el asiento del vehículo a los que se conecta la silla por la parte posterior de su base y un tercer punto de anclaje destinado a evitar que la silla rote en caso de impacto.

Pero si no se tiene Isofix, habrá que cerciorarse de que el cinturón de seguridad inmovilice bien la silla o el booster. Si pellizca la tela del arnés y logra agarrar más de un centímetro, no está lo suficientemente ajustado.

Por otra parte, hay que quitarle al niño el abrigo más grueso.

También hay que revisar la fecha de vencimiento. En general, una silla que abarca más de un grupo de edad tiene una vida útil entre siete y 12 años, pero hay que verificar cuánto tiempo estuvo en el local. Por otra parte, no hay que comprar sillas de segunda mano puesto que no se conoce su historia. Cualquier impacto puede provocar microfisuras en el plástico que pueden ser internas. Si este fue el caso de una heredada o comprada, esta tiene reducido el nivel de protección.

“En caso de un siniestro, aunque haya sido menor, se recomienda cambiar el sistema de retención infantil”, exhortó Silva.

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