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Cómo manejar los miedos y frustraciones de los niños en época de clases virtuales

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niño llorando, duelo

PSICOLOGÍA

Para hablar de ansiedad en los niños hay que hablar de ansiedad en los adultos, algo que es normal que crezca en época de pandemia.

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Suena el despertador. Hoy un poco más tarde que ayer, porque la clase con la que arranca el día no es a las 8.30, como el resto de la semana. Lavarse la cara, vestirse – aunque las pantuflas pueden quedar puestas– , desayunar y conectarse a internet para un nuevo día deestudio en casa.

Isabella tiene 9 años y está en cuarto de escuela. Para hoy tenía que imprimir unas hojas que la maestra mandó como deberes, pero no tiene impresora: hubo que salir a buscar una y el problema quedó resuelto gracias a un familiar, por lo que no hubo llantos ni frustraciones. No los hubo esta vez, pero sí estuvieron por otros motivos en diferentes oportunidades, sobre todo el año pasado, cuando estudiar virtualmente era algo nuevo para todos. Hace unas semanas, igualmente, Isabella lloró porque no le funcionaba el Zoom, la plataforma a través de la que se conecta con sus docentes y compañeros. Hace un tiempo Isabella también se frustró porque no llegaba a tiempo para cumplir con todos los deberes.

Su mamá, María, hace todo lo que puede para que la situación sea llevadera, pero todo se suma: también trabaja en casa, mientras atiende los horarios y preocupaciones de su hija, se ocupa de una cachorra que desde hace unos meses llegó para alegrar la casa, piensa en el almuerzo que tiene que estar pronto para el corte que hacen en la escuela y un largo etcétera que toda madre o padre conocerá de sobra y que se volvió parte de una caótica rutina desde hace ya más de 365 días.

Ansiedad, preocupación, cansancio y miedo, entre muchos sentimientos y emociones más, afloran en chicos y grandes en una época marcada por la pandemia.

Las familias debieron reorganizarse porque cada día hay horarios que cambian, tareas que no fueron hechas, cosas que no se entendieron, se extraña a los compañeros y a la maestra, se añoran los cumpleaños de amigos, no se puede abrazar, jugar en el patio de la escuela es un recuerdo lejano. Muchos “no” que afectan y hay que saber comprender, para saber cómo pasar este mal rato de la mejor manera.

La psicóloga clínica de niños, jóvenes y adultos Fanny Berger dijo a El País que lo primero que hay que tener en cuenta en esta situación es que para hablar de ansiedad en niños hay que hablar de ansiedad en los padres y que es común que los adultos también la tengan en esta situación.

Home office: padre e hijo frente a la pantalla de la computadora
Home office: padre e hijo frente a la pantalla de la computadora

“Los niños son muy sensibles a la ansiedad de los adultos y estos, en este que es el segundo año de pandemia, con todos los cambios y los miedos que tenemos, a quedarse sin trabajo o a agarrarse el virus, transmitimos ese miedo a nuestros niños”, explicó.

Por lo tanto, es importante dar un mensaje claro a los más pequeños: que esta situación que hoy se vive pasará. También hay que tener en cuenta que “si bien este año los números son más altos que el año pasado, la situación es mejor porque ahora está la vacuna y en unos meses vamos a estar inmunizados”, sostuvo la psicóloga.

A la ansiedad y a los miedos no hay que negarlos, pero es primordial, detalló Berger, “explicarle a los niños qué es lo que está sucediendo, pero que existe una vacuna, que llevará unos meses para que mejore todo y que tenemos que seguir cuidándonos. Hay que hacerlos partícipes del tema si ellos preguntan, pero no estar todo el día hablándoles de esto”.

Tanto los niños como los padres se preocupan en determinados momentos cuando, por ejemplo, se pierde la conexión a internet o tienen algún problema de ese tipo que les impide seguir la clase con normalidad. Pero la psicóloga destacó lo más importante para rescatar en estos momentos: “Dentro de unos años, cuando estos niños sean jóvenes o adultos, lo que van a recordar de la pandemia es cómo la madre o el padre los contuvieron, los acompañaron y los sostuvieron”, señaló.

Y añadió que “no hay que entrar en esta exigencia posmoderna de ser todos perfectos. Está bien pedirles a los niños que cumplan con las tareas, pero si no las cumplen al 100% porque les cuesta la virtualidad, porque extrañan a la maestra o a los compañeros, hay que saber que todo el conocimiento y la información la van a adquirir igual con el tiempo. Pero de lo que se van a acordar es cómo los adultos los contenían, los ayudaban con los deberes. Los saberes los va a adquirir, aunque pueda llevar un tiempo, pero la gestión de las emociones, como el miedo, es lo más importante. Lo más importante, y lo que es la estructura de la personalidad de los chicos, es ver la manera en que los padres lo acompañaron, preocupados por la situación pero haciendo cosas para que el niño se sienta mejor. Los padres no son perfectos ni superhéroes, son seres humanos que enfrentan una realidad distinta, pero que eligen ver esto que nos pasa con un lente positivo y constructivo”.

Con las clases virtuales puede haber frustraciones, llantos, enojos. Pero es esencial que los adultos entiendan la situación y que transmitan un mensaje claro a los niños: lo que estamos viviendo es algo temporal y dentro de un tiempo se volverá a la normalidad. Volverán los recreos en el patio de la escuela, volverán los abrazos a las maestras, volverán las fiestas de cumpleaños con los amigos.

Distanciamiento físico, pero no emocional.

Berger recordó que en estos tiempos de clases en línea y virtualidad lo que se pierde es el contacto presencial, pero siempre hay alguna manera de resolver cómo mantener el contacto humano y afectivo. “Estamos ante un distanciamiento físico, pero no tiene por qué ser un distanciamiento emocional”, sostuvo. Y explicó que es común que los niños extrañen a su maestra y a sus compañeros y amigos.

La psicóloga señaló que, en el caso de los más chicos, las redes sociales y la tecnología pueden ser en estas circunstancias muy útiles: “Se puede pensar en invitar a un amigo a jugar por videollamada, por ejemplo. Si los chicos extrañan a sus compañeros, los padres pueden hablar entre ellos y organizar una llamada por Zoom, aparte de la que hacen en horario de clase con su maestra, que puede ser a la noche o algún fin de semana, para que ellos estén en contacto y pueden hablar y jugar por ahí”, dijo.

Aldana, por ejemplo, tiene 11 años y la emoción de cursar su último año escolar bajó un poco cuando a los pocos días del comienzo de clases debió volver a estudiar virtualmente por la pandemia. “Ser los más grandes de la escuela” es algo que, por ahora, no se va a poder hacer notar en los recreos, como ella y sus compañeros esperaron tanto tiempo, pero confían en que dentro de algunas semanas se pueda volver. Por estos días en que no ve a sus compañeros y amigos, Aldana se comunica con ellos fuera del horario escolar: más que nada usa la app de WhatsApp y contó que hace videollamadas casi todos los días.

Al igual que muchos de sus amigos, está deseando volver a las clases presenciales y contó que lo que más extraña son algunas actividades como, por ejemplo, las clases de canto que tenían todos los jueves.

La importancia de no esconder el miedo.

En época de pandemia los miedos se dispararon. Miedo a contagiarse, a morirse, algunos adultos temen perder el trabajo. Esos miedos son compartidos por adultos y por niños: “A esos miedos no hay que esconderlos, hay que nombrarlos y enfrentarlos, porque lo importante, más allá de que ese miedo sea grande o chico, es cómo lo gestionamos”, explicó Berger.

En cuanto a la angustia que puede generarse, señaló que “tiene que ver con un miedo muy intenso puesto en el cuerpo, que aprieta el pecho y también la garganta”.

Si los niños se angustian, “la forma de ayudarlos y de ayudarnos a nosotros mismos es ver por qué se disparó esa angustia, a qué es a lo que le tenemos miedo”, dijo.

Y aunque no desaparezca por completo, el miedo será cada vez menos si se sabe a qué le tememos y se habla de ello.

“Los padres tenemos que pensar que para criar hijos fuertes emocionalmente tenemos que darle la oportunidad de que puedan enfrentar las vicisitudes de la vida”, concluyó la experta.

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