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Mala Leche, un libro que expone a la industria

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Soledad Barruti. Foto: El País

SALUD

La periodista argentina reflexiona sobre los alimentos que consumen los niños y la comida hecha en casa.

En el año 2012, la periodista argentina Soledad Barruti se detuvo a ver qué comía su hijo. En ese entonces tenía 10 años y consumía muchos de los alimentos considerados “para niños” pero que en realidad eran una bomba ultraprocesada que no lo alimentaban realmente.

“Me di cuenta que cada año mi hijo de diez años comía su propio peso en azúcar. En realidad, el azúcar eran unos kilos más: unos treinta de dulce contra veinticuatro de niño”, escribe Barruti al principio de su nuevo libro editado por Planeta, “Mala Leche: El supermercado como emboscada”.

“Soy periodista y creo que uno de los temas más interesantes para investigar en este momento es la industria alimentaria y los comportamientos que hacen que nosotros creamos que alimentamos bien a nuestros hijos cuando no lo hacemos”, explicó a El País.

“Investigado me di cuenta de que estaba tomando las decisiones equivocadas a partir de un artefacto enorme que manipula nuestra información”, afirmó y aseguró que no se centró en la comida sana sino en procurar una alimentación con comida “adecuada”, donde lo sano está implícito.

“Mi forma de ver la alimentación tiene que ver con comida culturalmente adecuada, que no envenene territorios y que no tenga injusticias laborales alrededor. Por eso digo que no me interesa tanto la comida sino más bien el sistema alimentario, hay ahí un todo que analizar y lo que encontré es que el sistema alimentario está roto”, subrayó.

La argentina presentará este jueves a las 19:00 horas en el Hotel Dazzler, el texto, que surge de sus inquietudes como madre, y en el que trabajó durante cinco años, haciendo 200 entrevistas y viajando por Argentina y la región buscando detectar los potenciales problemas y las soluciones que se proponían en cada lado.

Su búsqueda la trajo a Uruguay donde observó un avance de los ultraprocesados pero también una respuesta: “Existe un paquete de medidas que se está encarando de una manera muy fuerte para hacer un rotulado frontal y limitar la publicidad”, sostuvo.

A la mesa

Barruti propone hábitos alimenticios que no son tan complicados: alejarse de las góndolas de galletitas, lácteos, comidas instantáneas, congelados y comidas procesadas en general y comprar ingredientes para elaborar en casa.

“Sigo bastante lo que dicen las guías alimentarias basadas en alimentos. Podés comprar frutas, verduras, pescado y cocinar en casa o recurrir a una cocina más familiar donde se incluyan los otros miembros para recuperar la alimentación como un evento sano y no como un evento que ocurre en plan industrial”, señaló.

Si bien tuvo una etapa vegana y su alimentación se basa en consumir plantas, no sigue un régimen de este estilo, sino que sus prioridades van en función de la forma de producción: “No consumo productos que no se correspondan con lo que vi o quiero en mi vida”, subrayó. No obstante, es consciente de que una cosa es la comida puertas adentro y otra es la alimentación social.

“Adentro de la casa hay ciertas reglas y normas respecto a la comida, afuera entiendo que somos seres sociales y que hay que cambiar a la sociedad para que todos comamos mejor”, sostuvo.

Actualmente, además de su hijo de 17 años, Barruti tiene una bebé a la que amamantará hasta el año y a la que se niega a darle papillas.

“Los bebés deben comer la comida que se come en el hogar, la idea de las papillas y la comida para bebés surge de una industria que condicionó nuestra vida de una manera muy perversa que es la de la fórmula y los alimentos artificiales”, La periodista asegura que fuera de la lactancia, la alimentación de su hija “es una oportunidad para que pruebe comidas diversas y todas de verdad”.

El libro

Mala leche, el supermercado como emboscada, no es el primer texto que escribe Barruti sobre este tema.

En 2013 la autora publicó Malcomidos, cómo la industria alimentaria argentina nos está matando, que se convirtió en un bestseller.

Sobre el título de su último libro Barruti comentó: “Mala leche es un juego de palabras: tiene que ver con la mala intención con la que se nos oculta información y a la que no se nos permite acceder cuando es súper necesaria para poder alimentarnos bien”.

Además, explicó que el mismo título dispara contra la industria láctea.

“Es el gran emblema de un reduccionismo alimentario hace que comamos cosas que no necesitamos y que es muy cruel y avasallante. Fue modificando un alimento que era adecuado y lo convirtió en distintos productos ultraprocesados”.

“Básicamente lo que resume el libro es que queremos una alimentación mejor y que la sociedad dispuso que la comida para niños tiene más azúcar, más colorantes, menos alimento”, concluyó.

MÁS

Cómo está la alimentación en Uruguay actualmente

En la producción de su libro Barruti recorrió distintos países de la región, entre los que estaba Uruguay. Sobre el estado de situación de nuestro país aseguró: “Voy a Uruguay todos los años desde hace unos 15 años y me impresiona mucho como fue creciendo el avance de los ultraprocesados. Por ejemplo en las rutas, los pueblos, voy a Rocha y lo que veo más tremendamente es la invasión de cartelería de los refrescos”. Además, afirmó que ha observado un crecimiento en la cantidad de establecimientos de comida rápida. Por otro lado sostiene que observa una tendencia a incluir alimentos ultraprocesados en los menú: “antes pedías papas fritas en un lugar y eran papas hechas fritas ahora son todas de bolsa, lo mismo con el puré o cualquier cosa, salvo que sean restaurantes donde se aclara que eso no es o la comida es muy casera o que son restaurantes muy buenos”, sostuvo. No obstante, asegura que en Uruguay hay muchos profesionales conscientes de la situación: “Están sumamente atentos a esto que está sucediendo y responden de la manera que hay que responder con leyes y guías alimentarias. Creo que Uruguay junto con Brasil tienen las mejores guías alimentarias de la región que están basadas en alimentos donde se recomienda a la población justamente consumir comida y no ultraprocesados”, destacó la autora argentina preocupada desde hace tiempo por un tema de todos.

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