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Una llamada por teléfono y una historia contada al oído: así es el proyecto de la biblioteca parlamentaria

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Erika, Pablo y Mónica, en la Biblioteca del Palacio Legislativo

CULTURA

Historias por teléfono, que el mes pasado llegó a 100 llamados, busca acercar a personas mayores de 60 años a la Biblioteca del Palacio Legislativo a través de la lectura de un cuento por teléfono.

Hay un lugar, arriba de la Biblioteca del Palacio Legislativo, que funciona como depósito de los libros que no tienen espacio en el salón principal. Allí hay una pieza, diminuta, que tiene una ventana por la que, en las mañanas, entra el sol. Tiene, también, una mesa, una silla, unos estantes y un teléfono. Ese es el sitio para las llamadas: porque allí hay tranquilidad y, sobre todo, porque allí hay silencio. Entonces, cuando les toca su turno, cada una de las 12 personas que forman parte de Historias por teléfono, suben a esa pieza, se sientan en la mesa, discan el número indicado y empiezan a leer.

Todo empezó durante la pandemia. Antes, la biblioteca parlamentaria tenía el proyecto Guardianes de la memoria, mediante el cual un grupo de adultos mayores visitaba el lugar, hacían algunas actividades y leían una historia. Pero, después, cuando ya nadie pudo ir a la biblioteca, empezaron a pensar en cómo continuarlo, en qué hacer para mantener a las personas cerca, en cómo no perder el contacto. “Ese es el objetivo de todo esto y no podemos perder el foco: acercar a la gente a la biblioteca”, dice Mónica Paz, directora de servicios bibliotecológicos. 

Así surgió Historias por teléfono: un equipo de 12 funcionarios y funcionarias de la biblioteca llama por teléfono a personas mayores de 60 años para leerles un cuento, un poema o, incluso, una novela. A comienzos de setiembre llegaron a las 100 llamadas. Hasta el 3 de octubre iban 118.

Erika Velázquez y Pablo Fleitas trabajan en la oficina de Extensión bibliotecaria, que, entre otras cosas, tiene como objetivo abrir y mostrar la biblioteca a la comunidad. Fue allí donde empezó a gestarse la idea. Vieron que otras instituciones ya habían hecho algo parecido y decidieron probar. Invitaron a todos los funcionarios que quisieran sumarse y, al principio, fueron ocho. Hicieron una lista de los cuentos y autores y autoras que creían que podían funcionar: textos que no fuesen ni demasiado tristes, ni demasiado extensos, ni demasiado angustiantes, textos que tuviesen algo para decir, textos que dejaran, en definitiva, algo bueno.

“Al principio eran, sobre todo, cuentos. Trajimos dos cada uno, alguna poesía, e hicimos una pequeña base de datos, nada ambicioso. La mayoría eran autores y autoras uruguayos y algún argentino”, dice Mónica. Después se puso en marcha y, en la medida en que las llamadas avanzaban y el proyecto crecía, se sumaron más personas al equipo. Entonces empezaron a entender algunas cosas: que, con los 15 minutos que habían estipulado que durara una llamada no era suficiente y que aquello no se trataba solo de contar una historia.

Diverso

Equipo de Historias por teléfono
Equipo de Historias por teléfono. Foto: Parlamento

Cuentos de Mario Benedetti, de Hernán Casciari o libros de Diego Fischer. Pero, también, fragmentos de la Leyenda Patria, de Juan Zorrilla de San Martín, o trozos de los textos que se leen y se estudian en las escuelas, novelas largas y otras no tanto.

Todo, después de que el proyecto empezó a andar, superó cualquier expectativa. Cada persona a la que llamaban para contarle una historia tenía, también, la suya propia y, las lecturas que pedían, muchas veces, tenía que ver con eso: con escuchar un texto que los llevara a algún lugar en el que hubieran estado, a algún momento del pasado al que quisieran volver.

agendarse

Cómo participar

Para recibir una llamada con una historia o para regalársela a alguien más, hay que llamar al 142, interno 2487 o enviar un mail a [email protected] y agendarse previamente. 

“Yo tengo la sensación de que la historia por teléfono en muchas oportunidades la recibimos nosotros. Porque, quieras o no, generás un contacto con la persona. Desde el momento en el que coordinás la llamada te encontrás con que hay gente que está predispuesta a contarte cómo está. Y desde ahí se empieza a generar un vínculo. Nos hemos encontrado con historias de vida”, dice Pablo.

Entre las llamadas, hay personas a las que les leen desde hace más de cinco meses, personas con depresión, personas que perdieron la visión, personas que están atravesando una enfermedad. Personas que, todas las semanas, se sientan a esperar a que suene el teléfono.

“Para nosotros es muy movilizador. No sabíamos al principio que nos iba a pasar esto. Pero nos ha pasado que nos cuentan cosas sobre su vida, muy privadas, cosas importantes. Y cuando cortás el teléfono, tenés que acomodar el cuerpo para poder seguir con las tareas de la biblioteca”, cuenta Erika.

Acomodar el cuerpo porque siempre, del otro lado, hay una respuesta, un agradecimiento, otra historia que vuelve.

Acomodar el cuerpo, como le pasó a Erika, una vez que alguien que vivía en el exterior se contactó para pedir que llamaran a su madre y les avisó que le gustaba mucho Francia. Entonces Erika la llamó. Eligió un texto sobre París. Al final, la mujer al otro lado del teléfono estaba emocionada y le dijo que, ahora, después de su lectura, estaba más cerca de conocer el lugar al que nunca había podido ir pero siempre había soñado con visitar.

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