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Laguna Garzón, un oasis deportivo

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Laguna Garzón. Foto: Mateo Vázquez

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Principiantes y expertos se reúnen cada día en un enclave natural con múltiples encantos

Al acercarse a Laguna Garzón, a poco más de 30 kilómetros de Punta del Este, el paisaje cambia completamente en relación al de la costa uruguaya. El polémico y a la vez pintoresco puente circular inaugurado en 2015 es lo primero que llama la atención, y más aún las decenas de velas coloridas que ondean en el cielo. Laguna Garzón, en las tardes de verano, es el lugar preferido de muchos deportistas que aprovechan varios factores para realizar una decena de deportes acuáticos, no muy comunes en otros lugares.

Kitesurf, windsurf, catamarán, kayak y stand up paddle (una especie de tabla de surf en la que el deportista rema parado y ha ganado adeptos en los últimos años), son algunos de los deportes que se pueden practicar, o ver desde la cima del puente.

Estos deportes, no tan populares y también exclusivos, por los costos que tienen los equipamientos para comenzar a desarrollarlos, se pueden practicar libremente en la laguna.

Es que en el límite entre Maldonado y Rocha hay algunas condiciones que lo hacen especialmente atractivo, como la naturaleza, la tranquilidad y el viento, que generalmente, a la mañana, se comporta un poco más tranquilo, ideal para principiantes, y por la tarde aparece con mayor intensidad, favorable para aquellos que dominan los deportes náuticos y quieren desafíos.

El puente diseñado por el arquitecto Rafael Viñoly, una postal del lugar. Foto: Mateo Vázquez
El puente diseñado por el arquitecto Rafael Viñoly, una postal del lugar. Foto: Mateo Vázquez

"El agua y la energía del lugar abren la mente. Uno entiende un poco más lo qué es la naturaleza, hablando un poco más filosóficamente", afirma Sebastián Delafond, instructor que trabaja en uno de los dos centros de deportes náuticos que hay en las orillas de la Laguna Garzón.

Trabas y desafíos.

Los deportes náuticos resultan tan atractivos como difíciles de practicar, al menos para quienes empiezan de grandes. Pero más allá de su complejidad, que los especialistas dicen que puede sortearse, también los precios pueden ser una traba para hacerlos.

La escuela de Laura Moñino, atendida por su dueña, una deportista reconocida en los deportes náuticos, y A Pura Vela,en la que trabajan los deportistas olímpicos Pablo Defazio y Mariana Foglia, son dos de los lugares en los que una persona puede tomar clases o alquilar equipos. El alquiler de un kayak o una tabla para practicar libremente durante una hora cuesta alrededor de 30 dólares. Para hacer windsurf, kitesurf o catamarán, los precios oscilan entre 40 y 60 dólares por la misma cantidad de tiempo.

El colorido de las velas se integra al paisaje natural. Foto: Mateo Vázquez
El colorido de las velas se integra al paisaje natural. Foto: Mateo Vázquez

Para tomar clases, los precios varían según cada deporte y la cantidad de tiempo que requiera el aprendizaje. Una sesión de 45 minutos para hacer windsurf cuesta 50 dólares, mientras que para practicar kitesurf, que al menos requiere de cuatro jornadas, cuesta 450 dólares. Por fuera de estos centros, si un deportista dispone de sus propios materiales puede acercarse al lugar y hacerlo sin costo."La regla número uno en el agua es ayudar al de al lado. La colaboración y la camaradería es esencial", cuenta Laura. Así anima a experimentar con estos deportes no tan populares en Uruguay a quienes no lo han hecho. Adrenalina y conexión con la naturaleza son aspectos que los deportistas destacan como atractivos para aquellos que deseen tirarse al agua.

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