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Guitarras creadas por fanáticos con cortadoras láser

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Foto: Sinergia Tech

Un taller en Montevideo de 45 días enseñó formas disruptivas en la fabricación de instrumentos.

Esta es la prueba de fuego", anuncia Gonzalo Zipitría, vocalista de Boomerang, desde un escenario compuesto por cuadrados de colores en el piso y localizado en un espacio que parece ser más un galpón de un ingeniero que una sala de conciertos. Alejandro mira desde el público, pero su atención no está en el frontman de la banda. Sus ojos, fijos, se encuentran detenidos en las manos de Luis Angelero, el guitarrista. "Ahora sí, vamos a ver si pasa el examen", propone la voz de quien ya no es más que un mero narrador de una relación que se está sucediendo entre Angelero y este hombre que lo mira, parado.

La banda se prepara. Los músicos tienen experiencia: tocaron en el Centenario para miles de fanáticos que esperaban ver a los Rolling Stones, pero nunca nadie los observó tan detenidamente como Alejandro. Ya pasaron varios temas esa noche, en esa sala que no está hecha para que sus melodías suenen bien. No importa, se conocen entre ellos y conocen sus instrumentos. Menos Angelero: esa guitarra que está en sus manos es hija de Alejandro, un hombre que no sabe tocarla pero que la imaginó, la diseñó y la creó gracias a un taller industrial que brindó SinergiaTech y que finalizó hace una semana.

Desde Sinergia quisieron universalizar la fabricación de guitarras que, hasta ahora, solo podían hacerlas las grandes industrias. Tras el taller de un mes y medio en este polo creativo, se realizó un toque en el que Alejandro pudo ver a un guitarrista profesional hacer debutar a su obra.

"Se puso al alcance de un hobbista una capacidad de producción que hasta el momento estaba reservada en planos industriales", asegura a El País Juan Manuel Petrissans, director de Sinergia Tech Academy.

Ahora sí. Suena el bajo de Pablo Mendoza que indica el comienzo de "Coloque", Zipitría empieza el verso: "la noche pide amanecer" y ahí entra, sin problemas, la guitarra de Alejandro. La escucha por primera vez arriba de un escenario "por alguien que sabe tocar", dice mientras la observa.

El público aplaude. Zipitría agradece, Alejandro sonríe y Angelero se acerca al micrófono. "¡Espectacular la viola, eh!". Los aplausos se vuelven más fuertes. El grupo de alumnos señala al creador y gritan: "Es de él, es de Alejandro". El entusiasmo es compartido. Todos los que pasaron por el taller observan con los mismos ojos ese debut. El vocalista lo apunta y pide que los aplausos ahora sean para él, el responsable de ese instrumento.

"Suena y suena" aclara.

La banda se prepara para el siguiente tema y sólo quedan dos para cerrar. Alejandro, que ahora parece distendido, les dice a sus compañeros que "esa fue la prueba de fuego". Alguien le pregunta a Rafael Mateo, el profesor del taller: "¿y, aprobó?". Rafael no duda: "aprobó".

Se escuchan los primeros acordes de "Reproche" y esta vez Alejandro ya no fija su mirada. Decide empezar a disfrutar, saca su celular y graba como un padre a su hijo cuando se disfraza y baila en la fiesta de fin de cursos.

Foto: Sinergia Tech
Foto: Sinergia Tech

MÁS EXPERIENCIAS.

La lutería es una práctica que se asocia a lo artesanal, a la transformación de la madera y al trabajo con las manos. Rafael Mateo tiene 26 años, hace nueve que realizó su primera guitarra, se enamoró del proceso y se fue a Brasil a estudiar. Hoy sabe construir 20 tipos de instrumentos, y esta es la primera vez que da una clase. También es la primera vez que utiliza tecnología para elaborar una guitarra.

En este proceso aprendió a entender lo que denomina como "la máquina" y cree que ésta no le quita trabajo al artesano: "hace lo principal, el corte exacto donde van las piezas.

A Rafael le gusta desafiar las tradiciones y por eso aprueba la intervención. Tampoco cree que la tecnología le pueda sacar el trabajo al artesano o al profesor, y ve en esta experiencia una alternativa a quiénes se quieren acercan a la lutería pero no tienen ni el conocimiento, ni la disponibilidad para hacerlo.

A los 17 años creó su primera guitarra por curiosidad, porque ya había hecho una bici de madera y tenía ganas de hacer algo más. Sólo un año más de lo que él tenía ahí tiene uno de sus alumnos, Federico. Empezó el curso porque le gusta tocar desde chico y porque a pesar de tener varias guitarras, quería hacer una que fuese única. Esa posibilidad se la daban las herramientas en Sinergia Tech, como por ejemplo poder grabarla con un láser.

Juan, que tiene 24 y también es guitarrista, empezó el taller porque no sabía nada de madera, no tenía el conocimiento, y el láser le permitía saltearse el paso inicial de "darle a un bloque de madera hasta conseguir una forma". Pero no deja de ver su marca y el trabajo de sus manos en esa pieza que creó. Dice que finalmente encontró su guitarra: "la hice yo, le elegí la forma yo, la lijé, la lustré, pensé en sus micrófonos, le di paciencia y dedicación".

Ya es el final de "Reproche" y Zipitría agradece y felicita a los alumnos por el resultado del taller. Mira a Alejandro y continúa: "capo, gracias por la viola". "Gracias a ustedes", afirma Alejandro. Angelero la hace sonar por última vez en ese escenario y lo hace al ritmo de "Si me da igual". Ahora Alejandro, mientras graba con su celular, habla con sus compañeros, se ríe y disfruta de la música. Ya terminó la prueba.

Foto: Sinergia Tech
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