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La fuente de la eterna juventud

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Foto: Shutterstock

CIENCIA

Ejercitarse hace que el cuerpo de las personas mayores se asemeje al de los jóvenes.

Quizás no sea la fuente de la eterna juventud, pero mantenerse activo a través de los años ayuda a conservar el cuerpo joven y saludable. Dos investigaciones publicadas ayer muestran que aquellos adultos mayores que se han ejercitado a lo largo de su vida logran mantener su musculatura, órganos y sistema inmune muy similares a los de una persona de menor edad.

“Hipócrates, en el 400 a.C., dijo que el ejercicio es la mejor medicina del hombre; pero su mensaje se ha perdido con el tiempo y somos una sociedad cada vez más sedentaria”. Así lo explica la doctora Janet Lord, directora del Instituto de Inflamación y Envejecimiento de la Universidad de Birmingham (Inglaterra), y autora de uno de los trabajos publicados en la revista Aging Cell.

Aún cuando los estudios se centraron en adultos que practican ciclismo, el efecto sería posible encontrarlo en una persona que hace otros tipos de ejercicios o, incluso, que camina lo suficiente todos los días. “Creemos que cualquier persona que haga un buen nivel de ejercicio debería ser capaz de frenar el envejecimiento”, precisó a “El Mercurio” de Chile la doctora Lord.

“Ahora tenemos pruebas contundentes de que alentar a las personas a comprometerse con el ejercicio regular a lo largo de sus vidas es una solución viable al problema de que estamos viviendo más tiempo, pero que no siempre somos más saludables”, dice.

Mejora sistémica.

Para las investigaciones, hechas en paralelo, se reclutó a 125 ciclistas aficionados de 55 a 79 años -84 hombres y 41 mujeres-, a quienes se les pidió recorrer determinadas distancias en un tiempo definido. Personas fumadoras y aquellas con hipertensión u otras condiciones de salud fueron excluidas del estudio.

Luego, los participantes se sometieron a una serie de pruebas en el laboratorio y se compararon con un grupo de adultos que no realizan actividad física regular. Este grupo estaba constituido por 75 personas saludables de 57 a 80 años, y 55 adultos jóvenes sanos de 20 a 36 años.

En ambos estudios los resultados muestran que no había pérdida de masa muscular ni de fuerza entre los adultos que andan en bicicleta. En ellos tampoco aumentaron los niveles de grasa corporal o colesterol con la edad, y los niveles de testosterona en los hombres se mantuvieron altos.

Se sabe que la masa muscular es un factor fundamental para tener un buen metabolismo y quemar calorías. Al disminuir la cantidad de músculo aumenta el riesgo de patologías como diabetes tipo 2, artritis, infartos, e incluso cáncer.

“El ejercicio es un factor protector para una serie de situaciones y su beneficio es sistémico”, enfatiza Alejandra Arriagada, kinesióloga y académica de la Universidad de San Sebastián, para quien estos estudios suman más evidencia sobre la importancia de mantenerse activos, a cualquier edad. “Los beneficios también se obtienen desde lo socioafectivo; hay actividades que ayudan a generar lazos, sentirse activos e integrados, sobre todo en los adultos mayores”, precisa.

Algo sorprendente, según Lord, es que el estudio reveló que el ejercicio también ayuda a que el sistema inmune no envejezca.

El timo, órgano donde se generan células T (imprescindibles para una buena inmunidad), comienza a encogerse y producir menos células T a partir de los 20 años. En el estudio, sin embargo, los timos de los ciclistas estaban produciendo tantas células T como las de una persona joven.

Para el doctor Ross Pollock, investigador del King’s College de Londres y otro de los autores, el mensaje es claro: “Casi todos pueden participar en un ejercicio que se ajuste a sus propias capacidades fisiológicas”.

“Encuentra un ejercicio que disfrutes en cualquier entorno que te guste y haz un hábito la actividad física. Obtendrás las recompensas en tu vida posterior, disfrutando de una vejez independiente y productiva”.

Moverse más.

Llevar una vida activa no solo implica ir al gimnasio o practicar un deporte: un estudio publicado el año pasado en la revista The Lancet precisa que bastan 30 minutos diarios de actividad física moderada a intensa, como hacer el aseo o caminar al trabajo, para conseguir efectos beneficiosos en el organismo.

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