MEDICINA

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Hace nueve años que Karolina Vezzoso trabaja como enfermera en el Instituto de Cardiología Integral (ICI), un IMAE cardiológico que atiende a personas de instituciones públicas y privadas de todo el país con la financiación del Fondo Nacional de Recursos. En este tiempo ha asistido innumerables veces a uno de los momentos más difíciles de su carrera: ver el miedo en la mirada de los niños que están a punto de ser sometidos a una operación cardíaca. Pero hay un instante preciso de la internación que es el más duro: el recorrido que debe hacer el paciente sin sus padres por el corredor que lo lleva al quirófano.

“Somos extraños que los llevamos a un lugar extraño mientras los padres se quedan atrás. Empiezan a llorar, no los quieren dejar. Te parte el alma. Cantamos, les pedimos que lleven un juguete. Intentamos distraerlos en ese recorrido. Pero mamá y papá no están a su lado y es una cirugía al corazón que se asocia con los sentimientos. Ves el miedo en sus ojitos”, expresó Vezzoso.

Varias preguntas le empezaron a rondar en la mente a la enfermera. ¿Qué se podría hacer diferente? ¿Habría una forma en la que los niños sintieran que están en otro mundo y perdieran el desasosiego? Vezzoso encontró la respuesta en la realidad virtual y creó la empresa Blin.

Vezzoso ideó una plataforma de realidad virtual para mejorar la experiencia de los niños en tratamientos médicos: una historia inmersiva por la que no adviertan lo que puede atemorizarlos de su alrededor.

La historia que ven los niños se llama Chispitas de Dragón, la que fue escrita por Vezzoso y desarrollada por la empresa Locomotion. Cuenta las travesuras de un dragón mágico que está en busca del bebé de los sueños porque hay que regresarlo con su mamá. El relato acompaña el traslado del paciente hacia la sala de operaciones. Por ejemplo, la recorrida en camilla es para el niño un viaje sobre el lomo del dragón y el ingreso al quirófano es la entrada a un mundo de hielo. Vezzoso describió que los niños exclaman con fascinación que están “tocando la nieve” y, de esta forma, el frío de la sala “deja de ser agresivo”.

La progresión de la historia es manejada por una aplicación que tiene la enfermera en un dispositivo para que ella ejecute las transiciones en el momento en el que suceden determinados eventos en el plano físico. Ese vuelo con Chispitas se mueve conforme al movimiento o los cambios reales de la camilla.

“El niño escucha música más relajada y le caen estrellitas que lo tocan, pero somos nosotros que lo estamos monitorizando. Cuando el niño se pone una máscara de un animal, somos nosotros que le estamos colocando la mascarilla. Interactuamos con el paciente y vamos hablando sobre la historia”, apuntó Vezzoso.

Al momento de dormirse, el niño viaja junto a Chispitas al reino de los sueños y, por lo tanto, no hay un final. Ese es uno de los próximos pasos que quiere dar Vezzoso con Blin. El final ya está escrito y las voces ya fueron grabadas, pero todavía no fue programado por falta de financiamiento. “Al otro día los niños preguntan cómo terminó la historia”, dijo.

¿Pero qué impacto ve el personal del ICI en los niños que son asistidos por realidad virtual? Según relató la creadora del sistema, los pacientes se sienten “más tranquilos” durante el traslado hacia el quirófano y así se despiertan luego de la operación. “No te cuentan que tuvieron miedo. Les cambia la mirada. Quieren ver de nuevo la historia”, comentó a El País.

Desde la gestión de la idea a su implementación en el ICI transcurrieron aproximadamente dos años. Vezzoso contó con el apoyo del Programa de Innovación en las Industrias Creativas de la Agencia Nacional de Investigación e Innovación. El organismo aportó casi $ 250 mil. El ICI también colaboró.

Blin está siendo usado por los pacientes del ICI desde el verano. El objetivo de Vezzoso es que pueda extenderse a otros centros hospitalarios para cualquier tipo de cirugías.