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Del desarrollo de videojuegos a un libro infantil sobre el Parque Rodó

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gonzalo frasca

LITERATURA

Gonzalo Frasca editó su primer libro en Uruguay sobre el tradicional paseo montevideano; tiene nueve títulos publicados en Noruega

"El parque está harto de no tener vacaciones y se pone a rodar hasta que cruza a la rambla. Es un viaje muy cortito pero van pasando cosas”, adelantó Gonzalo Frasca sobre la historia mínima que cuenta su primer libro para niños editado en Uruguay (o en “Uruguay nomá” como se lee al inicio).

El día que el parque rodó no es su primer libro infantil. Sí llama la atención porque Frasca es un reconocido diseñador de videojuegos, en particular, por su trabajo en DragonBox, una serie innovadora para aprender matemáticas con juegos e historias que se utiliza en escuelas de Finlandia, Noruega y Francia.

Allí es coautor de más de una decena de libros de textos y tiene nueve cuentos para niños publicados en Noruega. Solamente este era un paso que no había dado en su país.

Escrito por él e ilustrado por su amigo Horacio Cassinelli, El día que el parque rodó es una historia que mezcla su experiencia personal en ese rincón montevideano ?“Mi padre no me compraba churros porque decía que me tendrían que operar del hígado”, recordó? y como ávido lector de cuentos para su hija que pronto cumplirá 5 años.

gonzalo frasca
Ilustración de Horacio Cassinelli

“Para mí (escribir un cuento) no es tan distinto a hacer un videojuego. El libro también es tecnología, solo que tiene características distintas, pero el público y los desafíos creativos son los mismos”, dijo a El País.

El Parque Rodó atrapa al catedrático de videojuegos y ahora escritor. “En el imaginario de un niño uruguayo es el sueño del pibe o de la piba no imposible”, comentó. Es un paseo pensado para todo la familia que, en realidad, no tiene porqué generar ningún gasto. El lago, la playa, el Museo Nacional de Artes Visuales, el castillito, el parque, “subir a las canteras y tirarte” son espacios que todos disfrutan. “Es un micromundo. Urbanísticamente es de los pocos lugares que están hechos a escala del niño y de la familia. No hay tantos lugares con esa riqueza. Allí es todo usable. Es muy pragmático y muy poco solemne”, relató. Ni que hablar del “level up”, es decir, la mejoría de categoría cuando se deja de ir al Parque Rodó de los chicos y se comienza a ir al Parque Rodó de los grandes. “Es un rito de pasaje, al menos, para el montevideano”, afirmó.

En la decisión de ponerse manos a la obra con Cassinelli, radicado en París, fue el deseo de hacer “algo tangible”, algo que “perdure” y forme parte de la biblioteca de su hija y del resto de los pequeños. “Me parte el alma ver libros impresos de forma tan barata que no duran una infancia”, apuntó.

También, por supuesto, influyó la pandemia que suspendió algunos proyectos y dio tiempo para otros.El día que el parque rodó fue editado por Frasca en conjunto con su hermana y su cuñado, propietarios de la librería infantil Libruras. A partir del martes se lo encuentra en otros locales gracias a la distribución de Escaramuza.

La historia tiene muchas referencias que, según Frasca, están para ser descubiertas en sucesivas lecturas del niño y por lectores de diferentes edades. Algunos piques: está escondido el retrato de Carlota Ferreira pintado por Juan Manuel Blanes o la estatua de Confucio o Iemanjá o hasta un Batman en un cuadro de Torres García. “Para Horacio siempre fue una obsesión los libros cargados de imágenes con referencias que vas encontrando a medida que vas creciendo o que vas descubriendo. Nos gustaba hacer algo surrealista, medio mezclado”, definió Frasca.

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