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David Guetta fue el alma de la fiesta de la movida esteña

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Aunque la noche amenazaba con algún chubasco, finalmente nada arruinó la fiesta a las miles de personas (15.000, según los organizadores aunque parecía menos) que se arrimaron al Club de Fútbol Punta del Este a bailar en el Movistar Punta del Este Summer Festival y de paso ver a su atracción principal, David Guetta.

El francés subió a escena 20 minutos después de lo agendado (a las tres menos diez de la mañana) y en hora y media repasó sus éxitos ante un público convencido de antemano.

El show fue seguido con entusiasmo por unos cuantos que desplegaron coreografías más o menos apropiadas; otros tantos que se movieron con la displicencia de un marido obligado a bailar en un casamiento, y por espectadores que aportaban esporádicos brazos levantados como recordando para qué habían sido convocados. Eso sí, cada uno a su manera, todos parecían pasarlo bomba.

La audiencia era variada. El público objetivo deberían ser los veinteañeros que salen a bailar y son los que más lo disfrutan apiñándose lo más cerca de su ídolo. De ahí para arriba el entusiasmo empieza a decaer a medida que uno se va alejando del escenario, y aunque hay señores y señoras mayores que conocen las canciones y las bailan apropiadamente, la mayoría de las parejas de cuarentones para arriba movían las cabezas a una prudente distancia del artista.

Las VIP, o sea las entradas más caras (alrededor de 275 dólares) o donde se ubican los invitados estrellas, están en unas carpas al fondo y allí la cosa se puso bastante animada. Entre los famosos —todos argentinos— que se pudieron identificar estaban Valería Mazza y su esposo Alejandro Gravier, Esmeralda Mitre y el suyo, Darío Lopérfido y Nicole Neuman y "Poroto" Cubero.

Aunque algunos veteranos medio fundamentalistas quieran verlo como un asesino del rock, el éxito de Guetta está basado en su respeto al formato más tradicional. Lo suyo, para empezar, fue un recital, no un baile e incluyó todo el repertorio de arengas localistas, canciones con estribillos y bien diferenciadas unas de otras, efectos visuales en el escenario que incluían humo, algún fuego artificial y fugaces llamas, y unas pantallas de altísima definición que seguramente fueron de lo más impactante de la noche.

Guetta es un showman y arma el baile con solo mover las manos. No queda claro cuál es realmente su papel musical en el evento que parecía limitarse a mover un par de perillas con efectos de dudoso gusto, tomar agua, aplaudir u ordenar a la parcialidad que levante las manos o las mueva de un lado para otro. La gente no se fija en esos detalles y acompaña y conoce las canciones, incluyendo las de Listen, su último álbum que es el que está presentando.

El Movistar Summer Festival incluyó varios Djs más en dos escenarios. En el PESF 4G (una carpa al costado del escenario principal), se presentaba una forma menos comercial de la música bailable, más tribal y repetitiva que a mucha gente le pareció, por lo visto, más atractivo que el número principal. El argentino Hernán Cattaneo, una estrella por sí mismo, movió a las masas e incluso durante el recital de Guetta, el estadounidense Green Velvet hacía lo suyo a carpa llena. Los dos son muy buenos.

En su tercera visita a Punta del Este, Guetta—que 12 horas después de cerrar su set tocaba Guaraparí en el estado brasileño de Espírito Santo— dio lo que se esperaba de él. Muchas canciones, mucho baile, unos efectos visuales de primera división, todo para dejar a un montón de gente loca de la vida.

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