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Los Comodines de Dios Momo

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Foto: Francisco Flores

Aniversario en partida doble

La murga inclusiva de TAITA llevó globos al desfile inaugural del Carnaval por sus 15 años

El almuerzo en el Taller Artístico Integral de Trabajo Arte Sano (TAITA) se alteró un mediodía de 2015. María José esperaba el arranque del ensayo con la murga Comodines en el comedor, pero se desvaneció, y al llegar la emergencia supieron que le había dado un ACV. Estuvo un mes en coma y los médicos no daban esperanzas a su familia. María José tiene una discapacidad motriz genética y es una de las 23 personas a las que la marcha camión le regala felicidad en cada clase del taller, y arriba del escenario.

Despertó 30 días después contra todos los pronósticos, y lo primero que hizo fue preguntarle a su madre qué hora era. Quería saber si llegaba a tiempo para ensayar con la murga. Le pidió el celular para ver si había mensajes de sus compañeros. “La mamá nos decía, ‘ahora me doy cuenta de que la murga es terapéutica”, cuenta Mónica Nipoli, fundadora y directora de TAITA.

Comodines recibió el premio Delmira Agustini por su aporte a la cultura nacional en noviembre de ese mismo año, y no había persona mejor para ir a buscar la medalla de manos del presidente Tabaré Vázquez que María José. Escribió el discurso ella de puño y letra, y plasmó el sentimiento de pertenencia que genera esta murga integrada por gente con síndrome de Down, parálisis cerebral, o autismo.

“Me dormí muchos días y los médicos no creían que me fuera a despertar. Pero me desperté porque soy un comodín”, le dijo al doctor Vázquez en el acto realizado en el Sodre.

El espectáculo 2019 irá dedicado a las 15 primaveras que celebra la murga este año. Martín “Laucha” Sacco, director de Comodines, preguntó al grupo qué le sugerían los 15 años y disparó una extensa lluvia de ideas. No hay nada definido pero barajan la opción de hacer un cuplé sobre las clásicas fiestas de 15, que la murga esté juntando plata para irse de viaje, la tirada de huevos y harina, o una conferencia de prensa donde se muestren agrandados y evalúen la chance de no salir en Carnaval.

Cooperativa.

Comodines tiene los condimentos típicos de toda murga: es un grupo fuerte, unido y crítico que prioriza el humor en cada cuarteta. Al que falta mucho al ensayo siempre están por echarlo, y los cinco minutos de descanso son innegociables. La diferencia es que aquí se toma agua, y no alcohol en los recreos.

Los trajes se trabajan con tiempo pero se prueban a último momento, un clásico entre carnavaleros. El taller de diseño se encarga de armar el vestuario durante las clases de marzo a diciembre, y se desarrolla en coordinación con el director responsable para estar alineados con el espectáculo.

En esta murga cooperativa cada uno aporta su granito de arena para poner pienso. Los trajes se reciclan de un año para el otro y así ahorran costos. “Durante mucho tiempo pedimos a los papás una colaboración para hacer los gorros, luego empezamos a recurrir a la cuota matrícula que se paga por año para los materiales”, cuenta Mónica.

Cuando Laucha aterrizó en TAITA 10 años atrás se encontró con un grupo “re lindo y consolidado. Siempre están contentos a la hora del ensayo, cosa que en las otras murgas a veces no pasa. Te reciben con un clima festivo y están dispuestos a cantar, hacer lo que se marque, y tirar ideas”, dice el actual director.

Ensayan una vez por semana durante todo el año y lo que sobra entre estos artistas son ganas. Esta murga se acopla a las necesidades de cada integrante para que todos puedan participar: hay dos chicas con parálisis cerebral cuyas sillas de ruedas se bipedestan para que logren cantar paradas en el escenario.

“Tenemos alumnos que no hablan, y aunque no pueden cantar colaboran desde el pienso, la letra, qué se quiere decir, o cómo hacer un chiste”, dice Mónica, y aporta otro ejemplo de cooperación de este staff.

Metas.

“No discriminen a las hormigas que trabajan noche y día y no pueden ver la aurora/no discriminen a la chicharra si no quiere laburar y se pasa ringui ranga”, decía la canción final titulada Discriminación compuesta años atrás por José Luis, principal letrista de Comodines. La hizo sobre base de una canción de Creedence, y se convirtió en un himno para este grupo humano.
Comodines debutó como invitada especial en el concurso de Murga Joven, y participó con ellos en varios escenarios sin concursar porque lo esencial entre ellos es divertirse. “Si pasamos bien van a salir cosas buenas”, les repite siempre Laucha.

Cinco años atrás y con la mayoría de los componentes con más de 29 años, Estela y Mónica decidieron que era hora de “madurar y despegarse de Murga Joven”: se acercaron a DAECPU con material de ensayos y actuaciones. “Lo vieron, los escucharon y nos dijeron, ‘queremos que estén en el desfile inaugural’”. Y así fue.

Hace un par de años se instaló una costumbre: post desfile hay comilona en TAITA. El padre del platillero de la murga tiene carnicería y les facilita el asado. “Se quedan dos o tres padres preparando el fuego y cuando llega la murga está todo pronto. Vienen las familias y compartimos entre todos”, cuenta Laucha.

Tres años atrás hicieron realidad otro gran sueño: cantar en el Ramón Collazo, el templo de Momo. Sucedió en el marco de la apertura de un evento de Murga Joven pero ellos ya lo habían anticipado en una vieja retirada. En épocas en que Zulma Lobato cantaba, “hasta Tinelli y el Maipo no paro”, la murga Comodines adaptó esa estrofa para su conveniencia y entonó “hasta el Teatro de Verano no paro”. Así sucedió y “fue lo máximo”, según Mónica.

Qué bien se siente el calor del escenario

Ernesto Guerrero era fanático del Carnaval e iba cada febrero al tablado con sus compañeros de liceo. Era hincha de la murga Contrafarsa porque ahí salía su máximo referente y además vecino de Colón, “Pitufo” Lombardo. Conocía a los murguistas de Comodines porque era alumno de otros talleres de TAITA, así que fue a verlos a uno de los tantos desfiles por 18 de Julio en los que participaron en el marco de Movida Joven, y Fernando Paleo, exdirector y fundador de Comodines, le dijo, ¿por qué no te sumas?’ Dejó la tribuna para desfilar esa vez y no hubo quien lo moviera de Comodines.

Jamás se imaginó como componente de una murga, y de un día para el otro pasó a ocupar todos los roles en este grupo cooperativa. Disfruta de cantar y escribir por igual. De sus letras rescata un cuplé inspirado en las carreras de bicicletas que veía en su barrio en tiempos donde había subido el combustible, y otro titulado “Saca chispas”, donde recordaba la pose de “protestón” y peleador en la tierna juventud.

Ernesto es, además, “tremendo agitador de bañaderas y gran cupletero”, según “Laucha” Sacco, director de Comodines. Se dio el lujo de interpretar a Artigas sobre el escenario del Teatro de Verano en un cuplé dedicado a personajes vivientes de Uruguay. Usó un traje de una obra teatral que Laucha rescató de su placard. “Me decían Don Pepe y todo”, se ríe al recordar.

Dice que los talleres de TAITA cambiaron su vida, y cuando entró a la murga no quiso moverse de ahí. “Me permite conocer la vida bohemia”, y espera ansioso que se concrete algún tablado este febrero porque “ahí te encontras con gente del ambiente”.

“Lo que más me gustan son las actuaciones, sentir el calor de la gente en el escenario y cómo te aplauden cuando te ven venir”.

Veinte años de consumir arte para sanar

Mónica Nipoli y Estela Ureta trabajaban en un proyecto con discapacitados que bajó la persiana 20 años atrás, y decidieron unirse para armar algo propio que usara el arte como promotor de salud. Así nació TAITA, un espacio donde personas discapacitadas encuentran el artista latente que tienen dentro “de tanto bucear”. Los 80 alumnos tienen talleres para todos los gustos: murga, percusión, ensamble musical, títeres, danza, yoga, diseño artístico, cerámica, serigrafía, y cocina. De allí salió el grupo de teatro autobautizado Ponete Incómodo con obras redactadas por ellos mismos que dejan manifiesta su problemática en la sociedad. “Una se llamaba ‘La puerta angosta’ y era sobre una chica que iba en silla de ruedas a buscar trabajo y no pasaba por la puerta para entregar su CV”, relata Mónica Nipoli. La Taita Merello Band funciona hace cinco años y sacó su primer disco. Antes se llamaban Taita Latas porque a falta de instrumentos usaban ollas para tocar.

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