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Científicos lograron que las ratas jueguen a las escondidas

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Rata. Foto: Konstantin Hartmann

CIENCIA

Científicos de la Universidad de Humboldt, Berlin, entre los que hay un uruguayo, lograron que las ratas jugaran a las escondidas y sacaron conclusiones sobre la repercusión del juego en el cerebro. A partir de este estudio se abren nuevas avenidas de investigación sobre el juego el comportamiento.

Es una de las diversiones más antiguas de la humanidad. A los niños en la Grecia milenaria les encantaba jugar a las escondidas y según los relatos y descripción realizados por el escritor Julius Pollux en el siglo II, disfrutar de apodidraskinda –así lo denominaban– había alcanzado amplia popularidad. A partir de ese origen se difundió por el mundo, con algunas variantes pero sin perder su esencia y con diversidad de nombres.

Todos saben que la manera apropiada de jugar a las escondidas es siguiendo normas simples y estrictas. Por ejemplo, los participantes no pueden cambiar de rol a mitad del juego. Además, quien se esconde debe permanecer en el lugar que eligió hasta que lo encuentren.

Pero ha surgido un hallazgo que asombra. Un grupo de científicos de la prestigiosa Universidad Humboldt de Alemania –entre los que se encuentra el bioquímico uruguayo Juan Ignacio Sanguinetti Scheck– descubrió en un experimento que las ratas pueden aprender con rapidez las reglas del juego, adaptarse con facilidad a cambiar de rol y, por lo se pudo evaluar, les gusta este pasatiempo con la gente.

El valioso significado del estudio –que trasciende el análisis de las reacciones en los animales y abre perspectivas para conocer eventualmente como el juego ayuda al cerebro a aprender de manera flexible y abordar aspectos de la toma de decisiones y la motivación– indujo a los responsables de la revista Science –la publicación de referencia internacional en temas científicos– a difundir la descripción, desarrollo, resultado y conclusiones de la labor del equipo de expertos. La investigación ha tenido repercusión mundial (ver aparte).

“En el laboratorio hace tiempo estamos interesados en el juego”, señaló Sanguinetti Scheck, quien integra el equipo que llevó a cabo la investigación junto con Annika Stefanie Reinhold, Konstantin Hartmann y Michael Brecht.

Sorpresa.

Para la investigación que difundió Science, el equipo de científicos acondicionó un espacio de 30 metros cuadrados en el que colocaron refugios de cartón y una serie de cajas fabricadas con plástico transparente y opaco. Establecieron siete escondites para las ratas y tres para uno de los regentes del experimento.

Resulta infrecuente estudiar el cerebro como lo hicieron en este experimento, porque la neurociencia procura tener control sobre las condiciones y los estudios. Los científicos lograron en un inusual experimento de neurociencia que las ratas corrieran en un espacio enorme para ellas, tuvieran comportamientos complejos y mostraran que se divertían.

Las ratas preferían esconderse en las cajas opacas como si se escondieran para mantenerse en esa situación y no ser encontradas. Al ser descubiertas, con frecuencia salían corriendo para volver a esconderse, prolongando el juego. Al seguir escondidas, demoraban la recompensa, porque les gustaba jugar.

Las ratas aprenden a jugar al escondite. Parte 1. Video: Annika Stefanie Reinhold, Juan Ignacio Sanguinetti-Scheck, Konstantin Hartmann y Michael Brecht.
Ratas aprenden a jugar al escondite. Parte 1. Video:
A. Reinhold, J. Sanguinetti-Scheck, K. Hartmann y M. Brecht.

El experimento comenzó con una rata dentro de una de las cajas con tapa. Cuando la rata salía a buscar, el científico participante cerraba la caja y se escondía. Luego, la abría por control remoto. La rata sabía que era la señal para salir de la caja y buscar al científico. Cuando lo encontraba, recibía como recompensa caricias o cosquillas, en lugar de comida.

Permanecían en silencio cuando estaban escondidas y vocalizaban sonidos imperceptibles para los humanos cuando salían a buscar. Los científicos no tenían forma de acceder a esos sonidos ni motivar a las ratas para que los hicieran. Los roedores desarrollaron dos formas de vocalizar en las dos situaciones.

La idea para esta investigación surgió de YouTube. “Siempre buscamos formas diferentes de encarar el estudio del juego en animales y nos inspiramos en en la cantidad de videos que existen en YouTube de dueños de mascotas jugando con estas”, indicó Sanguinetti Scheck a El País desde Berlín.

“Es un verdadero tesoro. Todo el mundo tiene una cámara digital en el bolsillo y eso a los que estudiamos el comportamiento de animales nos da acceso a una variedad increíble de situaciones. Hay videos de dueños jugando a las escondidas con sus mascotas”, añadió.

Sobre la base de esa fuente de inspiración, se plantearon el desafío de enseñarle a las ratas a jugar a las escondidas. Y quedaron sorprendidos por la facilidad que mostraron para aprender el juego. “Resultó más fácil de lo que pensábamos. Pudimos enseñarle a jugar desde la perspectiva de dos roles: del que se esconde y del que busca. Todas fueron capaces de cambiar de un rol a otro”, agregó.

Respecto del motivo por el que las ratas se escondían en las cajas opacas, el científico explicó que “en cierta forma siguen las reglas del juego. Nos da ciertas indicaciones de que este tipo de juego nos permitirá entender si las ratas toman la perspectiva de la situación. Creemos que intentan no ser vistas.

Es una forma de entender las reglas del juego. En el trabajo decimos que esa preferencia no la tienen cuando ellas son las que buscan, sino solo la manifiestan cuando se esconden. Cuando salen a buscar, el comportamiento es distinto: frenéticamente exploran el ambiente y buscan al otro participante”.

El hecho de que volvieran a esconderse revela a los científicos que “en cierta forma evitan la recompensa e intentan continuar el juego, que empieza a ser divertido. Creamos la hipótesis de que juegan por jugar y no por la recompensa. Si no, tomarían la recompensa”.

Las ratas aprenden a jugar al escondite. Parte 2. Video: Annika Stefanie Reinhold, Juan Ignacio Sanguinetti-Scheck, Konstantin Hartmann y Michael Brecht.
Ratas aprenden a jugar al escondite. Parte 1. Video:
A. Reinhold, J. Sanguinetti-Scheck, K. Hartmann y M. Brecht.

El juego.

Sanguinetti Scheck indicó que “la justificación de lo que hacemos es que el juego como tema de investigación es muy interesante e importante por varias razones. Es lo que hacen muchos animales así como todos los mamíferos. Se ha estudiado mucho desde el punto de vista del comportamiento, pero es un poco incomprendido desde el punto de vista neural y de qué pasa en el cerebro cuando se juega”.

“Por otro lado, el juego y el comportamiento libre de los animales, que parecen no tener una resolución u objetivo inmediato, son muy importantes para el desarrollo de capacidades sociales y cognitivas. Esto en humanos también es relevante como en el caso de los niños para desarrollar las capacidades sociales y cognitivas. No tenemos claro cómo el juego da forma al cerebro y cómo prepara al cerebro para ser adulto”, señaló el científico.

“También está relacionado a algunas enfermedades que se vinculan con la disminución de capacidades cognitivas o problemas en capacidades sociales. Es la justificación de porqué abordamos el tema del juego y cómo repercute en el cerebro”, añadió.

Comportamiento.

Sanguinetti Scheck enfatizó con convicción que “nos interesa mucho el juego como algo que da forma al cerebro y lo ayuda a aprender de forma flexible”.

Destacó que el juego con las ratas abre varias posibles avenidas de investigación. “Podemos usarlo para estudiar otras cosas que hacen las ratas”, advirtió. “Por ejemplo, es un juego de toma de decisiones. El animal tiene que decidir dónde se va a esconder, dónde y cómo va a buscar. Todo eso es significativo para la neurociencia. Encontramos un paradigma donde la rata toma estas decisiones en el momento en que debe hacerlo. Por la toma de decisiones, por estudiar la motivación y como esta se mantiene durante el juego, nos parece que este paradigma tan libre permitirá estudiar el verdadero comportamiento del cerebro”.

El estudio abre perspectivas amplias a los científicos. “Con este paradigma tenemos la posibilidad de estudiar cosas más precisas en neurociencia como, por ejemplo, la toma de decisiones y la motivación”, apuntó. “El laboratorio también está interesado en encontrar los circuitos neuronales que controlan los comportamientos. Parte del laboratorio está dedicado a encontrar esos circuitos y tener más precisión biológica sobre cómo se da el comportamiento en el juego”.

El bioquímico estimó que la investigación “puede ayudarnos a entender qué partes del cerebro controlan el comportamiento del juego y eso eventualmente nos va a informar cómo se da en los humanos”.

Repercusión: de Estados Unidos a Egipto

La investigación que desarrolló el equipo de la Universidad Humboldt de Berlín fue elegido por los responsables de la revista Science para su última edición, en la que le dedicó un amplio espacio complementado por infográficos que ilustran las distintas etapas del experimento. En el sitio web se incluyó un video del juego.

La investigación y sus resultados alcanzaron repercusión mundial, lo que confirma el valor de lo logrado por el equipo científico y las perspectivas que abre para futuros estudios.

Medios de comunicación de diferentes partes del mundo recogieron los detalles de la investigación y hablaron con miembros del equipo. Las agencias de noticias EFE de España AFP de Francia y DPA de Alemania lo difundieron al mundo entre sus numerosos abonados, en tanto también recibió extensa cobertura en los diarios ABC y La Vanguardia de España; The Guardian del Reino Unido, Le Monde y Le Nouvel Observateur de Francia y Los Angeles Times de Estados Unidos, entre otros. En todos esos casos lo hicieron en sus sitios digitales y en las ediciones impresas. También abordaron el estudio la revista The Atlantic y la televisora CNN de Estados Unidos, así como diarios de Rusia.

Juan Ignacio Sanguinetti Scheck fue entrevistado desde lugares tan distantes entre sí, como una radio de Nueva York, el diario Folha de Sao Paulo y medios de Egipto.

Dedicado a la ciencia, docencia e investigación.

Juan Ignacio Sanguinetti Scheck, de 34 años, licenciado en Bioquímica por la Facultad de Ciencias de Uruguay y con una maestría en el Pedeciba, reside en Berlín desde hace seis años, donde hizo el doctorado que defendió como culminación en abril de este año. Desarrolla su labor científica en el ámbito de la Universidad Humboldt, un prestigioso centro de estudios, reconocido en el mundo.

Asimismo enseña en una escuela de verano de avanzada en neurociencia en Rumania, a la que concurren estudiantes de doctorado y posdoctorado. Buscan desmitificar algunas tecnologías en neurociencia para que más gente tenga acceso a las mismas. Quiere acercar ese centro a Sudamérica.

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