"Me sacaste mi valor, mi privacidad, mi energía, mi tiempo, mi seguridad, mi intimidad, mi confianza, mi voz, hasta hoy". Estas son las palabras que le dirigió una mujer estadounidense a un hombre que desconoce, un año después de que abusó de ella.

"El sábado 17 de enero de 2015 estaba en casa. Mi padre  había cocinado y estábamos en la mesa junto a mi hermana que había venido a visitarnos por el fin de semana. Estaba trabajando a tiempo completo y había planeado quedarme en casa, mirar televisión y leer un poco, mientras ella iba a una fiesta con sus amigas. Pero como era mi única noche con ella y no tenía nada mejor para hacer dije ¿por qué no? Entonces decidí acompañarla a esta fiesta a diez minutos de mi casa, total, sería un rato para bailar gracioso y avergonzar un poco a mi hermana".

Hasta acá una situación de una noche promedio para muchos jóvenes. Pero este el primer párrafo de una carta de 12 páginas que cuenta otra historia.

"Lo siguiente que recuerdo es que me desperté en una camilla en un pasillo. Tenía vendas y sangre coagulada en mis manos y codos. Pensé que tal vez me había caído. Estaba tranquila y quería saber dónde estaba mi hermana. Un encargado me dijo que habían abusado de mi. Me mantuve calma, y le aseguré que no podía ser (...) Cuando finalmente me dejaron usar el baño, me bajé los pantalones del hospital y quise bajarme mi ropa interior pero no sentí nada. Todavía recuerdo la sensación de mis manos tocando mi piel, y encontrarme con nada. Miré y efectivamente no había. La única pieza de tela entre mi vagina y todo el resto, no estaba. Un silencio me invadió. Aún hoy no tengo palabras para explicar ese momento". 

Esta sí es la historia que cuenta la joven. No trata de un relato de una noche que le cambió la vida. Es la voz sincera de una mujer que cuenta cómo el abuso sexual la transformó. El aislamiento, la inseguridad y la angustia de haber sido manoseada por un hombre que desconoce y por un grupo de abogados que un año después siguieron cuestionando su palabra. 

En enero de 2015 Brock Turner, un joven estudiante de Stanford, fue a la misma fiesta que ella. Esa noche, más tarde, fue encontrado por otros dos estudiantes atrás de un contenedor encima de el cuerpo semi desnudo de la mujer. La joven estaba inconsciente. Él salió corriendo y la dejó allí tirada. Ella se despertó al otro día en un hospital con la noticia de que la habían violado. Turner no se reconoció culpable, alegaba que ella había accedido a irse con él, ella no podía recordar nada.

Ese sería el inicio de un año crudo, no sólo por el impacto interno que tiene un caso de abuso sino también porque esta joven de 23 años debió enfrentar cómo un grupo de personas intentó desvalorizar su palabra para "salvar" a un hombre que la había tratado como un mero objeto. En enero de este año ella y él se volvieron a encontrar en una corte. Él con un relato reversionado y ella con una carta.

La joven narra todo lo que sintió en esos 365 días. Desde "la necesidad de sacarse su cuerpo, como quien se saca una campera, y dejarlo tirado allí en el hospital" hasta la actitud enaltecida de reclamar sólo que él reconozca sus hechos. Incluso, comprende que él haya sufrido, pero le pide que entienda que el sufrimiento es de ambos, que esa noche los cambió a los dos: "tu daño es concreto, te quitaron títulos, grados y tus estudios. Mi daño es interno. No se puede ver. Lo llevo conmigo". 

Luego del juicio Turner fue encontrado culpable. En marzo lo condenaron a seis meses en una cárcel dentro de su condado, con posibilidad a reducir su condena por buena conducta. Muchos quedaron perplejos ante esta decisión.

Sin embargo, el viernes pasado Buzzfeed publicó la carta completa que presentó ella durante ese juicio de enero. La razón de la leve condena se desconoce. Pero su historia y sus palabras no. 

Si quiere leer el texto completo en inglés, haga click aquí. 

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