La pantalla se puede torsionar para controlar el equipo; sus creadores dicen que en cinco años la tecnología podría estar presente en un producto comercial.

Un grupo de investigadores de la Universidad de Queen, en Canadá, creó el ReFlex, un prototipo de un smartphone flexible. Usa una pantalla OLED de LG, combinada con el hardware estándar de un teléfono con Android 4.4, y una serie de sensores que detectan cuando la pantalla se curva.

Dependiendo de la curvatura, el aparato generará un cambio en la interfaz: desde pasar las páginas de un cómic digital a estirar la honda con la que tira un pájaro en el Angry Birds. Los creadores creen que en cinco años podríamos ver productos comerciales.

El concepto no es nuevo: además de la línea Flex de LG (teléfonos que son levemente flexibles, aunque por protección, y no con una función adicional), son varias las compañías que vienen trabajando en esto. En 2011, Nokia presentó un prototipo muy similar al canadiense, con sensores que detectaban cuando se torsionaba el cuerpo para disparar una acción, y Synaptics (que fabrica los sensores de touchpads de notebooks, de pantallas para celulares y para sensores biométricos) también tenía un prototipo similar en 2010.

En ambos casos, sin embargo, la diferencia era que la pantalla se mantenía rígida, lo que le quitaba flexibilidad general al teléfono. El otro punto es que lo que definirá realmente la posibilidad de que un equipo así esté en el mercado es que el resto de los componentes también se pueda curvar, sobre todo la batería y los circuitos, si no se pueden dejar en alguno de los extremos del teléfono.

Un grupo de investigadores de la Universidad de Alberta, para poner un ejemplo reciente (y coterráneo al del ReFlex) presentó este mes una técnica para crear circuitos impresos sobre un film, un paso clave hacia la creación de electrónica flexible. Todavía, sin embargo, falta recorrer un largo y sinuoso camino.

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