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Bosques del Pirineo aún conservan rastros de erupción de volcán de hace 300 años

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Naturaleza

Los bosques centenarios de alta montaña del Pirineo aún conservan rastros químicos de erupciones volcánicas lejanas, como la del volcán Timanfaya (Lanzarote) en 1730 o la del Tambora (Indonesia) en 1815, según un estudio.

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Foto: Pixabay

En este estudio, que revela el registro químico del cambio climático y de episodios globales en los bosques de la Península Ibérica, ha participado la profesora de la Facultad de Biología de la Universidad de Barcelona (UB) Emilia Gutiérrez.

El trabajo, publicado por la revista Science of the Total Environment, revela que el rastro químico de los gases que liberaron a la atmósfera estas erupciones volcánicas se puede identificar hoy en día en los bosques más antiguos de coníferas de los Pirineos.

En concreto, erupciones como las del volcán Timanfaya, en Lanzarote (archipiélago español en el Atlántico) -una de las más fuertes en España por su duración hasta el 1736 y por el volumen de materiales expulsados-, y el Tambora -uno de los episodios volcánicos más grandes que ha habido, que condujo al 'año sin verano' de 1816- desprendieron cantidades enormes de hierro que modificaron la composición química de los anillos anuales de crecimiento de los árboles pirenaicos.

Según el artículo, el estudio del registro de los anillos de crecimiento de los árboles (dendrocronología) podría ayudar a conocer la frecuencia y la intensidad de los fenómenos volcánicos en la era moderna.

El estudio, dirigido por la experta Andrea Hevia, investigadora del Centro Tecnológico Forestal y de la Madera (CETEMAS) de Asturias (norte), ha analizado los cambios temporales de la composición química en los anillos anuales de crecimiento de los árboles centenarios de los Pirineos.

Gutiérrez explicó que, por primera vez, se ha podido analizar los efectos del cambio climático sobre los ciclos de nutrientes en los bosques, y confirmó que los bosques pirenaicos pueden registrar la huella química de episodios a escala global, como las erupciones volcánicas en lugares remotos, y los efectos de las emisiones de gases a la atmósfera desde la Revolución Industrial.

"La información registrada por estos árboles que crecen a altitudes superiores a los 2.000 metros es representativa de los cambios globales, ya que su crecimiento no está influenciado por los efectos de las actividades humanas locales", señaló Gutiérrez.

Los expertos han aplicado una nueva metodología que analiza los cambios atmosféricos en los últimos 700 años -con resolución anual e incluso estacional- a partir del análisis de los anillos de crecimiento de los árboles.

Entre otros resultados, el estudio revela un incremento del contenido en elementos como el fósforo, el azufre y el cloro a partir del 1850, cuando se inicia la Revolución Industrial en Europa.

También han analizado datos de elementos químicos esenciales en el desarrollo de la madera, como el calcio.

"La fijación de estos elementos en los anillos de crecimiento de la madera se ha visto además favorecida por el aumento de las temperaturas a escala global", remarcó Andrea Hevia. 

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