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Alimentos para la industria

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Los aceites sirven contra las bacterias. Foto: Commons

De la mesa del hogar a repelentes de insectos y calzados.

Ingredientes naturales como el limonero, el clavo, la canela, el romero y el tomillo podrían utilizarse como agentes activos antimicrobianos y repelentes de insectos más sostenibles y saludables en las industrias de alimentación, calzado y plástico

Así se desprende de los primeros resultados del proyecto Inorcap, en el que han aunado esfuerzos los institutos tecnológicos del Calzado (Inescop) y del plástico Aimplas, y Ainia Centro Tecnológico, con el apoyo del Instituto Valenciano de Competitividad empresarial (Ivace) y del Fondo Europeo de Desarrollo Regional (FEDER).

Estos principios activos naturales con propiedades antimicrobianas y/o repelentes de insectos han sido seleccionados con la finalidad de obtener microcápsulas multifuncionales de elevada resistencia mecánica y térmica, que puedan ser usadas en procesos industriales de extrusión de alimentos, plásticos y de calzado.

Los aceites esenciales y sus componentes tienen una gran relevancia como agentes potenciales para controlar la proliferación de microorganismos, debido a sus propiedades tanto antimicrobianas, frente a hongos, levaduras y bacterias, como repelentes de insectos y por su baja toxicidad.

El proyecto Inorcap tiene como objetivo dotar a los sectores de alimentación, plástico y calzado y sus industrias relacionadas de materiales e ingredientes que mejoren la calidad de sus productos dotándoles de alto valor añadido y haciéndolos más saludables para los consumidores.

Calzado.

En el caso del calzado, la incorporación de agentes antimicrobianos naturales permitiría la lucha contra los microorganismos causantes del mal olor de forma efectiva y evitarían así problemas de higiene y salud del pie, contribuyendo al confort y bienestar de manera segura para el consumidor y el medioambiente.

En alimentación, la utilización de extractos naturales como el limoneno (la sustancia que da su característico olor a los cítricos), carvacrol (produce el olor del orégano), eugenol (de la nuez moscada o la canela) o timol (del tomillo), con capacidad antimicrobiana en la industria alimentaria, supone una respuesta a la demanda de los consumidores por productos más naturales.

Además, ofrece una alternativa para la prolongación de la vida útil de los alimentos sin necesidad de incorporar aditivos de conservación químicos, así como en el diseño de nuevos productos.

Para la industria del plástico, el uso de extractos naturales de plantas es una buena solución para el desarrollo de nuevos tipos de envases funcionales. Algunos extractos de plantas como pomelo, canela, rábano y clavo, entre otros, se han incorporado con éxito a diferentes tipos de envases demostrando su acción antimicrobiana y repelente de insectos.

El proyecto Inorcap, con una duración de dos años, además de la selección de compuestos naturales para la conservación de productos, en su primera fase, ha trabajado en la identificación de los recubrimientos y las técnicas de microencapsulación más adecuadas para que resistan las condiciones de presión y temperatura.

Los alimentos vienen estudiándose cada vez con mayor profundidad. En el mundo, ya hay innovación tecnológica para predecir la vida útil de los alimentos.

En España investigan nuevas metodologías que permitirán predecir la vida útil de los alimentos poco perecederos, según informó el portal español Interempresas.

La ciencia detrás del kétchup.

La física que estudia el movimiento de los fluidos explica por qué es tan difícil sacar la salsa de una botella de cristal en su dosis justa y sin inundar el plato, publicó el sitio elespañol.com, en otra vinculación entre alimentos y productos naturales y ciencia. El kétchup sirve a algunos científicos como ejemplo de lo que técnicamente se conoce como fluidos no newtonianos, indica el sitio. En su obra Philosophi naturalis principia mathematica ("Principios matemáticos de la filosofía natural"), publicada en 1687, Isaac Newton establecía que los fluidos como el agua y otros líquidos se mueven a una velocidad proporcional a la fuerza aplicada, a través de una constante denominada viscosidad, designada con la letra griega . Sin embargo, hay fluidos rebeldes que tienen una viscosidad variable, dependiente del esfuerzo aplicado: a fuerza cero su viscosidad es infinita, pero una vez que la fuerza justa logra moverlos, el aumento de su velocidad puede llegar a hacerlos fluir como el agua. La reología, ciencia que estudia estos fenómenos, se centra en la viscosidad de fluidos y su movimiento. Lógicamente no se concentra en saber cómo cae esta salsa; una de sus aplicaciones está en el tratamiento de aguas residuales o de los lavados de la minería.

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Los aceites sirven contra las bacterias. Foto: Commons

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