Publicidad

"Yo trato de vivir alegremente"

Compartir esta noticia
Meta: "que Shakespeare no sea para eruditos".
Tadeo Jones

La notable intérprete argentina se presenta hoy en el Teatro Solís.

Sobre Las metamorfosis, de Ovidio, publicó Shakespeare, hacia 1593, Venus y Adonis, que esta tarde Norma Aleandro interpretará en el Teatro Solís. "Es un texto muy particular de Shakespeare, es una situación que sucede en un momento preciso, que es cuando Venus quiere tener relaciones y está en un estado pasional muy grande con Adonis: pero Adonis no responde, no quiere saber nada, quiere seguir cazando, está en plena cacería.

Y es ese amor y esa pasión, y ese rechazo permanente que se desarrolla durante un rato, hasta que ellos de alguna manera se van contando cómo son. Y se van contando qué les pasa, en la medida que uno quiere conquistar al otro y el otro huir a cazar. Adonis desprecia al amor, lo detesta, porque según él trae complicaciones. Y ella quiere que le abra el corazón, para poder poner su corazón en el pecho de él, que es finalmente lo que logra", adelanta la diva argentina.

Aleandro no esconde la emoción que le produce presentarse una vez más en Montevideo: "Esta oportunidad me permite volver a verme con el público uruguayo en algo muy bello, que es esta forma de presentar a Shakespeare", afirma, evocando sus actuaciones en esta ciudad, cuatro décadas atrás: "Yo había ido a Uruguay con diferentes elencos, cuando era más chica, pero el recuerdo más hermoso fue en el Teatro Circular, cuando Mario Morgan me obligó a armar un unipersonal. El Circular y su gente tienen para mí un peso muy grande. La gente de ese teatro me recibió con los brazos abiertos, y también en un exilio, que fue muy pocos meses después. Tanto Morgan como la gente del Circular me recibieron y me dieron cobijo, como tantos uruguayos. De ahí que cuando me hablan de Uruguay como país extranjero, yo digo no. No para mi corazón".

—En el Festival Shakespeare de Buenos Aires le han dado un nuevo reconocimiento. ¿Qué significa otro premio para usted actualmente?

—Esos reconocimientos son siempre bienvenidos y agradecidos, pero para mí el premio más grande es que la gente vaya a ver las cosas que hago, que le interesen, ya sea drama o comedia, que vaya a reírse, a divertirse, a verse, a identificarse. A poder mirar con telescopio lo que suele mirar demasiado de cerca, o viceversa: mirar realmente con una lupa lo que habitualmente se ve de lejos. Eso es lo que creo el teatro hace, y eso es lo que trato yo de hacer, y cuando realmente me presento, lo que deseo es que el público lo pase bien, en este caso con Shakespeare.

—¿Sigue sintiendo nervios cuando entra a escena?

—No son nervios. El otro día me lo preguntó una chica joven, que está estudiando teatro, justo antes de entrar yo a escena, me preguntó si tenía miedo. Y no, no es miedo, no tengo los síntomas del miedo: son otros síntomas y son muy divertidos. Se parecen más a un corredor de larga distancia, o a lo que un tenista debe de sentir antes de salir a hacer lo que tiene que hacer. Es una subida de adrenalina muy grande, unas ganas enormes de salir, y finalmente salira hacerlo. Correr como los caballos, exactamente.

—¿Con los años, las herramientas actorales mejoran o se resienten?

—Eso lo tiene que decir el público. No sé si mejoro o empeoro, pero lo que sí sé es que amo hacer lo que hago y por eso lo sigo haciendo. Es un trabajo que es un privilegio. De los privilegios que tenemos los seres humanos; supongo que ser periodista también es una aventura, y seguramente no se va a cansar nunca de hacerlo. Lo tendrán que sacar a patadas para que se vaya: a mí también.

—¿Se cuida mucho la salud?

—¿La salud? Yo trato de vivir alegremente, creo que es la mejor manera de ayudar a la salud. A veces alegremente no es tan saludable, a veces sí, pero trato de vivir alegremente y la gente que me rodea vive así. Tratamos de vivir alegremente, y van pasando los años, y veo que no estaba tan mal.

—¿Siente el peso de los años?

—No. ¿Usted dice el peso? Cada día más pequeña, con mi marido decimos "somos chicos que hemos vivido muchos años". Pero seguimos siendo chicos, por suerte.

—¿Y tiene nostalgia de algo?

—No, al contrario. Me están pidiendo las fotos que necesitan para Canal Encuentro, de antes, de cuando era más chica, de jovencita. Me da una pereza: primero porque tengo pocas, porque voy tirando. Un día mi hijo me dijo: "¿cómo vas a tirar eso? Dejámelo para mí". Pero no, no soy nostálgica, no me gusta mirar lo hecho. La verdad que no.

—¿Qué recuerdos tiene de su padre, Pedro Aleandro, como actor?

—Mi papá yo no sé si era tan buen actor o no. Pero es un ser humano tan excepcional, y de pronto hacía cosas que yo ahora las veo en cine, algunas me gustan, otras no tanto. Me pasa lo mismo con mi madre, y conmigo misma. No me ciego. Pero lo que sí siempre veo en él es un ser excepcional como ser humano. Nos dejó a mi hermana y a mí una herencia enorme: ni un peso. Nos dejó gente que hasta el día de hoy me para para decirme: "lo que me ayudó tu padre". Era un ángel laico, una persona que amaba al género humano.

—¿Y qué consejos le daba en el plano actoral?

—Ninguno. No solo ninguno: era tan fanático de mí, que yo no lo podía tomar en cuenta. Para él yo siempre estaba genial. Lo cegaba el amor. No así a mi madre, pero a él sí. No podía guiarme por él para una crítica. Me pasa a veces con mi nieto. Uno a veces no puede.

—Todo este revuelo del caso Nisman, ¿usted lo vivió como un episodio más de la política argentina?

—Yo no creo que sea un episodio más para nadie, ni para la política argentina ni para nadie. Algo que sucedió de esta manera, que no sabemos todavía exactamente cómo fue, pero que está lleno de misterios, y no teatrales precisamente. Es muy terrible lo que está pasando: ojalá la Justicia pueda investigar y llegar a entender qué pasó con este hombre. Haya tenido o no razón, no me importa. De verdad, no me interesa. Me interesa lo que le pasó.

—Usted, ¿a qué distancia está hoy de la política?

—A la misma de siempre. Yo no pertenezco a un partido político, porque no soporto que alguien me diga lo que tengo que pensar. Nunca lo soporté. Y cuando arriesgué, lo hice por mi cuenta. Y cuando tuve que irme al exilio, fue por decir algo que en general no se decía. Era la época de Isabel Perón, estaba yendo gente presa, la "chupaban", como se decía, desaparecían (no se decía esa palabra porque todavía no se usaba), y no me importaba de qué partido eran o a quién respondían. Estaba sucediendo: y una cosa era lo que hacía la guerrilla (que yo estaba en desacuerdo), pero era gente que se lanzaba por su cuenta, y otra cosa lo que hacía el Estado.

El Estado no puede hacer lo mismo que la guerrilla. No puede luchar como una guerrilla. Entonces esas diferencias yo las contaba alegremente en los reportajes. Y eso, casi me cuesta la vida. Y me costó una vida, porque perder el lugar donde uno nació y se crió, ese vacío siniestro que se produce, realmente, uno no existe como ciudadano, es terrible. Aunque esté en un país tan bello como Uruguay, y luego España. Es una muerte civil siniestra.

Meta: "Que Shakespeare no sea para eruditos"

Hoy, a las 17 horas, en el escenario mayor del Teatro Solís, Norma Aleandro dará vida a Venus y Adonis, en una velada que promete mucha emoción. En ella también se hará entrega del Premio Shakespeare, que recibirá Estela Medina de manos de Aleandro, finalizando así esta primera edición del Festival Shakespeare Uruguay, que comenzó el pasado martes con la presencia del actor inglés Michael Pennington en la Sala Verdi.

En el recital de Aleandro intervendrán también Paola Venditto y Rogelio Gracia, leyendo textos de Shakespeare y Borges, y Cristina García Banegas, con instrumentos de época. "Uno podría decir que es fácil pasarlo bien con Shakespeare, porque es un clásico: pero no es tan fácil. No es tan fácil hacerlo, ni es tan fácil verlo. Y eso es también lo que estos festivales hacen: lo acercan popularmente, de la mejor manera, que es que sea entendible, que no quede en la oscuridad. Y que a la vez no pierda el lirismo, ni el patetismo, o la gracia que tiene, y la profundidad. Pero que quede cerca del que escucha, que como lenguaje esté cercano, y también su entendimiento. Shakespeare no tiene que ser, nunca, alguien para eruditos. Él no escribió para eruditos", explica Aleandro.

El eterno femenino de una imaginativa pintora
Meta: "que Shakespeare no sea para eruditos".

Norma AleandroCARLOS REYES

¿Encontraste un error?

Reportar

Temas relacionados

teatroNorma AleandroNisman

Te puede interesar

Publicidad

Publicidad