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El Sapo Ruperto en el ballet oficial

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Cuentos de la selva. Foto: Difusión

Una superproducción infantil con artes integradas, hasta el sábado, en el Auditorio Sodre.

La fiesta empieza en el hall del Auditorio Adela Reta, y termina en el mismo lugar, una hora después. Cuentos de la selva está alborotando todas las tardes el enorme edificio del Sodre, desde la vereda al escenario. Y además ofrece un muy buen espectáculo para niños, con varias artes integradas.

En la vereda hay algunos vendedores ambulantes. Ya en el hall empiezan los juegos, desde tatuajes autoadhesivos hasta dibujar o sacarse una foto junto al selvático mundo de Horacio Quiroga. En la sala principal, las luces de colores dan un clima inusual, y entre el griterío de los niños aparece El Sapo Ruperto, para desarrollar un eficaz monólogo humorístico, que mete al público en la historia. El Sapo se ha perdido en la selva, donde ocurren las tres aventuras de Quiroga.

Un pilar fundamental del montaje es el diseño de escenografía digital, de Miguel Grompone, que crea un marco estético fantástico, a la vez figurativo y algo abstracto, que da a cada una de las tres partes su tono, a la vez que todo el espectáculo tiene una paleta homogénea. A veces hay más audacia en la escenografía cuando se hace una obra para niños que un ballet para adultos.

El Sapo Ruperto (con su tono popular, irreverente, transgresor), presenta cada uno de los cuentos de Quiroga, que hacen del espectáculo una especie de tríptico. El loro pelado, La guerra de los yacarés y Las medias de los flamencos, meten al público (niños y adultos), en otro universo. Quiroga es autor de una literatura infantil singular, llena de fantasía pero también de cruda realidad, que no se ubica en un mundo de hadas, sino que refleja esa selva qué él vivió tan de cerca.

En ese sentido, hay una buena concepción a nivel del argumento general, para que un personaje infantil popular, como El Sapo Ruperto, quede articulado con estos relatos de Quiroga, que tanto se prestan para la danza, dado el clima fantástico que tienen. Andrea Salazar, Martín Inthamoussú y Marina Sánchez se hacen cargo, respectivamente, de los tres cuentos escenificados, en los que participa el Ballet Nacional Sodre junto a integrantes de la Escuela Nacional de Danza.

Los animales y sus movimientos son un estímulo importante para los coreógrafos, que concretan tres composiciones llenas de sorpresas. Hay mucha imaginación puesta en el escenario, desde cómo resolver los movimientos del tigre hasta la gracia de los pasos de los flamencos. En ese aspecto, Marina Sánchez logró momentos de mucha originalidad. El diseño de vestuario (de Daniela López y Analía Valerio) redondeó la encantadora propuesta estética. Y los bailarines infantiles aportaron la cuota de ternura.

La música es otro pilar de estos Cuentos de la selva. La mezcla de una banda de rock y una orquesta clásica funcionó perfecto, dando por resultado una enorme variedad de estilos y melodías, un abanico inmenso de ritmos. Al respecto, una de las virtudes del espectáculo es su estructura, clara para los niños, ágil para todo el público, y en módulos que lo hace muy cambiante.

Si El Sapo Ruperto explica a los espectadores de qué va a ir cada historia (adelantando un argumento que a veces la danza no comunica con tanta claridad), Roy Berocay, como músico, remató cada relato con una canción, que mostró de algún modo la contracara de la historia, otro punto de vista que matizó los duros finales de los cuentos de Quiroga.

Al final del espectáculo, "el Sapo más famoso más famoso del arroyo Solís Chico" se saca fotos con los niños, primero en la platea y luego en el hall del Auditorio. Paralelamente, otros niños hacen fila para sacarse una foto con Roy Berocay o darle un abrazo. El músico y escritor ha logrado desde hace tiempo algo difícil: crear un personaje infantil famoso y propio de este país. Y con Cuentos de la selva se unen así creadores de los más diversos ámbitos, para un resultado encantador.

Ruperto y Quiroga en dupla.

Nicolás "Firu" Fernández encarna al Sapo Ruperto, haciendo de narrador de tres relatos de Quiroga, llevado a escena en clave de danza, más contemporánea que clásica. La obra sigue hasta el sábado, todos los días, a las 15.00 y el sábado, a las 15.00 y 17.00.

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Cuentos de la selva. Foto: Difusión

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