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Un lago que refleja mucho trabajo

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El lago de los cisnes volvió a brillar en todo su esplendor la noche del pasado jueves, fascinando una vez más en todos los rubros. El bailarín malagueño Ciro Tamayo, en el rol de Sigfrido, volvió a ser aplaudido a rabiar, en una función que tuvo algo de reencuentro con este artista, que había estado alejado del escenario.

Tamayo, con su flexibilidad y sus saltos de asombro (y también con su elegancia), cosechó asombros y aplausos a granel, dando algunos de los momentos más acabados de este montaje con coreografía del ex bailarín argentino Raúl Candal.

El resto de la compañía trabajó de maravilla, cumpliendo con una coreografía exigente, que tiene tramos de una belleza fuera de lo común. Además de los roles principales, hubo otras figuras de gran destaque, como el papel del bufón, que lució tanto histrionismo como técnica. Como es habitual, dadas las cotas de calidad que está alcanzando el BNS, la escenografía y el vestuario están impresionantes, aunque sin aportar demasiada experimentación, apegándose a lo tradicional.

Otro punto alto de la puesta tiene que ver con la orquesta del Sodre, que aportó, bajo dirección del maestro Martín García, una mirada fresca y llena de sensibilidad sobre la notable música de Tchaikovski, aprovechando todo lo que esas melodías tienen para aportar al escenario y los bailarines. En conjunción entre música y baile, el espectáculo recorre e invita al espectador a transitar, una infinidad de climas, desde los más festivos hasta los dramáticos.

El lago de los cisnes tiene en Uruguay una larga tradición escénica, que entre sus hitos se encuentra la primera visita de la compañía del gran empresario ruso Serge Diaghilev, que envió a Montevideo a su histórico grupo Ballets Rusos, que presentó en el Teatro Solís en 1913 este título, protagonizado por la gran Tamara Karsavina. Luego, y por más de un siglo, este emblema de la danza fue interpretado por distintas compañías, entre ellas la de Alicia Alonso, quien encarnó el rol protagónico, en el desaparecido escenario del Teatro Artigas (en Colonia y Andes), en 1954.

Versiones del cuerpo de baile de Sodre también hubo varias, en el viejo Estudio Auditorio, entre las que cabe citar la que protagonizó Margaret Graham en 1962, con puesta en escena de Tito Barbón, quien también se hizo cargo del rol de Sigfrido. Otra versión de la compañía oficial tuvo lugar tres años después, en 1965, con puesta en escena de María Ruanova, y el rol de Odette por cuenta de Tola Leff.

Ahora, el Ballet Nacional del Sodre, una vez más, recrea la magia de este clásico para todas las edades. Y lo hace con un montaje deslumbrante, que sume al público en un universo de ensueño, y de gran valor estético y plástico.

El lago de los cisnes [*****]

Coreografía: Raúl Candal. Música: Piotr Ilich Tchaikovski. Dirección musical: Martín García, al frente de la Orquesta Sinfónica del Sodre. Diseño de escenografía: Gastón Joubert. Diseño de vestuario: Hugo Millán. Diseño de iluminación: Claudia Sánchez. Bailarines: Gabriela Flecha, Ciro Tamayo, Jorge Ferreira, Guillermo González, Alejandro González, Mirza Folco. Sala: Auditorio Nacional Adela Reta, en Andes y Mercedes. Funciones: hasta el 15 de abril.

CRÍTICA - BALLET

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