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Donde lo imposible se torna posible

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Eficacia: Diego Arbelo en un nuevo acierto en el escenario. Foto: María Fernández

Es domingo y faltan tres minutos para las 19:00. La Zavala Muniz está repleta: jóvenes y muy jóvenes, solos o en grupos, no tan jóvenes, adultos mayores; el público que espera para ver El gato de Schrödinger es de lo más variado y eso es realmente bueno.

Las luces se apagan y cuando vuelven a encenderse, dos hombres disfrazados de gato, mantienen una charla en un vestuario de fútbol, esperando al entretiempo del partido. Aún no pasaron ni cinco minutos desde que empezó la obra, una señora se levanta sigilosa y se retira de la sala. Sin embargo, cuando la obra termina (de una forma fenomenal) y la oscuridad casi mítica del teatro desaparece, la sala entera aplaude de pie.

El gato de Schrödinger es una obra redonda en todos los sentidos. Dos hombres un tanto violentos que son mascotas de un equipo de fútbol, pero que aborrecen de serlo. Un jugador de fútbol, líder de su cuadro, obsesionado con la física cuántica, que abandona un partido en la mitad por un "trastorno de ansiedad", con el argumento de que si mira de "afuera", el partido será ganado y perdido a la vez. Un dirigente sensible que acaba de separase de su mujer. Un entrenador obsesionado con ganar. Todos ellos conviven en el vestuario, y hasta aquí parece un relato deportivo más.

Sin embargo, este no es un vestuario más. Es un vestuario en el que la física cuántica, el anarquismo, Bakunin, el deseo de otra vida, de otro mundo, mejor a este mundo, la irracionalidad, la búsqueda de amor, y lo imposible, conviven durante poco más de hora y media, obligando al espectador a estar atento y alerta a cada palabra dicha. El espectador tiene que estar preparado a ser cuestionado, y dispuesto a seguir el hilo de un texto inteligente que plantea unos hechos, en apariencia, un tanto delirantes. Lo imposible se vuelve posible: las personas se multiplican, el estadio desaparece, hay zombis en vez de personas.

Es necesario mencionar el sólido trabajo del elenco, enteramente masculino. El trabajo es muy bueno en su totalidad y la entrega física y actoral es total. Lo de Diego Arbelo es realmente destacable, por la intensidad en su interpretación (el personaje lo requiere) durante toda la obra. Tres universos distantes colisionan: el fútbol, la física cuántica y el anarquismo. La obra se plantea como una gran "caja" de Schrödinger, en la que las posibilidades de ser y no ser en un mismo momento, de estar vivo y muerto a la vez, de ser en este universo y tener infinitas posibilidades de ser en otros universos, se hacen posibles y visibles.

Esta gran pieza de Sanguinetti termina siendo, en última instancia y aunque no fue su intención, una metáfora viva de la esencia teatral: ser o no ser, esa es la cuestión. Aunque quizás, en este caso, la conjunción sea determinante: ser y no ser, esa es la cuestión.

El gato de Schrödinger [****]

Autor y director: Santiago Sanguinetti. Elenco: Diego Arbelo, Fernando Dianesi, Levón, Leandro Íbero Núñez, Andrés Papaleo, Juan Antonio Saraví, Enzo Vogrincic. Sala: Zavala Muniz, Teatro Solís. Viernes y sábados (21:00) y domingos (19:00).

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Eficacia: Diego Arbelo en un nuevo acierto en el escenario. Foto: María Fernández

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