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La familia y sus líos en ejemplo elogiado de teatro porteño

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En "Emilia" los actores no salen de la escena y circulan todo el tiempo en un espacio abstracto.
Gustavo Andres Pascaner

El teatrista argentino Claudio Tolcachir vuelve a traer a Montevideo una producción de su cosecha, y quienes saben del lugar de ese artista en la escena porteña ya están entusiasmados.

En este caso de trata de Emilia, espectáculo que se verá este sábado 2 a las 21.30 horas en la sala mayor del Solís, dando una segunda y última función en domingo 3 a las 19:30 horas. Las entradas están en la boletería de la sala y en TickAntel y valen $ 600, $ 400 y $ 200.

Espectáculos de Tolcachir que se han presentado en Montevideo (La omisión de la familia Coleman, Tercer cuerpo, El viento en un violín) todavía se siguen comentando entre la gente de teatro. Su estilo es veloz, sus personajes desbordan en emociones y conflictos, sus obras parecen no tener protagonista: todos estallan con sus razones y sus emociones en el marco de familias disfuncionales, que invitan a reflexionar sobre los lazos de sangre y los afectivos. Su teatro, que tiene puntos en común con otros grandes de la escena porteña (Daniel Veronese, Ricardo Bartis) puede dejar en el espectador un recuerdo imborrable y una reflexión útil.

En este nuevo espectáculo, el creador de la compañía Timbre Cuatro vuelve sobre los vínculos afectivos y la familia, y curiosamente, estimulado por una experiencia autobiográfica. La protagonista que da nombre a la obra es una niñera, que entre el vínculo laboral y el afectivo forjó un lazo emocional con el chico que tuvo a su cargo. Lógicamente, el tiempo los separó y luego vuelven a encontrarse: él, adulto, con mujer e hijo. Ella, vieja, sola y necesitada.

"Esta es la historia de un reencuentro. Y a través de los ojos del niño conocemos cómo fue esa relación en el pasado, y sobre todo, descubrimos a esa familia que este chico construyó, a través de los ojos de Emilia. Y esa construcción familiar de Walter, que es ese chico, tiene mucho del esfuerzo de hacerse querer, de cómo está asociado un grupo familiar con el esfuerzo", explicó Tolcachir a El País.

Desde esa situación se busca desplegar el entramado de cómo es el amor dentro de ese núcleo familiar. Esa meta queda a cargo de los actores Elena Bogan, Leandro Calderone, Adriana Ferrer, Francisco Lumerman y Gabo Correa, en el marco de un trabajo escenográfico de Gonzalo Córdoba Estevez, apoyado por la iluminación de Ricardo Sica.

"Los actores nunca salen del escenario porque el espacio escénico es abstracto, porque todo esto lo cuenta Emilia desde la cárcel, como un flashback. La escenografía es un receptáculo, de mantas, que sirven para la casa, para la cárcel, que tienen que ver con la mudanza, con esas mantas de la infancia", puntualiza el director, cuyo teatro da gran importancia a los objetos de la escena, que cobran gran relevancia.

Consultado sobre si se siente un psicoanalista de la escena, Tolcachir responde: "A mí me fascina del teatro los personajes, quizá porque entré al teatro por la actuación. Me fascina lo que dicen, lo que recuerdan, lo que callan. Yo nunca estudié psicoanálisis ni hice yo psicoanálisis. Debo ser de los pocos argentinos que no van al psicólogo, aunque le tengo mucho respecto al psicoanálisis. No analiza a mis personajes desde el psicoanálisis porque no tengo esa información: tengo la mirada humana".

El eterno femenino de una imaginativa pintora
En "Emilia" los actores no salen de la escena y circulan todo el tiempo en un espacio abstracto.

Emilia de Claudio Tolcachir al Solís, el fin de semana

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