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“El estrés creo que está bueno sabiendo manejarlo”

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Emilia Mazer

entrevista a Emilia Mazer

La notable actriz argentina llega este viernes a El Galpón con Buscando a Madonna

Este viernes llega al escenario mayor de El Galpón una gran actriz argentina de cine, teatro y televisión, que ha sido aplaudida por varias generaciones. Emilia Mazer regresa a actuar en Montevideo luego de muchos años, y trae una obra que ha sido muy significativa en su carrera: Buscando a Madonna. Se presentará a las 20.00, y las entradas se venden en Tickantel a $ 1400, $ 1200 y $ 1000.

El espectáculo unipersonal, en clave de comedia dramática, de humor patético, se estrenó en 1994 en el Paseo La Plaza, de Buenos Aires, y se realizó en diversas salas de Argentina, y también en Madrid y en otras geografías. Reestrenada en 2014 en Mar del Plata, volvió esta año a escena, en Teatro Regina de Buenos Aires, y ahora emprende una gira que lo trae a Montevideo.

“Este es un trabajo que no lo solté durante 24 años. Lo he ido presentando de manera interrumpida. Y creo que no lo tengo que dejar de hacer nunca. Y ahora el desafío es hacerlo 20 años más”, explica la actriz.

La carrera de Mazer recorre 35 años de la televisión argentina, pasando por clásicos que marcaron época, como Poliladron, Verdad consecuencia y Gasoleros, hasta llegar a El elegido, El hombre de tu vida, o Historias de corazón, entre muchos otros. La artista, demás, viene desarrollando desde hace tiempo una intensa actividad como docente, dando clases y seminarios en su estudio de actuación propio. “No hay ningún maestro capaz de enseñar arte. Creo realmente que no necesitamos maestros. Uno como docente es solamente un pretexto para que el otro empiece a volar”, sintetiza.

-¿El espectáculo en qué contexto surgió, hace más de 20 años?

-En aquel momento yo lo vi como una metáfora de los años 90, de algo muy farandulesco, y hasta delirante que ocurrió en Argentina, de soñar que ingresábamos al Primer Mundo. Entramos en el discurso menemista de esos tiempos, y nos estrolamos en el 2001 con la debacle económica. Y de alguna manera, el personaje de esta obra es víctima, o resultante, de esa generación que creó en ese proyecto. Esa clase media que se desbarrancó, y que nunca para de caer. Y le tocó criarse como hija de desocupados, luchando en el día a día por el mango. Y de adolescente sale a subsistir, repartiendo estampitas de San Cayetano en los colectivos.

-¿Y en la Argentina de hoy, qué contexto asume tu personaje?

-La Argentina de hoy no cambió para mejor. Vino el cambio, pero mucha gente se está desayunando que fue un cambio negativo para sus bolsillos. Hay un nuevo eslogan en el que se creyó, y se está despedazando. No digo que sea igual, pero no es tan distinto. Para mí este personaje, Lucy, es una chica argentina, pero es la Argentina también. Y cuenta desde su mirada inocente, y desde su desfachatez de adolescente, su visión del país, el mundo. Y los espectadores van a ser pasajeros de ese colectivo en el que ella viaja con sus estampitas.

-¿Cómo es tu nexo con Uruguay?

-Mi primer nexo es que tengo un hermano uruguayo, Gustavo, que nació en Montevideo. Y luego en lo artístico, ya hacia 1990 me tocó participar en la Muestra Internacional de Teatro de Montevideo, con Mal de padre, del escritor sueco Lars Norén, que hicimos con Federico Luppi y Norberto Díaz. Y luego dimos una serie de funciones más de esa obra, en el Notariado, cosa que me dio un recuerdo muy lindo del público de Montevideo. Luego en los 90 fui con Buscando a Madonna, a Trenes y Lunas: allí llevé la primera versión. Luego me presenté en El Galpón con una ponencia. Y después tuve una aparición no feliz. Pero bueno, todos tenemos un muerto en el placard: fue Las mosqueteras, con dirección de Manuel González Gil. Hubo una versión con actores varones, que estuvo años en cartel. Les había ido fantástico, y Manuel armó una versión femenina, pero no fue una versión feliz. Eso fue lo último que hice, pero no es mi recuerdo más lindo. Mi mejor recuerdo en Montevideo está sobre todo vinculado a Mal de padre.

-El trabajo del actor, tanto en televisión como en teatro, produce un gran estrés.

-Nada se hace sin esfuerzo. Yo no entiendo el trabajo sin esfuerzo. Y nada dice que ese esfuerzo no sea gratificante. Yo tuve la suerte de poder vivir de lo que me gusta: pero no sin estrés. Uno no vive en una nube de glamour. Hay un esfuerzo que hay que hacer, hay un trabajo, y ese estrés está bueno. Yo ya estoy trabajando para la función de Montevideo: no voy y la hago de taquito. Tengo que ensayar, y obviamente me puede estresar. ¿Pero quién dijo que no estresarme es lo correcto? El estrés creo que está bueno, sabiendo manejarlo.

-¿Vos tuviste un abuelo fotógrafo que fue muy reconocido?

-Ascher, le decíamos Guillermo. Fue fotógrafo de varios Presidentes, y tenía su estudio de fotografía en la rambla antigua de Mar del Plata. Las fotos más antiguas de Mar del Plata lleva su firma. Sí, era artista el abuelo, y tengo algunas cámaras antiguas que fueron de él.

-¿De tus trabajos en televisión cuál tenés más presente?

-Recuerdo Mujeres asesinas como de lo más exigente que me ha tocado hacer, y muy movilizante. Teníamos la posibilidad de hacer personajes distintos cada semana, por eso fue un gran training actoral, además de una fiesta. Y más allá de eso, Verdad consecuencia fue inolvidable. Fue contar la historia de una generación que no siempre estaba presente en la televisión. Y hacerlo de esa manera: fue la nueva forma de contar en televisión, que en ese momento iniciaba Pol-Ka. En esa época, me pasaba que me comentaba que se juntaban con sus amigos para cenar y mirar el programa. Y estuvo tres años: no siempre se tiene la posibilidad de estar en televisión tres años. Muchas veces no lo logran ni las telenovelas más exitosas.

-Entre tus muchos trabajos de teatro, vos hiciste Eva y Victoria, con Norma Pons.

-Sí, fue fantástico. Norma hacía un papel impresionante, y con un humor muy particular, como el que ella tenía. Justo ahora estoy trabajando en Derechas, con Mimí Pons, y con ella recordamos a Norma todo el tiempo. La quería mucho a Normita. Ella era muy querible.

-Contame justamente de Derechas, que se está dando en un horario muy especial.

-Sí, estamos los sábados y domingos, en versión almuerzo y merienda, a las 13.00 y a las 15.00. Y estamos llenando. Es un fenómeno impresionante. Y los lunes en versión cena. A José María Muscari se le ocurrió eso: teatro y dar comida, en horarios muy originales. Estamos felices, y está funcionando fantástico. Y la puesta tiene muchos condimentos: es una fiesta, en la que hay que recaudar fondos para una causa. Es una especie de happening, de kermés, muy sensible y muy bizarra por momentos.

Buscando a Madonna
Buscando a Madonna. Foto: Difusión
un par de claves

Madonna, o el sentido de la vida

-¿Cómo nació Buscando a Madonna?

-Es una novela del autor argentino Enrique Medina, que yo adapté para teatro. La estrené hace 24 años, lo hice durante una temporada en el Paseo La Plaza. Y después repetí cada tantos años alguna temporada, y lo revisité ahora en marzo, y ahora me embarqué en una gira nada extensa, porque estoy también haciendo teatro en Buenos Aires con Derechas, con José María Muscari, en el Teatro Regina. Entonces, una o dos veces por mes estoy saliendo con Buscando a Madonna.

-¿Qué dimensión sentís que asume ese personaje?

-Es la búsqueda que hace Lucy, una adolescente de 16 años que se está buscando a sí misma. Y que no tiene referentes familiares, por vivir un entorno de una familia bastante disfuncional. Entonces ella está buscando modelos con los que identificarse. Y una chica de otro tiempo que hubiera identificado quizá con otro tipo de personaje. Pero una chica de estos tiempos se identifica con una cantante pop. Ella ve en la figura de Madonna que ha encontrado un sentido a su vida. Como que a través de su fama, y todo el dinero que logró, que está haciendo algo contra el hambre en el mundo.

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