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"Es más divertido hacer de mala"

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María Noel Ricetto. Foto: Santiago Barreiro

Charla con la primera bailarina del Sodre que ayer estrenó “Hamlet Ruso”.

Ayer comenzó la temporada del Ballet Nacional del Sodre con la puesta en escena de Hamlet Ruso que irá de martes a domingo hasta el 7 de abril las entradas van desde los 60 a 850 pesos.

Se trata de un espectáculo creado en 1999 por el coreógrafo ruso Boris Eifman que fue estrenado por la compañía del Ballet de San Petersburgo.

“Es un ballet complicado y fuerte”, cuenta María Noel Riccetto, quien interpreta a la emperatriz Catalina, protagonista de esta historia de intrigas y venganza donde además es la villana de la historia. “Es más divertido hacer de mala que de princesa con tutú. La paso bien, pero terminás la función y querés apoyar el cuello en algún lado o que te lo sostengan, por la sensación de estar erguida todo el tiempo”, cuenta. Es que no es un ballet sencillo de interpretar este Hamlet Ruso, por la compleja coreografía, la carga interpretativa que tiene para los bailarines y los cambios de vestuario. Son once cambios con siete vestidos diferentes que tiene la protagonista, “es matador” dice, y reconoce que al final de la jornada se siente como una percha, aunque afirma que la “sarna con gusto no pica”.

Para Riccetto el año comenzó con una buena noticia, fue nominada a los premios Benois que se podría decir que son los Oscar de la danza. Y la Primera Bailarina Residente del BNS dice no estar nerviosa porque lo que sigue no está en sus manos: “Ya está todo el pescado vendido”. Para ella lo emocionante será volver a bailar en el Bolshoi, donde estuvo con el American Ballet. “Va a ser emocionante bailar en la cuna del ballet y en ese teatro”, dice. Además el año pasado abrió su academia de ballet, en la que Riccetto asegura que intenta estar presente todos los días, “porque considero que estar es importante, pero no puedo dar clases todos los días”, ya que su compromiso en este momento está en el Ballet Nacional del Sodre.

—¿Cómo define a este Hamlet Ruso?

—Es un ballet largo con muchísima interpretación y cambios de vestuario. Está tan bien contado que no perdés el hilo de la historia en ningún momento. Creo que quien lo haya venido a ver en 2013 va a notar una compañía muy diferente.

—¿Cómo esta la compañía?

—Todos trabajamos con mucha profesionalidad y respeto a lo que se hace. Además hay todo un equipo atrás, técnicos, iluminadores y gente de vestuario. Salís de una escena, y cuando querés acordar ya estás cambiada y comienza tu música. Se está trabajando con otra disciplina. Volvimos de una gira exitosa en diciembre, eso hizo que Julio volviera con mucho entusiasmo y orgulloso de lo que se estaba haciendo. Y eso nos dejó a todos muy contentos, está bueno trabajar así.

—¿Qué recuerda de la primera vez que se representó este ballet?

—Los rusos que vinieron no me querían poner porque era muy chica de altura, muy flaquita y frágil. Me querían poner en el personaje de Natalie. Entonces le dije a Julio : "Hago de Natalie, no tengo problema, pero quiero tener la oportunidad de trabajar este rol y aunque sea hacer una función". Es que este ballet fue creado en la compañía de Boris Eifman, donde son bailarines de dos metros de altura, son columnas de grandes.

—¿Entonces?

—Le puse tanto físico y cabeza a todo lo que hacía para lograr que el movimiento fuera amplio y lograr estar aplomada en cada paso. Fue un proceso súper interesante porque fue un rol en el que nadie me veía y tenía muchas ganas de hacer, fue gratificante. También es gratificante tener que cuidar otras cosas, no cuidar de estirar el pie, la pose, esto va por otro lado. Estás contando una historia, actuándola.

—¿Fue complicado actuar y bailar?

—No, es otro tipo de cuidados, porque no estás cuidando el bailar bonito o prolijo. Si te parás en una pose que no es la más linda clásicamente hablando, está todo bien, la cosa va por otro lado. El otro día le pregunté a Julio si mantenía el color del pelo, y me preguntó por qué. Bueno, quizá da más fortaleza el pelo oscuro, y me dice: el personaje va por otro lado. ¿Quién se va a fijar en el color de pelo si está bien representado el rol?. Entonces es un poco eso y es lo que me gusta hacer y así lo estoy intentando. Sigue siendo un enorme desafío y ahora lo quiero hacer mejor, aunque estoy más vieja.

—¿Le pesa la edad?

—No, creo que no porque nadie me da 37 años que cumplo el lunes. Entonces eso te hace sentir bien. Por otro lado pienso tengo 37, soy una señora.

—Es una señora hecha y derecha.

—No me siento hecha y derecha, tal vez hecha y un poco torcida.

—Es de las bailarinas que da entrevistas, ¿los demás son tímidos?

—No sé. Yo agradezco el reconocimiento y cuando me piden una entrevista no puedo decir no. Soy así, después me tapo de cosas.

—¿Le cuesta decir que no?

—Sí, va de la mano me parece. Todo lo que ha pasado con el ballet ha sido tan revolucionario que hay que aprovechar la movida para mostrarle a la gente qué se hace y cómo lo hacemos.

—¿Cómo reacciona el público a este ballet que mezcla danza y actuación?

—Siempre digo que en un público como acá, donde son más de 2.000 butacas, tenés un porcentaje de gente que ha visto y sabe cómo se tiene que colocar un pie, girar y saltar. Pero también hay otro porcentaje que no tiene ni idea, y a ellos no los movés girando y saltando. Sí, esas cosas son importantes, pero el trabajo está en moverlos por otro lado de manera diferente. Creo que las cosas técnicas impresionan pero no sé si emocionan. Entonces va en eso y ahora con 37 años es más emoción que impresión.

—¿Cómo es el momento antes de salir?

—Depende, si es una cosa que tenga cosas técnicas que me preocupen, de repente me estreso un poco más. Pero siempre trato de llevar el sentido del humor. Trato de tener una buena relación con todos, saludo del primero al último. Creo que eso al final del día es lo que queda, porque María Noel Riccetto bailarina en cualquier momento se termina y queda la persona. Eso es lo que va a trascender. Por eso me encanta que se me reconozca por lo que hago, pero más que nada por ser buena gente. Eso me lo inculcaron en mi casa. Ojo, le he de caer mal a alguien, pero eso no depende de mí.

—¿Planes a futuro?

—Siento que estoy en un momento de transición, de imaginarme lo que viene después y realmente no sé. Lo que tengo seguro es la Academia. Me gustaría investigar, tengo el talento para formar. No sé, quizás formar una familia. Quiero estar feliz, quiero dejar las zapatillas y no sentir culpa, quiero ir con calma, como cuando decidí volver. Fue tan natural y con tanta calma y paz que quiero que me pase lo mismo. Hasta que no me sienta completamente segura no voy a decir hasta acá llegue. Tengo ganas de seguir estudiando y pavadas, quiero salir a caminar por la rambla de mañana por ejemplo. Pero también me vienen esos momentos de llorar y decir, qué va a ser de mí después. ¿De verdad se acerca ese momento? Quiero tomarlo con naturalidad, que fluya. Pero definitivamente quiero dejar el escenario en buen nivel para que la gente diga que lástima que se retira y no diga ya no te queremos ver más. Eso es lo que me imagino.

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