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Un ballet clásico para los niños y toda la familia

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Ballet Nacional Foto:  Diego Acosta

El Solís recibe El cascanueces, que es sinónimo de Navidad.

En estos días, mientras el Ballet Nacional Sodre es aplaudido por el público español, la División Ballet, de la Escuela Nacional de Danza del Sodre sube al escenario mayor del Teatro Solís para dar un clásico que es sinónimo de Navidad: El cascanueces. Y lo hará a todo despliegue, con la Banda Sinfónica de Montevideo y el apoyo audiovisual de Miguel Grompone. Va este miércoles 21, jueves 22 y viernes 23 a las 20.00. TickAntel, $ 150.

La Banda Sinfónica, bajo dirección de Martín Jorge, buscó cerrar su temporada 2016 con un gran espectáculo, que reuniera más de 200 artistas en escena, entre músicos, bailarines y coristas. También formará parte el coro de la Escuela 153 Manuel Oribe de Parque del Plata, de Canelones, bajo dirección de Esteban Farfán.

"De los ballet de Tchaikovsky, si bien es el último, creo que es una de las partituras mejor acabadas que tiene. Es fascinante la riqueza de lo que logra con la combinación instrumental, y los colores que utiliza con los sonidos", contó a El País Martín Jorge, quien realizó el traspaso de la música de orquesta sinfónica al de banda sinfónica.

"La Banda Sinfónica ha tratado de dirigirse a los jóvenes y especialmente al público infantil, para trabajar en la formación de nuevas audiencias, y ya hemos trabajado en esa dirección con otros espectáculo. Y para el cierre, y teniendo en cuenta que el Ballet Nacional Sodre iba a estar de gira, nos propusimos hacer un Cascanueces de niños, para niños y para toda la familia".

"Esta versión es un poco más corta, porque hay algunos pedacitos que no se bailan, pero no son ninguno de los fundamentales. Recortamos un poquito del primer y del segundo acto, pero conservando la historia tradicional y la coreografía original. Y con esto se adapta más a los tiempos de una audiencia joven", afirma.

"Es una partitura extremadamente sofisticada, muy moderna para el momento en que fue escrita. Tchaikovsky exploró nuevos límites. Desde la primera vez que estudié Cascanueces, entendí el nexo que terminaría uniendo la música rusa para ballet del siglo XIX, con lo que iba a hacer Ígor Stravinsky después. En muchas de las escenas de magia y fantasía de Tchaikovsky está el inicio de lo que después Stravinsky va a lograr con El pájaro de fuego".

"Como director, mi amor primero y fundamental es el teatro lírico, principalmente la ópera, que es donde yo me siento más cómodo. Definitivamente, soy un director de foso. Lamentablemente, en la escuela de dirección (y eso se da en todo el mundo), la dirección de ballet a veces está considerada como lo menos interesante que le puede pasar a un director. Como que lo más importante que le podría pasar es una gran ópera. Y el descarte sería el ballet. Yo llegué a dirigir música para ballet ya con varios años de carrera, y me encontré que es una de las cosas más complejas de realizar. Acompañar a un cantante, seguirlo, lo puedo hacer rápidamente. Pero entender en código del cuerpo en movimiento, es un trabajo bien interesante y complejo".

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Ballet Nacional Foto: Diego Acosta

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