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Verónica de "Me voy a comer el mundo" le contó a El País cómo es el episodio de Uruguay

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Verónica Zumalacárregui conduce el programa "Me voy a comer el mundo" que hoy se centra en Uruguay. Foto: Difusión

GASTRONOMÍA

La señal El Gourmet emite mañana el episodio dedicado a nuestro país y habló de qué la pareció el mate y qué fue lo más rico que probó de nuestra cocina.

Lleva la cocina en la sangre la periodista Verónica Zumalacárregui, conductora del programa Me voy a comer el mundo, el más visto de la señal El Gourmet y cuyo episodio va mañana a las 22.00, se centra en nuestro país.

Desde Madrid, donde realiza la cuarentena por el coronavirus, Zumalacárregui, quien se define como periodista con pasión por la gastronomía, dice que en su casa siempre se ha comido muy bien. “Mis padres cocinan fenomenal, mi abuela cocinaba increíble”, dice, y lo cierto es que su familia está muy vinculada con la cocina mundial. Todo inicia con su ancestro, Tomás de Zumalacárregui, quien está considerado como el creador de la tortilla de papas.

“Era un general de las tropas carlistas e iba de aldea en aldea en el siglo XIX durante la guerra. Sería inicios del 1800 y las pueblerinas siempre le daban lo que podían: papas y huevos; y suponemos que se lo daban frito, entonces contaba mi abuelo que él tuvo la idea de juntar los dos ingredientes y así surgió la tortilla de patatas que es uno de los platos más emblemáticos de la gastronomía española. Así que me enorgullece enormemente que un familiar mío la inventara”, cuenta su joven descendiente que hoy, además de ser la conductora de Me voy a comer el mundo, es una influencer de cocina.

Si bien “es una anécdota que cuento desde que tenía unos 10 años, en ese entonces mis amigos se reían de mí”, y hoy, gracias a Google comenzaron a creerle, cuenta.

Antes de trabajar en El Gourmet, canal que está celebrando sus 20 años de historia, Zumalacárregui trabajaba como reportera de programas de actualidad donde tenía que cubrir temas muy diversos. “Y de repente pensé en un programa que aunara mis pasiones, mi trabajo como periodista, viajar y la gastronomía”, dice.

Verónica Zumalacárregui conduce el programa "Me voy a comer el mundo" que hoy se centra en Uruguay. Foto: Difusión
Verónica Zumalacárregui conduce el programa "Me voy a comer el mundo" que hoy se centra en Uruguay. Foto: Difusión

—¿De dónde surge esa pasión por viajar y comer?

—Viajo desde pequeña. De chica me iba como mochilera, dormía en hostales, hacía autostop, me quedaba en casa de amigos de mis amigos, y en uno de estos viajes pensé que me iba a comer el mundo y diseñé el programa en mi cabeza. Me encanta viajar pero de una manera muy genuina y auténtica, no hago nada que sea muy turístico, siempre estoy en contacto con la gente local, y la manera más fácil de estar en contacto con esta gente es a través de la gastronomía. Así surgió Me voy a comer el mundo.

—En tantos viajes, ¿te ha pasado de decir esto no lo puedo probar?

—Me ha pasado muchas veces pero es verdad que luego la curiosidad termina ganando a los prejuicios. Recuerdo estar en Bangkok, capital de Tailandia y en el medio de la calle no estaba previsto, nos encontramos un puesto lleno de insectos, y había de todo: grillos, saltamontes, ancas de rana, hormigas, y también una cucaracha enorme. Te lo juro, era negra y grande como la mitad de mi cara de largo. Me paré en el puesto y les dije a mis compañeros, que sepais que no pienso probar eso, porque era una cucaracha espantosa. Y me dijeron vale, vale, sabiendo que lo iba a terminar probando porque sabía que televisivamente era lo más potente. Me dio mucho asco al igual que otras cosas que he comido que no me han gustado nada pero es verdad que “allí donde fueres, haz lo que vieres”, es como mi lema.

—¿Qué gusto tenía la cucaracha?

—Al principio sabía a aceite porque estaba frita, era una textura súper desagradable y era imposible deglutirla, pero de repente empezaba a surgir un sabor a fresa. Y le he preguntado a la chica tailandesa que estaba conmigo porqué sabe a fresa, y me dijo “es porque la cucaracha se ha comido una fresa antes y ahora te la estás comiendo tu”; y ahí casi vomito

—Por el coronavirus no has podido salir de tu casa. ¿Qué se siente estar tanto tiempo sin poder salir de tu casa?

—Estoy sorprendentemente bien. Tengo una capacidad de adaptación asombrosa. Es verdad que cuando estoy de viaje estoy fenomenal, cuando tengo que volver a Madrid regreso y estoy fenomenal, y cuando tengo que estar confinada por lo visto también estoy fenomenal.

—¿Dónde estás pasando?

—Estoy en casa de mis padres que tienen una casa grande, jardín, tengo mi espacio, entonces cada uno tiene su intimidad y nos juntamos. Estoy disfrutando mucho de mi familia que no puedo verles tanto cuando estoy de viaje, así que lo estoy llevando bien. Es diferente estar en un piso pequeño, estar con hijos pequeños, hay panoramas mucho peores, el mío es halagüeño.

Verónica Zumalacárregui conduce el programa "Me voy a comer el mundo" que hoy se centra en Uruguay. Foto: Difusión
Verónica Zumalacárregui conduce el programa "Me voy a comer el mundo" que hoy se centra en Uruguay. Foto: Difusión

—Si te digo Uruguay, ¿qué te viene a la mente?

—Algo que nunca voy a olvidar es la parrilla en la vereda. Antes de ir ya tenía ganas y una vez que lo viví, me encantó. Seguramente para ustedes no ha de ser sorprendente porque lo han hecho toda la vida, pero me encantó ver que la barbacoa se hace efectivamente en el medio de la calle, al lado de los cochos, es una cosa que invitas a tus vecinos, puedes ir con tu carne a que te la hagan otros, me pareció fantástico. Es una forma de socializar y aunque no tengas jardín puedes ir a la calle para cocinar, y no dejar de hacer barbacoas. Eso me encantó. También el componente social de que se pueden unir amigos y vecinos.

—¿Y qué probaste de rico?

—De las cosas ricas, cuando nos fuimos al interior, a hacer una cabalgata, para comer nos dieron algo bastante fácil, era un lomo asado y estaba buenísimo también. Tampoco voy a olvidar nunca el protocolo que implica el mate. Ya había bebido mate cuando estuve en Argentina, pero me encantó experimentar en Uruguay esa cultura de llevar el mate y la matera a todas partes. De hecho practicamos y en el episodio de esta noche os vais a reír muchísimo de mí porque a mí lo de caminar con el mate bajo el brazo y servirte me pareció súper complicado.

—Viajas, conocer lugares, personas y probás todos los platos de cocina del mundo, ¿tenés el mejor trabajo del mundo?

—Para mí sí, tengo el mejor trabajo del mundo pero creo que hay mucha gente que lo idealiza y que no podía hacerlo. No quiere decir que sea la mejor, pero para hacer este trabajo tienes que sentir una pasión incondicional por viajar. Es una vida sin rutina, no me puedo apuntar a clases de pintura los martes porque no estoy todos los martes en mi ciudad; te pierdes fechas importantes, viajas constantemente, a lo mejor tomas dos aviones de siete horas cada uno, llegas destrozado después de horas haciendo escala y te tienes que maquillar y grabar aunque no hayas dormido; es muy sacrificado grabar 14 horas de pie en la calle con temperaturas que pueden ir desde un calor fuerte a otro que esté nevando. Es bastante duro y es el mejor trabajo del mundo justamente para alguien a quien le apasione viajar.

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