COLUMNA FARANDULERA

Fabiola bouvier

Hay quienes creen que ser hijo de un famoso abre puertas, permite entrar a lugares inalcanzables para la mayoría de los mortales y da libertad para hacer lo que se les de la gana.

En muchos casos estoy completamente de acuerdo, pero también está el caso de la Lucía Celasco, a quien todos amamos odiar por ser la nieta de Susana. La que se sale con la suya, la que hace lo que quiere porque, bueno, es justamente la nieta de Susana.

Ya quisieras ser vos la nieta, me dijo mi amiga Irene que me llamó para contarme varios temitas que ha protagonizado la chica en cuestión.

Resulta que la Lucía anduvo violando la restricción de salir, me dijo Irene y se mudó en plena cuarentena obligatoria.

Ah, qué horrible le respondí. Con todos los recaudos que toma su abuela, que la chica haga lo que quiera habla mal de toda esa familia.

Sí, respondió Irene. Y encima se fue a visitar al padre y los otros días a una amiga con la que se fue a tomar unos vinos.

Yo no te puedo creer, porque dudo que la chica tenga alguna excepción para andar saliendo cuando se le ocurra.

Tal cual, igual lo peor de todo no fue eso.

¿Qué pudo ser peor que mudarse en medio de la pandemia, irse a visitar al padre y a una amiga para tomar vino?, quise saber.

No sabés cómo le quedó de horrible el cerquillo rubio que se hizo, quedó fiero, fiero, dijo Irene.

Me mostró la foto y debo de reconocer que sí, lo peor de todo ha sido el cerquillo de la Lucía.