COLUMNA FARANDULERA

Fabiola bouvier

Siempre me imaginé a los hijos de los famosos como unos malcriados y pedigüeños que no se conforman con nada. Ni qué decir de Juanita Viale que por donde se la mire destila dinero y estilo.

Los otros días estuvo conduciendo el programa de los almuerzos y pobre, le pasó de todo. Se le cayeros las joyas, se agachó para buscarlas y dijo que no se las había probado antes. Si Mirtha sobrevivió el fin de semana viendo a su nieta haciendo todo esto, estoy segura que ya alcanzó la iluminación.

Aunque además de hermosura, según me contó mi amiga Irene, la juanita también destila austeridad, sobre todo en lo que tiene que ver con el uso, o abuso que hacen los niños con la tecnología para entretenerse.

“Sí, como te lo cuento”, me dijo, “los pobrecitos de Ámbar, Silvestre y Alí (sí, me tuve que fijar que se llamaran así porque pensé que eran personajes de Aladdin) viven bajo una estricta crianza donde no hay ni televisión ni esos jueguitos que los dejan como zombies”, me dijo Irene.

Pero si Juana está ocupando el lugar de Mirtha Legrand en los últimos almuerzos, ¿me querés decir que los hijos de Viale nunca la vieron a su abuela en televisión?

Sí, como te lo cuento amiga, me dijo.

Por ende tampoco la habrán visto trabajar a ella o a su abuela, Marcela Tinayre, respondí.

Y, me imagino que no amiga, me dijo Irene.

Bueno, por un lado es una ventaja, al menos no tuvieron que ver Edha, le respondí a mi amiga.