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Con Wynton Marsalis: "Necesitamos ser más activos, sin importar en qué"

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Wynton Marsalis. Foto: Piper Ferguson.

ENTREVISTA EXCLUSIVA

Wynton Marsalis publicó "The Ever Fonky Lowdown", un álbum doble en el que aborda el racismo y las injusticias. Sobre eso, habló con El País.

En agosto, el músico estadounidense Wynton Marsalis lanzó The Ever Fonky Lowdown, un disco doble que muestra el lado más crítico de uno de los trompetistas más importantes del jazz. Presentado como un musical en el que el actor Wendell Pierce (The Wire y Treme) encarna a Mr. Game —un personaje que mezcla las características de un predicador, un político y hasta un presentador de circo—, lo nuevo del ganador del nueve premios Grammy documenta la codicia, el racismo y el egoísmo que definen al Estados Unidos de la actualidad.

Acompañado de la orquesta Jazz At Lincoln Center —con la que se presentó en el Teatro Solís en marzo de 2015— y de los cantantes Christie Dashiell, Ashley Pezzotti, Camille Thurman y Doug Wamble, el trompetista que tocó con leyendas como Dizzy Gillespie y Herbie Hancock se basó en estilos de raíces negras para denunciar el racismo y la segregación que forma parte de la historia de Estados Unidos.

The Ever Fonky Lowdown se inspiró en décadas de charlas entre Marsalis y su familia, y finalmente fue escrita en 2018 para dar cuenta de problemáticas universales tales como la explotación y el sufrimiento humano. Los actos de violencia policial en Estados Unidos y las inequidades sociales expuestas por la pandemia del COVD-19, hacen que la obra se mantenga más vigente que nunca.

Tras la salida del álbum doble —disponible en plataformas digitales y con un libreto para leer en la web del trompetista—, Wynton Marsalis habló con El País. A través de una videollamada por Zoom, y sentado al lado del piano de su casa, el músico estadounidense analizó la importancia del jazz como lenguaje para generar conciencia social y explicó el concepto detrás de The Ever Fonky Lowdown, un disco que invita a reflexionar sobre los tiempos que corren.

—En tu nuevo disco, The Ever Fonky Lowndown, utilizás al jazz, el blues, el góspel y ritmos afrolatinos como un lenguaje para denunciar el racismo y la segregación. ¿Considerás que, a lo largo de la historia, los ritmos de raíces negras han ayudado a generar conciencia social?

—Sí, siempre tuvo un costado social. Los spirituals comenzaron encargándose de eso, y luego el jazz continuó por ese camino. Tiene profundidad y humanidad, y ayudó a derrumbar la idea de que la gente que había sido esclava no era humana. Cuando alguien es de clase baja, algunos quieren deshumanizarla y crean toda una mitología en torno a cómo justificarla, pero el jazz derrumbó esa idea. Todos los grandes músicos de jazz, ya sean blancos o negros, ayudaron a lograrlo. Benny Goodman, Gerry Mulligan y Dave Brubeck eran músicos blancos pero eran socialmente conscientes. Luego del movimiento de derechos civiles, los músicos de jazz se corrieron un poco de esta búsqueda, pero en los sesenta llegaron grupos como The Beatles, cuya música tenía música de conciencia social. Por esa época, en el jazz también estuvieron Charles Mingus, Max Roach y John Coltrane. Más adelante llegaron Stevie Wonder, Marvin Gaye, Fela Kuti y Bob Marley, que llevaron una mirada social a su música.

—En el libreto que acompaña a The Ever Fonky Lowdown comentás que las letras surgieron luego de décadas de charlas con tus padres y tu hermano Ellis. ¿En qué momento decidiste que tenías que hacer un álbum con estas ideas?

—Con mi hermano pequeño Ellis, hablamos todo el tiempo sobre política, humanismo y la historia del mundo. A lo largo de unos cuantos años, fui escribiendo algunas ideas y frases que él decía, y pensé que podía ser interesante presentarlo como un buen espectáculo de circo. Escribí The Ever Fonky Lowdown como si fuera un circo que presenta diferentes ideas del ser humano. Me di cuenta de que en el mundo hay cada vez más autócratas gobernando, que se dedican a alejar a las personas de su libertad para que hagan únicamente lo que les dicen. Entonces, comencé a preguntarme: “¿Por qué la gente siempre quiso este tipo de gobierno?”. Empecé a pensar en los componentes que hacen que la gente compre eso y lo acepte. Así me surgió la idea de que estábamos en medio de un juego, y era sobre lo que hablaba con mi hermano cuando estábamos creciendo: siempre hablábamos de juegos y jugadores.

—Mencionaste la idea del juego, y el disco está atravesado por el personaje de Mr. Game, un hombre que utiliza la idea de que “somos la mejor nación del mundo” para poner al público en contra de los otros. Basta con hacer un repaso por la historia para darse cuenta de que cientos de líderes políticos han usado esta idea para persuadir a la población.

—Sí, En The Hustle, la primera parte del álbum, presento una visión soñada de quiénes somos. No es real, pero, ¿por qué no? “Somos los mejores”, dice Mr. Game. Eso significa que si nosotros somos los mejores, entonces, ¿qué son los otros? Son menos. El siguiente paso llega cuando no solo te hacen creer que son menos que nosotros, sino que también son un problema...

—“No creen en Dios”, dice Mr. Game, para poner a las personas en contra de los “otros”.

—Claro, siempre se busca alguna cosa para demostrar que ellos son malos y nosotros somos los buenos: o le pegan a sus hijos, o no creen en Dios, o no tienen moral o no quieren trabajar. Siempre se busca una serie de razones para ponernos en su contra. El tercer paso es hacernos creer que “necesitamos hacer algo” con ellos. Ahí donde entra la idea del juego: si querés participar, tenés que asesinar a alguien que es inocente. Una vez que cometés el crimen, todos somos parte del juego y son culpables. El próximo paso es que el líder se quede con todo el dinero y todos los beneficios de la lucha, pero te haga sentir un ganador. Es como cuando gana tu equipo de fútbol y te vas a comprar a un jersey... no vas a poder usar el dinero del campeonato, pero te sentís un ganador (se ríe). Así surge la idea de que “somos ganadores y nadie puede vencernos”. Después, cambiás la historia para que quede la idea de que ellos estaban mal.

—Luego de una guerra, Mr. Game dice: “Bueno, perdimos a algunos de los nuestros, pero no importa porque somos la nación más grande del mundo”.

—¡Conocés el libreto mejor que yo, hermano! (se ríe). Claro, porque el objetivo del juego es ganar cueste lo que cueste. Luego recibís cinco premios, que están conectados con la esclavitud en Estados Unidos. Lo primero que se quiere hacer es asegurarte de que los esclavos están alejados y generar la idea de que “nosotros somos libres y ellos son nuestros esclavos”. Así surgió la segmentación, por gente que quiere estar únicamente en sus grupos. Más adelante se habla de que luego se llevó a otros ámbitos. Puede ser entre negros, blancos, mujeres, viejos, millenials, izquierda o derecha. Todos quieren estar en su grupo para sentir que son parte de algo.

—Compusiste The Ever Fonky Lowdown en 2018, dos años antes de que el movimiento de Black Lives Matter tomara más fuerza que nunca. La letra de "Isms, Schisms" dice: "Si veo a alguien cerca de mi casa, la policía lo asesinará y luego ganará el caso". ¿Sentís que, al menos en Estados Unidos, el abuso policial contra la población negra parece no tener final?

—Lo que pasa es que la policía mata a negros y a pobres todo el tiempo, y no solo en Estados Unidos, sino que en todo el mundo. Para crear justicia, primero hay que desmantelar las mecánicas de la injusticia. Las protestas son un primer paso, y los slogans también. El próximo es muy largo: hay que cambiar las leyes y enjuiciar a los culpables, pero con la inmunidad cualificada y los diferentes mecanismos que usa la policía para encubrirse, será difícil. Todo ayuda en este momento, pero es el sistema el que tiene que cambiar. Hasta que eso no suceda, siempre habrá injusticia.

—¿Creés que el alcance que generó Black Lives Matters ayudó a que la población estadounidense reaccionara contra los abusos policiales?

—No,  porque creo que lo sabemos desde hace tiempo. La muerte de George Floyd es una, pero la lista es larguísima. Incluso podemos irnos al caso de Robert Charles, que fue asesinado por la policía en 1900, aunque es verdad que antes le había disparado a otros. Creo que ahora el tema está ocupando a la nación, pero la Corte Suprema de los Estados Unidos votó no meterse con la inmunidad cualificada y nadie está diciendo nada. Eso fue hace dos meses y no hubo comentarios al respecto. Tenemos que desmantelar la injusticia.

—¿Qué efecto te gustaría que se genere en el público que escuche The Ever Fonky Lowdown?

—Creo que lo que muestra el disco es que necesitamos ser más activos, sin importar en qué. Lo importante es ser activo: si querés entregar volantes, hacelo: si te gusta educar a chicos, educá chicos; si querés juntar la basura que está en la calle, juntá basura; si sos un abogado que lucha por la justicia, seguí por ese camino. Hay tantos problemas de abusos de poder en cualquier aspecto de la humanidad, que lo importante es crear cambios.

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