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La voz angelical de la diva diferente

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Sarah Brightman

Sarah Brightman

Entrevista exclusiva con la soprano que se presenta en diciembre en el Antel Arena

Sarah Brightman
Sarah Brightman

Es una de las artistas más importantes del mundo. Bailarina, actriz y cantante, Sarah Brightman ha vendido más de 30 millones de discos en el mundo y es la única cantante que ha llegado al tope de los más vendidos en Billboard en Dance y Clásico al mismo tiempo.

La llegada de esta soprano a nuestro país es uno de los puntos altos que tendrá el Antel Arena este año: allí estará el jueves 6 de diciembre a las 21.00 (entradas por Tickantel de 2.200 a 5.500 pesos) con un concierto donde se mezclarán las canciones de su próximo disco Hymn (sale a la venta el 8 de noviembre) y las canciones que la han acompañado en su carrera por los escenarios de todo el mundo.

Brightman atiende la llamada de El País en su apartamento en Nueva York y dice que es una “preciosa mañana”, con una vista magnífica.

Hablar con Brightman es, además un sueño personal cumplido: charlar con Christine Daaé, protagonista de El fantasma de la ópera y personaje por el que siempre la vamos a amar.

—La semana pasada se celebraron 32 años del estreno de El fantasma de la Ópera, uno de sus roles más conocidos, ¿cómo lo recuerda y qué le dejó de ese musical?

—Cuando se produjo ese musical fue en un momento determinante. Y fue un momento en mi vida donde sucedieron cosas muy positivas. Tiene una música muy bella que se presentó en todo el mundo y prueba que lo que hacíamos en ese momento era muy bueno, porque se mantuvo en la memoria de la gente todo este tiempo. Estoy muy orgullosa de eso. Sucedió hace muy tiempo, pero en mis conciertos, en un momento que tengo retrospectivo, siempre interpreto secuencias de El fantasma, porque a la gente le encanta.

El fantasma de la ópera
Videoclip del musical "El fantasma de la ópera"

—¿Y qué otras canciones de su etapa con Andrew Lloyd Webber interpretará?

—Probablemente “Memory”, aunque cuando se estrenó Cats, tuve un papel muy pequeño porque era muy joven. Aunque lo que es seguro, interpretaré el algo de El Fantasma de la Opera.

—¿Siente que el público la ha encasillado en ese papel?, O en todo caso, ¿cómo se sale de esa imagen tan marcada por el público?

—Todas las artistas que han tenido una larga carrera, pueden haber interpretado una variedad de personajes, pero generalmente la gente las recuerda por un papel en particular. Estoy segura que a Maria Callas la recuerdan por un aria en particular, más que por otras que también hizo. Vivien Leigh es recordada por Lo que el viento se llevó, aunque fue una enorme actriz que hizo muchísimas otras cosas. A todas les ha pasado. Y es algo bueno, tocar una vena particular en la gente para que siempre se la señale por eso. Significa que hiciste algo especial que los marcó.

—Yendo a su nuevo trabajo, ¿cuál fue la inspiración para Hymn?

—Mis discos surgen de momentos particulares de mi vida. Para mí fue muy desafiante cuando estuve en el programa espacial ruso, eso fue algo loco, y tenía que superarlo. Necesitaba tiempo, porque psicológicamente fue algo fuera de este mundo, tenía que volver a la Tierra; y en eso mi productor me dijo: “me parece que es tiempo de iluminarte”. Y le dije “quiero hacer canciones que estén llenas de luz y esperanza, que me hagan sentir cómoda”. Quise recrear mi experiencia cuando era niña e iba a la Iglesia y quería trabajar con muchas personas, con coros. Nos llevó dos años hacer este disco.

—El coro tiene un gran peso aquí, ¿cómo hace en las giras, usa coros locales o viaja con el elenco?

—Me encanta usar coros y orquestas del lugar. Eso es interesante cuando vas de un país a otro, porque le dan siempre una textura diferente a la música. Cada país tiene una orquesta y coros increíbles. Tienen una orientación clásica, pero con una textura ligeramente diferente en los lugares donde voy. Y eso me encanta.

—Sus giras tienen un gran despliegue técnico, ¿qué veremos en Uruguay?

—Utilizamos una muy buena y preciosa iluminación, para iluminar al ser humano. Además, el coro siempre estará presente en el escenario, así como la orquesta. Pero la iluminación es muy arquitectónica en algún sentido para crear una atmósfera muy bella, que para mí es tan importante como la presentación. Así que no es un concierto muy técnico, es más atmosférico, esa sería una palabra más adecuada.

—Además de interpretar canciones de carácter operístico como “Time to Say Goodbye”, tiene canciones más cercanas al pop, ¿cómo maneja ese balance de géneros sin perder su esencia?

—Creo que se debe a que vocalmente, mi aproximación a las canciones es por el lado de mi entrenamiento clásico. Mi voz es muy melódica y muy particular, no podría decir que soy una cantante de clásico o pop, tengo mi voz característica, lo que es muy distintivo. Cuando me acerco a una canción, sé cómo hacerla, cómo me queda y qué me hace sentir, y solo elijo canciones que me dejan un sentimiento especial.

—¿Tiene algún ritual o cábala antes de salir a escena?

—La preparación me lleva algunas horas. Además del maquillaje, hay que calentar el cuerpo, y algo importante es el calentamiento vocal. Eso lo hago por partes, comenzando en la mañana. Canto unos cinco minutos, después del almuerzo, en la tarde y ya en la nochecita, son 20 minutos más de entrenamiento. Hay que calentar la voz y por eso no hablo, porque tengo que guardar la voz, eso es lo más importante. Y también está la preparación mental, especialmente cuando viajas, porque todas las ciudades son distintas, con sonidos diferentes y audiencias.

—¿Y después?

—Me tomo una cerveza y un paquete de papas fritas, y pongo mis pies en un balde de agua con hielo.

—No es la imagen que uno tiene de una diva.

—Lo sé, pero es algo tonta la imagen de diva. Digo, ¿cuántas personas pueden poner los pies en hielo mientras toman cerveza y comen chips al mismo tiempo? Para mí es un momento fantástico y de disfrute.

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