FESTIVAL

La industria cultural es de las más golpeadas por la pandemia del coronavirus, y eso aplica a nivel global, regional y nacional, más allá de que en Uruguay la reactivación, aunque a paso lento, ya comenzó. Del otro lado del Río de la Plata, Argentina atraviesa una crisis profunda que repercute en exitosas productoras de televisión y en proyectos emergentes; no hay espectáculos públicos desde marzo y aunque el festival Lollapalooza reprogramó su edición para noviembre, la realización de eventos así de masivos no parece posible por lo que queda de 2020.

La marca Cosquín Rock también fue golpeada. Tuvo que cancelar la edición estadounidense, la primera edición española y las de Uruguay, Paraguay y Colombia, planificadas par los próximos meses. Sin embargo, en algunos días concretará su edición más ambiciosa: un Cosquín Rock virtual y sin fronteras, que podrá ser visto desde cualquier lugar y que contará con una grilla internacional de más de 60 artistas.

“Es cumplir un sueño que consistía en lograr unificar todas las bandas de Latinoamérica en un solo festival”, dice con la verborragia que lo caracteriza el productor José Palazzo, en charla con El País.

El 8 y 9 de agosto llegará este Cosquín Rock que se anuncia como el festival online e interactivo más grande de Hispanoamérica. A través de su sitio web, el evento contará con alrededor de 64 shows que serán en vivo —y en su gran mayoría en directo—, y que estarán repartidos en cuatro escenarios con actividad simultánea (entradas en Redtickets).

Ciro y Los Persas, Molotov, Las Pelotas, León Gieco, Él Mató a un Policía Motorizado, Julieta Venegas, Ratones Paranoicos, Miss Bolivia, Zoe Gotusso, la chilena Cami, El Kuelgue, y las participaciones extramusicales de Hernán Casciari o el filósofo Darío Sztajnszrajber son parte de una grilla variopinta.

La propuesta, para todo lo que ya se ha visto en streaming durante estos meses de pandemia, es novedosa. Los recitales se transmitirán desde distintas salas: en Uruguay, la sede Cosquín será la Sala del Museo, donde actuarán Julieta Rada, los hermanos Yamandú y Tabaré Cardozo de Agarrate Catalina y Cuatro Pesos de Propina; en Argentina habrá varios venues, entre ellos el Luna Park o Vorterix. En México también habrá cuatro puntos diferentes, en España otros tantos, y así en cada país involucrado. En cada lugar, las bandas tocarán con formación completa (respetando los protocolos), y tendrán interacción con el público, de forma virtual, si la circunstancia lo permite.

“La industria está sumergida en una incertidumbre absoluta, en una pobreza creativa y de inacción muy triste. Técnicos, sonidistas, iluminadores, proveedores de sonido, de luces, de pantallas, venues, músicos: todo eso se puso a laburar hace 35, 40 días”, resalta Palazzo para dejar en claro que cada una de las propuestas artísticas movilizará, para la ocasión, a su equipo de trabajo. La única diferencia que estos shows tendrán respecto a los shows que dan habitualmente es, justo, la ausencia del público en sala. Lo demás estará todo.

Pero para el público, el Cosquín también propondrá un diferencial: cada espectador podrá elegir con qué cámara ver los shows —habrá tres cámaras más una 360° como opciones— y se podrá hacer “zapping” entre espectáculos. Un primer acercamiento a este tipo de transmisión se podrá ver este sábado a las 22.00, a través del show que darán Los Pericos en la plataforma del Cosquín. Gratis para todos los que se registren en la web, Los Pericos tocarán en vivo desde La Trastienda con varios invitados.

Dice Palazzo que la construcción y el desarrollo de una plataforma web que pueda soportar toda esta transmisión costó 400.000 dólares. Dice, también, que ya tomó la decisión de aguantar toda la estructura de su empresa y de garantizarle los sueldos a sus empleados por lo pronto hasta fin de año, y que con esa resolución ganó en tranquilidad como para poder embarcarse en un proyecto así.

Y además dice que se dio cuenta de que al público le cuesta pagar para ver este tipo de propuestas online, “porque no entiende que esa entrada se vierte a sonidistas, iluminadores, técnicos, músicos que cobran cachet”. ¿Tiene fe de que eso cambiará? “Tengo fe, pero también tengo la dicha de saber que somos pioneros, que hemos generado un puntapié inicial y que tenemos una plataforma que le permite a los que quieran hacer un streaming desde cualquier lugar del mundo, sumarse y hacerlo”, afirma.

"Yo tengo una vinculación apasionada, histórica y familiar con la convivencia con el festival físico. Cuando mis hijas eran chicas, tuve la posibilidad de ir te diría que a los 10 festivales más importantes del mundo y los vivimos como experiencia sonora, campestre, con todo lo que significa. Digerir eso y transformarlo en esto es distinto, pero esta enfermedad paralizó al mundo”, dice el productor, “y el presente de los festivales y la música en vivo solo puede ser alcanzado por el público a través del streaming”.