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Un sueño oriental desde adentro

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Yoko Ono. Foto: Matthew Placek

Una recorrida por la ineludible exposición de la japonesa en el Malba de Buenos Aires.

Es licenciada en poesía y composición contemporánea del colegio Sarah Lawrence, fue la primera mujer en ser admitida en la carrera de Filosofía de la universidad japonesa Gakushuin, es fundadora del movimiento artístico Fluxus, ha llevado su arte por todo el mundo, ha grabado discos y compartido proyectos con figuras destacadas, y lanzó una línea de ropa. En 2009, la Bienal de Arte de Venecia la reconoció con un León de Oro.

Yoko Ono cumplió en febrero 83 años y se ha convertido en una de las artistas conceptuales más famosas e interesantes de estos tiempos. Sin embargo, el mito popular hizo que todavía hoy sean muchos los que creen que su único mérito es haber destruido a los Beatles.

Ya se sabe: se la culpa por haber distanciado a John Lennon del "mundo ideal" de una de las bandas más importantes de la historia de la música, aunque la biografía oficial de la banda (The Beatles Anthology, 2000) y las infinitas entrevistas que ha dado Paul McCartney hayan tratado de desmentirlo.

Es una idea que a esta altura suena bastante arcaica, y a la que Yoko Ono ha respondido de una única manera: trabajando. Sigue activa a pesar de tener más de 80 —el año pasado posó ligera de ropas para la afamada fotógrafa Annie Leibovitz, para una novedosa edición del calendario Pirelli— y este año publicó la secuela de su disco de remixes de 2007, Yes, Im a Witch (Sí, soy una bruja, una ironía para celebrar), al que bautizó Yes, Im a Witch Too. El disco está en Spotify.

"Es una historia famosa, la de que yo no era aceptada por el mundo. Básicamente era porque estaba casada con John y mucha gente pensaba que no debería estarlo. Pero creo que la gente ya se ha acostumbrado a mí. Mi trabajo progresa, y creo que ahora tengo una buena relación con la gente", le dijo este año a El País de Madrid.

Si alguno todavía duda de las condiciones de esta japonesa, más allá de su constante actividad, tiene a escasa distancia una buena oportunidad para sumergirse en su mundo. Hasta el 31 de octubre está en el Museo de Arte Latinoamericano de Buenos Aires la exposición retrospectiva Dream Come True, en la que se repasan décadas del trabajo conmovedor de una artista sutil e inteligente.

La obra de Yoko Ono —las instalaciones En trance y Ex it con las que recorrió el mundo hace casi dos décadas— estuvo entre noviembre y diciembre de 1998 en el Museo Nacional de Artes Visuales en Montevideo. Esta es una nueva oportunidad y bastante cercana para reencontrarse con su trabajo, y recorrerlo desde principios de la década de 1960 hasta ahora.

Es, además, parada obligatoria para cualquier uruguayo que pase por Buenos Aires (este fin de semana "largo" seguramente viajarán muchos), en un museo con otros atractivos (ver recuadro) ubicado entre los coquetos barrios de Recoleta y Palermo.

Experiencia.

El rostro joven de Yoko Ono, enmarcado en un cabello despeinado, recibe al público en el segundo piso del Malba, donde unas 80 obras entre fotos, eventos e instrucciones, construyen este recorrido por una parte esencial, feminista y pacifista de Yoko Ono.

Dream Come True ("Sueño hecho realidad"), con curaduría de Gunnar B. Kvaran y Agustín Pérez Rubio, es toda una experiencia. Porque al trabajo de la japonesa no hay que contemplarlo solamente: hay que interactuar con él, involucrarse o de lo contrario no tiene sentido.

"Cada planeta tiene su propia órbita. Imagina que las personas cercanas a ti son planetas. A veces es lindo simplemente mirarlos orbitar y brillar", dice una de las primeras instrucciones que aparece sobre una pared blanca.

Ono empezó a trabajar con las instrucciones a fines de la década de 1950 (de hecho en el Malba está la primera que publicó, Pieza de encender) y hoy constituyen una parte clave de su legado. Son ordenes simples, concretas, que le dicen al espectador qué hay que hacer y que están pensadas como obras visuales en sí mismas.

A metros está la escalera a la que hay que subirse para buscar, con una lupa, la palabra "Sí" en letras diminutas. Es una parada un tanto tramposa que cuenta con su propia mística romántica: fue la que cautivó a John Lennon en 1966 en Londres, en la muestra en la que conoció a Ono y empezó una de las historias de amor más conocidas del siglo pasado.

Más adelante hay una pieza de 2013, en la que decenas de mapas dan la oportunidad de estampar la paz donde cada uno crea conveniente. Hay una sala con objetos rotos, en la que la instrucción solicita intentar repararlos mientras se piensa en "reparar el mundo". Hay un cuadro abstracto al que se le pueden agregar colores.

La descripción parece sencilla (y lo es) pero Yoko Ono ha manejado con mucha habilidad la sencillez. Sus propuestas son inteligentes y claras, y detrás de eso esconden la complejidad que se plasma mediante la interacción. El paseo turístico es lindo y la parada es obligatoria, sí, pero la experiencia va mucho más allá y termina resultando conmovedora.

Ser parte.

Aunque toda la muestra —que incluye música, material audiovisual, una transmisión permanente del cielo y hasta una escultura parlante— es interactiva, hay dos instancias concebidas desde la interacción. Uno es el evento "Agua", para el que se rodeó de artistas latinoamericanos que, cada uno desde su perspectiva, produjo una obra-recipiente.

El otro es el muro "Resurgiendo", en el que los ojos de decenas de mujeres latinoamericanas víctimas de violencia doméstica miran a los concurrentes y cuentan algo de su propia historia. Es una de las instancias más intensas de esta Dream Come True.

"Todo mi trabajo creativo está ahí: en arte, música y performance. Solo se necesita su participación", dijo Yoko Ono en un saludo que envió por video al Malba de cara a la inauguración de la muestra. Su trabajo estará allí hasta octubre.

Rotos: Ono invita a restaurar objetos, pensando en el mundo. Foto: Prensa Malba
Rotos: Ono invita a restaurar objetos, pensando en el mundo. Foto: Prensa Malba

"Dream Come True" y más del Malba.

El Malba abre de jueves a lunes de 12.00 a 20.00 y los miércoles de 12.00 a 21.00, mientras que los martes permanece cerrado. La entrada cuesta 100 pesos argentinos —250 uruguayos y menores de cinco años no pagan— y para la exposición de Yoko Ono hay visitas guiadas los jueves, viernes, sábados y domingos a las 15.00. Además de Dream Come True, el Malba está albergando en el primer nivel la muestra En nuestra pequeña región de por acá, del chileno Voluspa Jarpa. La sala grande del primer piso, donde se instala la colección permanente del museo, estará cerrada hasta el 21 de setiembre porque se está montando Verboamérica, una nueva muestra.

DE PASEO POR BUENOS AIRES.

Si está pensando viajar a la capital argentina este fin de semana, acá van tres actividades culturales diferentes de las que se puede disfrutar.

Tango Ba festival y mundial - Hasta el 31 de agosto.

El Mundial y Festival de Tango empezó el 18 de este mes y se extiende hasta fin de mes, con entrada libre y capacidad limitada. En cuanto a la competencia de baile de la que participan parejas de todo el mundo, las semifinales son este fin de semana en la Usina del Arte que se encuentra en La Boca. En cuanto a recitales y más: festivales.buenosaires.gob.ar.

Borges: ficciones de un tiempo... - Infinito / hasta noviembre.

Es una muestra multidisciplinaria que explora la vida y la obra del escritor argentino Jorge Luis Borges. Incluye conferencias, lecturas, clases, fotografías y hasta primeras ediciones de algunos de sus textos. Borges: ficciones de un tiempo infinito está hasta noviembre en el CCK, de miércoles a domingos de 12.00 a 19.00 con entrada gratuita.

Festival Latinoamericano de Teatro - Hasta el 4 de setiembre.

Inauguró hoy y se extiende casi dos semanas este festival en el Teatro Nacional Cervantes, que tendrá en escena espectáculos de Bolivia, Brasil, Chile, Colombia, Costa Rica, El Salvador, México, Paraguay y Uruguay. La obra uruguaya que participa es Tebas Land, de Sergio Blanco, este domingo a las 21.00. Las entradas para cada función cuestan 100 pesos.

El eterno femenino de una imaginativa pintora
Yoko Ono. Foto: Matthew Placek

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