Para las confusiones que generan sus nombres, no presentan mayores problemas de identidad. A Guzmán Mendaro le han dicho "Germán" y "Mendero" más de una vez, y ni que hablar de las variantes que Alejandro Spuntone ha escuchado sobre su apellido. Incluso a este dúo que formaron en 2010 y que se posicionó en la escena musical nacional en 2013, muchos lo llaman Estado natural.

Pero el nombre artístico de esta pareja es Spuntone-Mendaro, a secas, y Estado natural (Bizarro, 2013) el que le pusieron a su primer álbum, ese que les valió el Disco de Platino por sus ventas, que a dos años de haber salido volvió a posicionarse entre los 20 más vendidos del mercado y que luego, cuando fue editado como DVD, alcanzó el Disco de Oro. "Para nosotros, cada cosa que pasa es una sorpresa", le dice Spuntone a El País, y también es una sorpresa haber tenido que agendar una segunda fecha en La Trastienda, este viernes.

Es que el recital que brindarán mañana a las 21:00 iba a ser la última instancia de grabación de su segundo disco, El refugio. Pero la demanda los obligó a agregar una jornada más, que más bien será para disfrute colectivo. Ese mismo disfrute que los impulsó, hace unos cinco años, a tomar canciones ajenas y llevarlas a un virtuoso formato de fogón, interpretadas con las guitarras de Mendaro y la voz de Spuntone.

"A veces usamos la palabra proyecto, pero al principio no era un proyecto, era una necesidad", reconoce Spuntone, excantante de la exitosa banda La Trampa, cuya disolución marcó su alejamiento de los escenarios masivos. La vuelta fue progresiva. "Yo tenía la necesidad de cantar, Guzmán sentía empatía conmigo y le gusta tocar en este formato intimista, y la idea era tocar en el boliche de un amigo", repasa sobre su acercamiento al exguitarrista de Hereford. Aquella vez, en aquel boliche, no hubo lugares vacíos. Había músicos, amigos y fanáticos de las bandas que ambos integraron.

Otros boliches los recibieron, pero durante dos años tocaron muy poquitas veces. Sus versiones llegaron a oídos de Andrés Sanabria, director de Bizarro, que les sugirió grabar un disco. No habían pensado en eso ya que lo único que les preocupaba era sacarse las ganas de tocar. Pero aceptaron, hicieron el exitoso Estado natural y ahora doblan la apuesta con El refugio.

El hecho de que este "proyecto", entonces, haya surgido de manera tan espontánea, es uno de los principales factores en los que se basa la sorpresa de Spuntone y Mendaro ante semejante acogida. Otro factor es el poco trabajo "de estudio" que le dan a estas versiones o nuevas lecturas, despojadas de instrumentación. El peso emocional recae en la interpretación vocal de Spuntone, y Mendaro asume la responsabilidad de hacer nuevas fórmulas con su guitarra, manteniendo un clima acústico e íntimo.

Con esta visión, el tándem logra algunas adaptaciones memorables, como lo son en el primer álbum "Por ejemplo" de Fernando Cabrera, "Un romancero" de La Tabaré, "La octava de Octavio" de Bufón, "En un lugar un niño" de Psiglo o "Un vaso en alto" de Doberman. Apenas una muestra de un álbum de 21 canciones (el próximo tendrá 20) y un nivel muy alto.

"Nos juntamos muy poco a ensayar, por el trabajo, entonces nos juntamos y hacemos una especie de esqueleto. Pero el tema va adquiriendo todo cuando lo vamos tocando en vivo. Sería muy mentiroso de nuestra parte decir: sí, nos metemos en estudio, le buscamos la vuelta…", confiesa Spuntone. "A nosotros no nos pasa, porque trabajamos desde lo más sencillo y despojado. De ahí en adelante las canciones crecen y las dotamos de una vida diferente a la que tenían originalmente", analiza.

Que el público haya recibido tan bien un disco de covers, sin embargo, no los sorprende. "No deja de ser música. El tema es que conmueve. Cuando algo gusta, gusta", sentencia Mendaro, con una sonrisa que confirma el placer que le da esta propuesta en la que también oficia de corista. "Más allá de hacer el tema, después tenés que interpretar lo que es tuyo, que ya es otro vos. Sigue siendo interpretación, y es algo muy, muy valioso la interpretación del músico, porque es cuando se produce la música. Una cosa es cuando se crea, ¡pero cuando sucede…! ", expresa.

Spuntone tiene el rol de intérprete incorporado desde siempre, porque componer le cuesta "un disparate". "La versión tiene que tener la mirada propia de un artista. A mí como intérprete me resulta muy fácil hacerlo porque fue lo que hice toda la vida; entonces tenía que meterme en la cabeza del tipo y ver hacia dónde iba", explica. "Mi lugar común, mi estado natural, es interpretar canciones".

En Estado natural, el grueso de los temas incluidos los propuso Spuntone, y Mendaro marginó sus gustos personales para hacer diseños. Después vino la instancia de opinar y de sugerir. Para El refugio, el camino fue distinto, pero se mantuvo la premisa: elegir exclusivamente canciones o artistas con los que tengan "un punto en común".

"Dentro del repertorio respetamos el sentir por la canción; sobre todo en esa primera instancia de adaptación, que pasen por el paladar y tengan un sentido en el canto desde el lugar emotivo. Todas las canciones recibieron el mismo trato afectivo nuestro", asegura Mendaro. Ese punto puede tener que ver con afinidad, con gusto —como en el caso de Don Nadie, banda que Mendaro escuchó desde Alemania junto a Pepe Canedo— o con vivencias. En ese grupo entrarán, para este segundo trabajo discográfico, "Señales" de Jorge Nasser o "Alrededor del fuego" de Tabaré Cardozo.

Spuntone y Mendaro harán esta doble fecha para terminar de grabar El refugio, pero en su mente ya está echar mano en composiciones propias, que podrían salirse de este formato si así lo requiere la canción. "Nosotros dimos una mirada sumamente respetuosa de lo que nos gusta", manifiesta el cantante, pero las cosas pueden cambiar. "Este lugar que tenemos es de plena libertad".

presentarán “El refugio”, su nuevo disco, el viernes en la trastiendaBELÉN FOURMENT