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Sole Ramírez y la vida tras Mala Tuya: "Nunca es tarde para hacerse cargo de lo que uno es"

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Soledad Ramírez. Foto: Leonardo Mainé

ENTREVISTA

Tras el fin de Mala Tuya, Soledad Ramírez proyecta su carrera de cantante como solista. Mientras, se la puede ver en "Masterchef: Celebrity"

Se instaló en Punta del Este a fines del año pasado, un poco porque se dio y otro poco porque necesitaba encontrar una forma de articular un trabajo extrovertido con una vida más interior. Allá transitó la cuarentena, entre la incredulidad, el encierro y un estadio en el que vio una “oportunidad”: tras componer, proyectarse, ordenar, y ahora Soledad Ramírez está lista para emprender la nueva etapa.

Luego de que su banda, Mala Tuya, anunciara el final de un ciclo y después de estrenarse en las cocinas de Masterchef: Celebrity, la cantante trabaja en una nueva identidad musical para lanzarse como solista y está en pleno proceso de entender qué quiere decir y cómo quiere hacerlo. Es lo que le cuenta a El País en una charla en la que ordena las fichas de los últimos meses y avisa de un anuncio que hará en los próximos días y que tiene que ver con un proyecto colectivo junto a otras mujeres de la música local, que decanta de la colaboración “Solo lo bueno” que hizo junto a Nati Ferrero (Mano Arriba) y la rapera Clipper.

“Hay que romper ese paradigma de que entre mujeres se fomenta la competencia”, asegura Ramírez al respecto. “No funciona así, ya no nos comemos esa pastilla: al contrario, cuanto más nos hermanamos, más lejos vamos a llegar”.

—Mala Tuya ya había reducido la formación, el año pasado hiciste una gira como solista. ¿Cómo se concretó el cierre de esta etapa colectiva?

—Desde los comienzos de la banda me pasó que en entrevistas me preguntaban si tenía en mis planes ser solista, y yo realmente nunca me lo había planteado. Se ve, mirando en perspectiva, que de alguna manera hubo un proceso interno que se fue dando y que en un momento me di cuenta que yo estaba queriendo y necesitando transitar otro camino que no se lo podía pedir a Mala Tuya. Y de a poco —me costó mucho— me di cuenta que necesitaba hacer ese salto, tomar esa decisión de mucho coraje, valentía y mucho duelo. Y empecé a reconocer en mí la necesidad de encontrar una identidad individual y no hablar más por la grupalidad.

—¿Qué te dejó aquella gira?

—Fue superintensa, 19 encuentros conmigo, cara a cara y sin escapatoria. Me fui llenando de seguridad. Y además en esto que decías, de que la formación se fue desarmando, siempre hubo algo de que para cualquier evento, la única que no podía faltar era yo; siempre sentí esa responsabilidad por la imagen, la voz, todo. Y empecé a ver cómo algunos empezaron a elegir otros caminos personales, profesionales. Y me terminó de caer la ficha cuando en diciembre del año pasado uno de los miembros fundadores decidió abandonar. Hicimos una reunión, todos estaban para seguir y cuando llegó mi turno, yo no sabía qué quería hacer. Necesité tiempo para ordenar todo, y en este tiempo terminó de decantar. Ahí ya estaba segura de que tenía que recorrer otro camino, con todos los riesgos que eso implica. Partió desde ahí pero fue algo compartido, y desde ese amor que nos tenemos, porque somos familia, fue relindo cómo ellos me acompañaron. Nosotros nos sentimos hermanos y seguiremos haciendo cosas juntos, compartiendo.

Soledad Ramírez. Foto: Leonardo Mainé
Soledad Ramírez. Foto: Leonardo Mainé

—¿Qué respuestas encontraste adentro, qué querés mostrar?

—Me encuentro trabajando en eso, buscando el qué y el cómo. Si bien voy a seguir haciendo música, claramente, siento que quiero darme el tiempo, cosa que no sucedió con Mala Tuya. Entonces voy a empezar de adentro hacia afuera. Estoy buscando sonidos, escribiendo canciones, y si bien me gusta transmitir alegría, también quiero transmitir otras cosas que están en mí. Hay una necesidad de conectar desde la honestidad, de lo real. También quiero explorar más en mi voz, quiero experimentar sonidos modernos y otros oscuros, y quiero hacer algo comercial porque quiero que lo escuchen todos, pero no por eso que sea vacío, plástico. Te puedo decir cosas importantes en un lindo envase, y estoy buscando cuál va a ser ese envase. Y quiero que mi propuesta musical esté pensada desde un todo, y mi sueño es cruzar otras fronteras. Me quiero plantar.

—Todo este proceso hacia el camino solista lo transitás con casi 30 años, cuando en la industria está esa idea de que cuanto más joven, mejor.

—Yo siento que es lo que me está tocando y por algo será, no puedo tener injerencia sobre eso. Estoy parada acá, ¿hacia dónde quiero ir y qué puedo hacer? Y siento que todo lo que transité me preparó. El primer año de Mala Tuya tuvimos una gira por Argentina y yo estaba aterrada; no quería ir, estaba muerta de miedo, y estuvo de más, pero sufrí muchísimo. Hoy me siento preparada para un montón de cosas.

—¿Qué te cuestionás?

—Por momentos me cuestiono si seguí por inercia haciendo determinadas cosas y no me pregunté antes lo que me pregunto ahora. Pero si no sucedió es porque no estaba preparada, y nunca es tarde para hacerse cargo de lo que uno es y lo que quiere hacer. El pasado ya no existe y lo único que tengo es este momento; solo me puedo plantear lo que quiero hacer. Y también pienso que en la industria —y en otros ámbitos— está eso de que la mujer sirve hasta determinada edad, y después te ponés ya vieja y entonces no; hay cierta presión por estar siempre joven, fresca, espléndida, linda, y de tener que reinventarte todo el tiempo para mantenerte. Y a un hombre no le sucede eso: al contrario, podés tener 80 años y te van a encontrar el lado seductor. A una mujer le cuesta más energía y esfuerzo mantenerse y ser valiosa como artista. Y siento que en cualquier etapa de la vida estamos en un lugar propicio para dar algo. Sí es algo que me he planteado, pero trabajo para no preocuparme por eso.

—¿Y en qué momento te encontró la propuesta de Masterchef?

—En un lugar de transición. Agradezco mucho que me haya llegado la propuesta porque, más allá de hasta dónde llegue, me va a sumar, y siento que me va a dar exposición y contacto con más gente. La televisión sigue siendo un medio masivo y llega a un público al que incluso yo, a través de las redes, no le llego. Y siento que me mantiene activa para afuera mientras estoy haciendo mucho trabajo interno, y si no fuera por estar en la pantalla, quizás quedaba un bache grande entre el fin de Mala Tuya y lo próximo que haga. Mientras estoy cocinando adentro estoy cocinando, literal y metafóricamente, para afuera. Y me gusta confiar en la perfección de cómo funciona todo lo que escapa a nuestro control. Además de que estoy descubriendo algo en mí que no sabía que tenía, una forma distinta de expresarme y brindarle algo mío al otro.

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