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Santiago Tavella: "Pasé canciones a El Cuarteto y entiendo que no cuadraron”

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Santiago Tavella. Foto: Francisco Flores.

ENTREVISTA

Esta noche, Santiago Tavella presentará el EP "Los modernistas" junto a su proyecto Otro Tavella y Los embajadores del buen gusto; antes del "encuentro secreto", el músico habló con El País

Para presentar el EP Los modernistas, el líder del proyecto Otro Tavella y Los embajadores del buen gusto ofrecerán hoy, a las 21.00, un Encuentro secreto en su estudio: vino, bocadillos, charlas, una exposición de obras de Javier Bassi y música en vivo del grupo. Cuesta 1200 pesos y se reserva, vía whatsapp, al número 09142480.

—El nombre de tu proyecto solista es Otro Tavella y Los embajadores del buen gusto. ¿En que se diferencia este Tavella con el del Cuarteto de Nos?

—Bueno, era una de las cosas que yo necesitaba. Otro Tavella y los Embajadores del buen gusto salió de casualidad. Primero había una cosa que era Tavella en Otra. Grabé unos temas pero no se desarrolló. Entonces arranqué yo solo con Otro Tavella y se fue sumando gente hasta que fuimos varios y quedó Los Embajadores del buen gusto. Con El Cuarteto siempre estuvo presente el juego con el mal gusto, que es utilizar elementos de la cultura de masas que son como de mal gusto y hacerlos partes del chiste. Por otro lado, yo tenía cosas musicales y literarias que eran del canon de lo que está “bien”: Bob Dylan, Joni Mitchell, Leonard Cohen, Belle and Sebastian, cosas de jazz y de Piazzolla que no tenían cabida dentro de El Cuarteto. Iba acumulando cosas y no sabía dónde meterlo, así que el proyecto surgió por ese lado. Tenía un montón de cosas acumuladas que vienen de una cuestión muy refinada, no es que esté diciendo que el resultado lo sea, pero están en esa búsqueda.

—Es difícil pensar que en discos como Jueves y Apocalipsis Zombie podrían haber espacio para canciones como “Anorexia” o “Barcochino”.

—Sí, para mí esa libertad era muy importante y era una cuestión muy necesaria para poder seguir creciendo. En realidad, toda la vida siempre tuve esos espacios que no tenían que ver específicamente con El Cuarteto. Tenía momentos de mucha libertad; nunca me alcanzó con un solo espacio. Lo que estoy viendo es que este espacio de ahora, de Otro Tavella y los Embajadores del buen gusto, viene consolidándose cada vez más. No sé si rápidamente, aunque no tengo mucho apuro, pero viene creciendo y no solo acá. Cuando estoy de gira con El Cuarteto, hago lo mismo que cuando empecé: toco en un boliche. Ahora vamos de gira y hay ciudades que se suman a la cosa. En Bogotá voy a tocar solo y en Monterrey voy a hacer un trasnoche en un bar que queda al lado del lugar donde tocamos con El Cuarteto.

—En los últimos dos discos de El Cuarteto no hay canciones tuyas. ¿Por qué?

—Yo pasé canciones y entiendo que no cuadraron. No lo digo como diciendo: “Ay, me sacaron del medio”. Entiendo que tiene cierta lógica porque lo que estoy haciendo va para otro lado y las Roberto (Musso) para otro. Es como que fuimos agarrando para rumbos diferentes. De alguna manera, las canciones que viene haciendo Roberto le parecen naturales a la mayoría de los fans de El Cuarteto. Los que me escriben diciendo que en los discos de El Cuarteto no hay canciones mías les respondo: “Están acá” y les mando mis discos. “Armate una playlist y ponelas como quieras” (se ríe). Lo digo en una buena y me resulta divertido porque es cierto que hay cosas que cambian.

—¿Qué diferencias encontrás entre un show como el del Antel Arena, con el de esta noche, que será un encuentro para 33 personas en tu estudio?

—Es una cosa bien distinta y me gusta que pase. Nos pasa con El Cuarteto que cuando vamos a ciudades nuevas, tocamos en lugares chicos y pila de veces la mánager nos dice: “Pero, ¿por qué tocan tan bien en estos lugares tan chicos?”. “¿No será por eso?”, respondo (Se ríe). Es cierto que en lugares más chicos tenés una cosa más cercana con el público. Parte de la movida de hacer estos encuentros pequeños viene de esa revalorización de la distancia: empezamos a tocar en boliches y no viene mucha gente. Entonces, en vez tocar en lugar más grandes y sufrir más, mejor vamos a tocar en lugares más chicos pero haciendo que funcione. Me parecía importante salir de los formatos preestablecidos de espectáculos, que están muy formateados por el mercado. Está bien hay gente que quiere hacer dinero, pero vivimos en un mundo de miedosos.

—¿Qué le recomendás a las personas que asistan al “Encuentro secreto” para que puedan disfrutar de la propuesta?

—Es una cuestión de que, por más de que sean secretos, recibimos a la gente con una copa de vino. Charlamos media hora, vengan a las 21.00. Hacemos el recital y después nos quedamos charlando. La idea es venir con el alma en paz y tranquilos. Ahora está eso de conocer al artista, el meet and greet, pero son dos minutos. Me parecía interesante ya que se podía hacer eso, pero con formatos que se escapan de la cosa. Hace un tiempo, cuando trabajaba en el Subte, hubo un proyecto de danza que se llamaba Freezer , y era una performance para cinco personas hecho por cinco personas. Un día les dije: “Che, pero esto no es buen negocio”, y ellos me respondieron que no importaba. Estaba muy bueno y esas cosas te quedan. Laura Marling, una de las cantantes actuales que más me interesa, hizo un proyecto en Nueva York donde entraban a una habitación dos personas que no se conocían entre sí y ella les cantaba dos canciones. Es interesante porque es una manera de plantearse las cosas de otra forma y tener otro tipo de contacto. Estaría bueno que la gente viniera dispuesta a todo (Se ríe).

TAVELLA

Otra forma de cantar

Al escuchar las canciones de Otro Tavella y Los embajadores del buen gusto, se pueden encontar varias diferencias con respecto a El Cuarteto de Nos. Además de las letras y de los arreglos, el oyente podrá descubrir que el músico ofrece otra manera de cantar. “Hay veces que estás en plan sarcástico y otras, que es lo que estoy haciendo ahora, que pueden ser muy crueles. Tal vez la mejor manera de decirlas sea con distancia, como fríamente”, explica Tavella. “Es una cosa muy buena que tenían los humoristas uruguayos de la época de Decalegrón: eran serios. Es decir, no decían el chiste y reían, que es la diferencia con los argentinos. Ahora me parece que si en determinado tipos de letras aparece el tio guarango, es como que las desvirtúa porque, de por sí, ya tienen eso”.

A finales del 2011, Tavella volvió a estudiar canto con la profesora Nelly Pacheco y se enfrentó a una experiencia que le brindó nuevos elementos al momento de cantar. “Terminé entendiendo cosas que había aprendido en pintura y terminé tocando mejor el bajo gracias a que aprendí a interpretar mejor”, asegura. “Cuando empecé el proyecto, le pregunté a Nelly qué pasaba si esto no le interesa a nadie. ‘No es tu problema’, me respondió. Lo dijo como si fuera una obligación moral”.

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