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Un rubí que brilla en una fiesta de voces regionales

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Loli Molina. Foto: Ariel Colmegna

Loli Molina inaugura el "Festival Uruguay Más Música" el martes.

La argentina Loli Molina vuelve a Montevideo tras su última visita de diciembre, esta vez acompañada de Chico César y para inaugurar la segunda edición del Festival Uruguay Más Música, que se instalará este martes y miércoles en la Sala Zitarrosa. Ella y su colega brasileño harán la primera función, y al día siguiente se presentarán la peruana La Machete y el local Fernando Cabrera; siempre desde las 21.00 y con entradas en Tickantel desde 400 pesos (también hay abonos).

“A Chico lo conocí el año pasado en San Pablo, a través de varios amigos en común. Brasil tiene esa cosa de que hay mil músicos buenos por metro cuadrado, y hay una sensación de comunidad y no de competencia: son todos tan buenos que no les conviene competir”, adelanta Loli Molina a El País previo a este concierto del martes, en el que cada cantante hará su bloque solista pero también aprovecharán para cruzarse.

“Él tiene mucho sentido del humor y es muy humilde, entonces creo que va a estar buena la convivencia en el escenario y con la gente”, anticipa la argentina sobre el concierto.

Molina viene con su guitarra a tocar los temas de Rubí, quizás alguna canción de su etapa anterior y versiones, que a esta altura son parte de su repertorio. También es probable que aparezcan temas inéditos, porque este año ya dio comienzo a una nueva etapa musical.

Si no puede ver el video, haga click aquí.

“Pasan épocas en las que ni toco ni escribo, sólo en los conciertos”, cuenta. “De hecho, acabo de salir de una de esas rachas, y en los últimos meses escribí canciones para mí, para una película, para una publicidad, cociné, hice collage... La creatividad va y viene”.

El año pasado lo cerró con cantidad de conciertos y una sobreexigencia que la llevó a tomar un descanso obligado. Estos son los primeros toques que hace en cinco meses, y asegura que ya se siente diferente en el escenario y que renovó sus ganas: “Tengo intrigas nuevas con la música que hasta hace un tiempo no, y está bueno. Tenía que parar”.

Igualmente, aunque esté curiosa por saber qué se viene en esta etapa (este año tocará en Europa por primera vez), sigue disfrutando todo lo ocurrido con Rubí, un disco que le dio apertura y que permitió que sus condiciones como guitarrista, cantante y compositora se cruzaran y llegaran a su mejor punto. “De verdad es un tesorito”, expresa, “porque son canciones que escribí desde un lugar tan íntimo, que me sorprende un montón que tengan tantas reproducciones en Spotify. Y yo sé que las personas que me escuchan conectan, nadie me escucha por arriba, y eso está buenísimo para mí. No es algo que yo busco: yo hago música y ya, pero me encanta que pase eso. Y hay algunas canciones que me siguen poniendo triste como el día que las escribí”.

Inquietudes y emociones estarán entonces en la Sala Zitarrosa el martes, entrelazándose con la propuesta de Chico César. Un día después, La Machete (Mirtha Guerrero) traerá su música de raíz folclórica y la combinará con la de Fernando Cabrera, anfitrión del festival.

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—En entrevistas anteriores hemos hablado de las diferencias entre Rubí y tus discos anteriores, pero volviéndolos a escuchar, la esencia de la canción parece ser la misma: cambia cómo se las viste, y tu manera de cantar.

—Sí, siento que algo que siempre tuve es que mis canciones no tienen la forma ni la duración que se supone debería tener, y en eso siempre fui constante. Pero Rubí es mucho más directo en el modo de decir las cosas. Me cuesta escuchar mis discos anteriores, si fuera por mí los borraría. Estoy enemistada, pero más que nada con el contexto que estaba alrededor de esos discos. Pero era necesario pasar por ahí.

—¿Seguís aprendiendo de la autogestión, de andar sola?

—Todo el tiempo, y ahora estoy haciendo otro camino porque estoy trabajando acá con una agencia (Glamity), y hay muchas cosas que me doy cuenta que de haber trabajado tanto sola, tengo vicios de control freak. Y está buenísimo poder relajarse en alguien que está ahí, entonces ahora me toca volver para atrás y desentenderme de cosas.

—¿Pero si te llegara una propuesta interesante de una discográfica, la aceptarías?

—Sí. Hay algo que me enseñó mi novio, que es que cuando uno dice que sí deja abierto, y cuando uno dice que no, cierra. Entonces por ahora te diría que sí, que lo vería.

—¿Hay algo que se repita en el nacimiento de tus canciones, un punto en común?

—A veces flasheo con un set de palabras, me dan vueltas… A veces me estoy quedando dormida y se me aparece una palabra, que al toque desprende imágenes, lugares, colores. Debe ser mi mente sagitariana que es muy sintética, va juntando información y de repente saca. Siempre estoy atravesada por la pérdida, tengo una historia personal con eso y siempre está, pero de alguna manera lo filtro y no es tan terrible para los demás. Es como: “Ay, qué paz”. ¡Y yo no estoy en paz!

—Es que las canciones transmiten calma, pero dan la sensación de que hay algo ahí que no está bien.

—Pero yo creo que hay gente que genuinamente se siente en calma, y me sorprende porque yo no estoy en esa calma y en esa paz. Lucho para estar ahí, pero no llego. Es que yo trato de reírme de mi misma porque puedo entrar en estados de mucha solemnidad, y me parece que está bueno ofrecer el otro lado, porque yo soy todo eso.

—Gustavo Santaolalla decía en una entrevista reciente, que le gustan los artistas que toman algo del folclore y construyen cosas diferentes, y te mencionaba como ejemplo. ¿Sentís que aparece el folclore en tus composiciones?

—Sí, y de una manera… Medio como la homeopatía, que tiene un 0,0001 de algo. Porque no es que yo haya escuchado folclore de chica, pero estoy muy atravesada por la guitarra, y la guitarra está muy atravesada por el folclore. Y mi música también es el folk de Estados Unidos.

—En tu repertorio de versiones, de hecho, aparece el folclore latinoamericano.

—Sí.

—En ese sentido sos un bicho raro: tenés una formación de guitarra clásica que puede ser vista como purista, pero hacés versiones desde una cumbia villera a un tema de Víctor Jara o Radiohead.

—Es que no me gusta tomarme tan en serio. Mis cumpleaños terminan en un karaoke siempre, Christian Castro a los gritos. Yo soy fan de las melodías lindas, y si hay una canción que me tocó la quiero cantar.

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Loli Molina. Foto: Ariel Colmegna

MÚSICABELÉN FOURMENT

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