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Ricardo Montaner vuelve a Uruguay y habla del trap, de Braulio Assanelli y de la niñez

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Ricardo Montaner 2019. Foto: Difusión

Entrevista

El cantante se presenta este miércoles en el Palacio Peñarol, con entradas agotadas

Entre el final de un almuerzo tardío y otra entrevista, Ricardo Montaner charló unos minutos con El País, vía telefónica, antes del show que dará este miércoles a las 21.00 en el Palacio Peñarol, con entradas agotadas. Sobre su incursión en el trap, su historia con el uruguayo Braulio Assanelli y la infancia, fue esta charla con uno de los íconos del pop melódico.

Volvés con un disco nuevo, Montaner, en el que probás con algunos ritmos nuevos. Como cantante, ¿qué dificultades te trajo el trap?

—Es que el ritmo no es diferente, es exactamente el mismo. A ver, como si fuera un blue jean, que hace 30 años se usaba acampanado, y ahora se usa skinny, apretadito. Pero es el mismo jean. Bueno, es lo mismo. Lo del trap, en realidad es una balada, y las baladas se pueden tocar de una manera o de otra, pero no varían en ritmo. Si te pusieras con tu novio a bailar cualquiera de las canciones de este disco, y buscas “Tan enamorado”, las puedes bailar ambas en la misma velocidad.

—¿Eso es lo que hace que el cambio no sea drástico, que cuando uno escucha un disco así no lo encuentra forzado, apurado por estar al día?

—Por eso. Te vuelvo al ejemplo del blue jean: no es forzado porque te estás poniendo un jean que es un poco más cercano a la tendencia de cómo se lleva hoy, pero la tela es la misma. La diferencia es que va cambiando un poquito el modelo, la forma de llevarlo a nivel de tendencia. En realidad es el mismo género; lo único que hago es vestirlo de una manera un poquito más actualizada, para no quedarte justamente desactualizado.

—Hace poco leía, en la biografía del Indio Solari, sobre su necesidad de meter imágenes cotidianas como para que la gente se identifique en pequeñas cosas de los temas. Y eso está en todo tu cancionero: en “Vasito de agua” está, en la imagen del perro esperando afuera de “¿Qué vas a hacer?”, pero ha estado siempre, en las “sábanas de seda” de “Tan enamorados”, en todo el relato cotidiano de “Me va a extrañar”... ¿Con eso tiene que ver que hayas traspasado tantas generaciones y sobre todo, tantos contextos?

—Definitivamente, tienes razón. Yo siento que el idioma ha sido el verdadero hilo a través del cual nos hemos comunicado el público y yo. Lo que escribo en mis letras, que es inalterable porque sigo escribiendo yo, me identifica mucho con la gente, porque ya está acostumbrada a oírme hablar así. Cuando yo te escribo una frase como “algo que se baile en un ladrillo, algo que te pique el corazón”, es muy del idioma al que tengo acostumbrada a la gente, desde mis primeras canciones.

—En eso, la televisión ha sido una gran aliada, porque muchas de tus canciones se han colado en la banda sonora de la gente a través de telenovelas, y en el último tiempo, también tu figura como jurado en realities ha estado presente. ¿En algún momento te trajo problemas, la tele como medio, o sabés valorarla?

—No, todo contribuye. Lo importante es utilizar diferentes formas de comunicación. A los primeros públicos llegué a través de las canciones de las novelas; escribí “Tan enamorados” y salió en una novela que empezó a recorrer el mundo, y obviamente la gente a través de eso, me empezó a conocer. Luego vinieron los videoclips, y ahora sucede con los formatos de tele que he venido haciendo en América Latina. Todos son vehículos que transportan la música.

—A tu largo vínculo con Uruguay, que incluye una visita al Pereira Rossell hace varios años, que te cambió la vida, se sumó ahora Braulio Assanelli, el ganador de La Voz Argentina de tu equipo. ¿Qué fue lo primero que te llamó la atención de él, y qué trabajó mejor a lo largo del ciclo?

—Cuando uno está volteado, no ve al artista, entonces yo escuchaba a un tipo con una guitarra, tocando una canción, y lo importante es lo que esa voz logró en el corazón de los que nos dimos vuelta. Cuando me eligió, inmediatamente se me ocurrieron mil ideas de canciones para darle. Y lo bueno que tuvimos con Braulio fue haber elegido el repertorio correcto, y que él haya hecho exactamente todo lo que le pedí. Inclusive cuando venía con cualquier antojo personal, yo me encargaba de bajarlo, de decirle: “Si quieres cantas esa canción, pero probablemente te despidas del programa porque no hace que luzcas tu voz”. Lo que más me gustó de él fue lo obediente que fue, lo bien que se aplicó a todas mis sugerencias, y eso fue lo que nos hizo ganar. Eso, y que el pueblo uruguayo se encargara de votarlo, como para que no hubiese duda de su extraordinaria capacidad.

—La canción que le da nombre a tu disco Los hijos del sol, de 1992, habla de la situación de los niños en América Latina, que hoy sigue muy vigente, sobre todo si se piensa en algunos países puntuales. ¿Qué te genera esa vigencia?

—Me entristece, porque no debería pasar. Si hay una necesidad prioritaria en el mundo, es la niñez, y lo marco porque la protección primaria debe empezar por la niñez. Todo lo demás puede esperar, pero la niñez no, ¿me entiendes? Lo que no hagamos desde que el niño acaba de nacer, incluso desde que está en el vientre de la madre, es tiempo perdido y es una generación que se pierde. Que al día de hoy haya niños durmiendo en la calle, prácticamente en América Latina entera, es algo imperdonable. Y eso es culpa de todos nosotros.

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