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Natalia Lafourcade está comprometidísima con la difusión de la música latinoamericana en general y mexicana en particular. La promesa pop que hace casi 20 años supo meterse a MTV en el bolsillo, forjó una carrera con la canción de autor como estandarte y en los Grammy Latinos de 2015 arrasó gracias al excelente Hasta la raíz.

En paralelo, la divulgación cultural han sido una causa que no abandonó ni en sus momentos de mayor exposición y brillo. Por el contrario. En 2012 editó Mujer divina. Homenaje a Agustín Lara, un tributo de una enorme delicadeza a un histórico cantante y compositor mexicano de boleros, que sirvió para rescatar memoria y acercar un clásico a nuevas generaciones.

Y después del éxito de Hasta la raíz, el siguiente proyecto de Lafourcade fue Musas, dos volúmenes discográficos para homenajear esa vez al folclore latinoamericano. Mezcló composiciones suyas con canciones antiguas, populares o no, y se alió con un veterano dúo de guitarristas, Los Macorinos, que fueron acompañantes de Chavela Vargas. Allí figuran versiones bellísimas y personales de “Qué he sacado con quererte” de la chilena Violeta Parra, “Tonada de la luna llena” del venezolano Simon Díaz o “Duerme negrito” de Atahualpa Yupanqui.

La crítica la celebró y si faltaba algo más para reafirmar ese patriotismo musical, Lafourcade interpretó el tema “Recuérdame” de la película animada Coco, para la versión estadounidense del film y luego en la ceremonia del Oscar, a dúo con Miguel. El tema (también la película) se llevó la estatuilla y fue un triunfo latino.

La última conquista de Lafourcade en esa cruzada es Un canto por México, vol 1., disco que tiene como base el concierto benéfico que dio en noviembre del año pasado, para recaudar fondos para la reconstrucción del Centro de Documentación del Son Jarocho.

Un canto por México, vol 1. arranca a pura décima con el grupo Los Cojolites, que ofrece una simpática presentación a la cantautora, “una muchacha que su esencia es de luz. Cara linda, lindos ojos, y viene de Veracruz”. Lafourcade irrumpe luego y entona la “Serenata Huaesteca” de José Alfredo Jiménez, para completar una apertura muy enérgica que baja la intensidad para la versión mariachi de “Mexicana hermosa”, a dúo con Carlos Rivera, y sigue bajando para su perfecta interpretación del bolero “Veracruz”, de Agustín Lara.

El disco se compone de un repertorio cargado de sentimiento, identidad y corte social, que pasa por las rancheras, la cumbia, la sonoridad bien mariachi y así, como si fuera un vistazo a todos los paisajes sonoros del México profundo y también del urbano. Está lleno de invitados y tiene mucha emoción y algún inédito, como “Una vida” o “Mi religión”.

Lafourcade es una cantante impecable en cuanto a la ductilidad de su voz, a su técnica y a su capacidad interpretativa. Aquí acompaña esa mixtura de sonidos con una paleta amplísima de matices, recursos y fraseos que hacen que sea ella, con todo lo que pone, el principal instrumento del disco. Hay otras voces, guitarras clásicas, las jaranas clásicas del son jarocho, palmas, y más percusión y cuerdas y vientos, pero todo orbita a su alrededor.

Entre los destacados del disco está “Para qué sufrir”, una canción de ruptura cantada con Jorge Drexler al unísono, casi que continuando la línea de lo que ya habían hecho juntos en “Salvavidas de hielo”, del último disco del uruguayo. También resalta “Un derecho de nacimiento”, de energía rockera por el aporte de los Panteón Rococo, y el cierre con “Cucurrucucú Paloma”, donde la voz de la mexicana se sostiene apenas con una instrumentación mínima y es puro melismas y potencia.

Un canto por México, vol. 1 es un disco de amor, que tiene peso y fineza y memoria, todo lo que un cantautor quiere tener. Lafourcade es un valor.

Ficha

Natalia Lafourcade

DiscoUn canto a México, vol. 1

¿Está online?Sí, en plataformas digitales

¿Está bueno?Buenísimo. Es un disco de amor y compromiso