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Reseña: Cuatro Pesos de Propina se renueva en "La llama", un disco esperanzador

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Cuatro Pesos de Propina

Crítica

La banda editó su primer disco de estudio en seis años, y el primero sin Diego Rossberg

El proceso fue largo, implicó cambios internos, búsquedas y reformulaciones. Y por eso, el disco de Cuatro Pesos de Propina se demoró tanto: La llama es el primer disco de estudio desde Surcando, de 2013; es el que la banda estuvo craneando desde que a principios de 2017 se anunció la salida de Diego Rossberg; es el que iba a consolidar el arranque de una nueva etapa y del que ya le habían adelantado algo a su público hace más de un año. El disco que días atrás llegó a las plataformas digitales.

El año pasado, en pleno trabajo de estudio, el saxofonista Rodrigo Baleato decía en charla con El País que los que habían aparecido seguían siendo “temas de Cuatro Pesos, quizás porque lo vivimos desde muy adentro y vemos de dónde salen las canciones. Yo lo veo bastante cerca, en cómo decir y en los temas también. Siempre hay un cambio, pero esto sigue siendo Cuatro Pesos de Propina”.

A primera escucha, Baleato tenía razón. Hay varios cambios en un repertorio de 13 temas y dos bonus track (uno es “Hardcore el mambo”, lanzado hace más de dos años), nuevas sonoridades que van o bien a la raíz de la música local, o a un lugar netamente electrónico más cercano a tendencias actuales. Pero el trasfondo, tanto en lo melódico como en el trabajo vocal y en el tono de la lírica, es bien Cuatro Pesos de Propina: el mensaje que llega es cálido, festivo y esperanzador.

La llama se abre con “Nunca en tregua”, una suerte de marcha en la que los instrumentos se van metiendo de a poco y que desde que entra el bombo, no para de crecer en intensidad. Tiene un estribillo poderoso que va sobre la resiliencia y al que Gastón Puentes le imprime mucho sentimiento, un golpe contundente para el inicio.

Sigue con “La llama”, un ska que arranca contenido y explota por la mitad, para convertirse en una fiesta con arreglos a lo Auténticos Decadentes; y después viene “Umpa” que es una de las sorpresas del álbum, un rap crítico con el aporte de Sara Hebe, sobre una base electrónica bien bailable. Es un giro fresco para la sonoridad esencialmente guitarrera de Cuatro Pesos, que se encadena con una linda milonga que se eleva con la presencia de Dino Ciarlo, como para dejar en claro que aunque puedan arriesgarse, las raíces están puestas en otro lado.

Después, La llama va por el rock uruguayo, el aire reggae (“Seguir siendo” suena a statement), por lo acústico y por algún lugar un poco más experimental, completando un paisaje conocido pero renovado, en el que sobresale la ternura de “Niña de las estrellas”, una canción preciosa. La llama es una buena vuelta de Cuatro Pesos, que propone algo distinto para sus parámetros sin perder de foco un mensaje luminoso, construido a partir de versos que serán, para los fans, lemas a los que aferrarse.

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