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Una orquesta grande para abrir la temporada

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Teatro Solís. Una de las cuentas que tiene Amén Comunicación Ciudadana. (Foto: Archivo El País)

El Centro Cultural de Música presenta a la Syberian State

La apertura de temporada del Centro Cultural de Música será hoy jueves 21 de abril, en el Teatro Solís a las 19:30. La velada incluye una obra favorita del público, el Concierto N° 2 para piano y orquesta de Sergei Rachmaninov, interpretado nada menos que por la Siberian State Symphony Orchestra, con la batuta de Vladimir Lande y Andrei Gavrilov, como solista. El programa comienza en forma festiva con la obertura de Ruslan y Ludmila de Glinka y cierra con el embrujo de Sheherazade de Nicolai Rimski Korsakov. El concierto promete ser una propuesta subyugante, con un entramado de connotaciones sicológicas muy sugestivas. Las entradas están a la venta en TickAntel y en la boletería del propio Solís, y van de 980 a 3.960 pesos.

Rachmaninov nació en 1873 y a los 24 años ya era muy reconocido en Rusia como compositor, director de orquesta y pianista, llegando con el tiempo a establecerse como uno de los grandes virtuosos de piano de su tiempo. Sin embargo, la génesis de su obra más famosa, el Concierto N° 2, vino precedida de un período oscuro en donde su depresión, desencadenada por el fracaso de su Primera Sinfonía y su Concierto N° 1 para piano y orquesta, adquirió ribetes patológicos. Su numen se apagó y empezó a tratarse con un tal Dr. Dahl, famoso por curar a través de la hipnosis. El tratamiento se extendió por varios meses en los que el paciente tendido en una mesa escuchaba el cántico de su doctor: "Usted va a empezar a escribir un concierto, va a trabajar con facilidad, su concierto será música grandiosa". Un buen día su melancolía se esfumó, volvió a componer y allí nació su Concierto N° 2, que dedicó al Dr. Dahl y que estrenó él mismo al piano como solista. La obra tiene un vuelo melódico irresistible, es poética, nostálgica, imbuida del "alma rusa".

Andrei Gavrilov, por su parte, el solista del concierto en Montevideo, al igual que Rachmaninov llamó la atención con su talento desde muy temprano. A los 18 años ya había ganado el famoso Concurso Tchaikovsky de Moscú, y había debutado en uno de los festivales más prestigiosos del mundo, el de Salzburgo, en sustitución del gran Sviatoslav Richter. En 1979 Herbert von Karajan lo eligió para grabar con la Filarmónica de Berlín los conciertos de Rachmaninov. Pero a la hora señalada para el primer ensayo en Berlín, no había rastro de Gavrilov.

Debido a su acerba crítica al régimen soviético, la KGB le había retirado el pasaporte y el ticket de avión y le había cortado su línea telefónica. Gavrilov permaneció en Moscú con arresto domiciliario. Recién con Gorbachov, en 1984 obtuvo nuevamente su pasaporte y fue el primer artista a quien le fue concedido el permiso de permanecer en el Oeste sin tener que pedir asilo político. Pero en 1993, súbitamente, se retiró de los escenarios y canceló conciertos. En lo más alto de su carrera, no se sentía libre en sus ideales de artista frente a las exigencias de la industria de la música. Decidió tomarse dos años sabáticos que se transformaron en ocho. Se dedicó a estudiar y a tratar de descubrir las intenciones de los compositores a través de la religión y la filosofía y a revisar su técnica pianística. Volvió a tocar en público en el 2001. El mundo del piano había recuperado a uno de sus prodigios.

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Teatro Solís. Una de las cuentas que tiene Amén Comunicación Ciudadana. (Foto: Archivo El País)

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