Crítica

La Orquesta Filarmónica de Montevideo presentó una destacada Gala Mozart

JULIO CÉSAR HUERTAS

La Orquesta Filarmónica de Montevideo convocó para esta primera Gala Lírica de la temporada 2018 a dos artistas nacionales de reconocida trayectoria: al tenor riverense Edgardo Rocha y al director estable del Coro del Sodre, el maestro Esteban Louise.

Ambos eligieron para conformar el programa obras de Mozart completamente desconocidas para la mayoría de nuestro público, de esta forma este concierto constituyó un extraordinario rescate musicológico de partituras que aún hoy, a 227 años de la muerte de Mozart, no han tenido suficiente divulgación.

El tenor ligero Edgardo Rocha cautivó a los espectadores con su hermoso timbre de voz, impecable afinación y dicción, dominio absoluto del estilo mozartiano, soltura y desenfado escénico y por sobre todas las cosas la expresividad que volcó en cada obra. Es increíble la destreza que tiene para realizar las agilidades más difíciles sin mostrar esfuerzo alguno. Su espontánea simpatía hace que hasta el más apático espectador quede prendado con su actuación.

Por otra parte Esteban Louise presentó un acompañamiento orquestal equilibrado, respetuoso del estilo, dejando que el solista pudiera mostrar su fina sensibilidad.

La gran sorpresa de la noche fue escuchar por primera vez la voz atenorada y muy bien afinada del maestro Esteban Louise. Esto se dio cuando Rocha al interpretar “Clarice, cara mia sposa” del Köchel 256 establece un jocoso diálogo entre el cantante y el director. El solista representa al Capitán Faccenda, quién está apasionadamente enamorado de Clarice, pero primeramente deberá luchar contra la oposición de su padre, Don Timoteo, el cual fue interpretado por el director de orquesta.

Hubiera sido un excelente broche de oro haber incluido en este recital algunas de las arias más representativas de la producción mozartiana, pues sobre todo pensando en el público neófito.

Lo mismo podemos decir de las oberturas de La Finta semplice y Mitríadates, rey del Ponto; si bien es interesante conocerlas ninguna de las dos ha logrado alcanzar la popularidad que continúan teniendo: Las Bodas de Fígaro, Don Giovanni o La Flauta Mágica.

Sería muy loable que en otra oportunidad se busque contemplar en la selección del programa, tanto al experto espectador como al menos avezado, para que éste último se sienta atraído y vuelva a concurrir.