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Nahual, el músico que tocaba en los ómnibus y ahora llega al Auditorio Vaz Ferreira

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Santiago Cossarini, Nahual. Foto: Difusión
Mauricio Rodriguez

ENTREVISTA

El argentino Santiago Cossarini, o sea Nahual, se presenta este sábado y domingo en Montevideo para celebrar sus 20 años en la música

"Soy de mirar para atrás para repasar lo que fui conquistando, y me llena de alegría seguir con la misma sensación de curiosidad y con el deseo de seguir buscando conectar con la gente desde nuevos lugares”, dice al otro lado del teléfono el músico argentino Nahual.

Nacido Santiago Cossarini, hace esa evaluación de sus conquistas porque celebra 20 años de un camino artístico en el que Montevideo y los ómnibus fueron fundamentales. El festejo es con show en vivo, hoy y mañana a las 20.00 en el Auditorio Vaz Ferreira (18 de Julio 1790, hay entradas a la venta en Tickantel a $ 600).

Ese mismo show lo llevará el sábado próximo a la Casa de la Cultura de Maldonado, el 24 al Teatro Unión de San Carlos y el 6 de noviembre al Politeama de Canelones. En formato acústico, repasará éxitos y temas del disco que lanzará pronto (Acústico, justamente).

Nahual, que hoy está radicado en Capilla del Monte, Córdoba, todavía se acuerda de cuando tocaba en Buenos Aires, al principio, y tenía que convocar al posible público a través de llamadas telefónicas. Veinte años después, difunde sus recitales en prensa tradicional y hace rato que cambió el transporte público por el circuito de salas. Lo que no se transforma, asegura, es la expectativa y la emoción que se le renueva justo antes de cada toque, de cada show.

Montevideo es mi casa más que Argentina”, dice a El País. “Llegué cuando tenía 20 años y mi vida adulta empezó ahí, la primera vez que viví por mi cuenta fue en una pensión de Cordón; podía tocar en la calle y pagar el lugar. Salía por 18 de Julio tratando de conocer gente, me sentaba en una plaza, me acercaba. Así que siempre que llego a Montevideo tengo la sensación de llegar a casa”.

Dos décadas atrás, Nahual vino de Argentina a Uruguay y acá empezó a forjar una carrera artística que lo tuvo 13 años tocando en los ómnibus. Editó discos por su cuenta, generó su base de fans en el contacto directo con los pasajeros, y en los últimos años logró darle un giro más profesional a su camino. Y está agradecido.

“Tocar en bondis está bueno y está malo. Me acuerdo de haberme avergonzado un montón en los bondis, que no te den pelota, sentirte frustrado, tener mucho deseo de prosperar, entonces cada vez que estoy en sala siento mucha gratitud. Y lo que siempre me acompaña es que al haberme sentido muchas veces mal conmigo mismo, ahora me da cierta tranquilidad saber que soy humano y que las cosas pueden ser increíbles o no. Me he raspado mucho y eso me da ventaja escénica, porque me encuentro en calma y me perdono a mí mismo si no brillo con todo”.

—En estos 20 años y con ese viraje vivido, ¿cambió el motivo por el cual hacés música?

—Un poco sí. Yo toqué como 13 años en los ómnibus y después empecé a tocar en salas, y a nivel interior fue superfeliz, pero de repente se empezó a volver monótono, mecánico. Por 2018 empecé a sentir que cantaba siempre lo mismo, que no tenía tiempo de reciclarme. Fue una época de cosechar lo que venía sembrando, económicamente fue muy bueno, pero empecé a sentir ese vacío en el sentido artístico. Y fue un período amargo porque no tenía ganas de actuar, no me salían temas nuevos, me había vuelto esclavo de mi propio proyecto. Y hoy no lo siento para nada así. Me siento renovado, celebrando estos años de cantautor, con muchos planes, escribiendo. Entonces me conecté con lo esencial, con el punto de partida, que es poder transmitir mi sentir por la vida, mi filosofía, a través de canciones. Y el contexto de hacerlo son los conciertos, así que esta instancia en Montevideo me pone muy feliz.

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