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Música nocturna y desolación de un chico estrella

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Foto: Difusión

Disco: "Starboy". Edita: XO / Universal.

Este cantante y compositor canadiense, nacido como Abél Tesfaye, se mueve en los mismos lugares que la mayoría de las estrellas de pop de raigambre afrodescendiente actuales. Pero a diferencia de Bruno Mars, por ejemplo, su estilo tiene más que ver con una mirada futurista que retrospectiva.

Su voz, que parece más cómoda en el registro más agudo, y la música que la acompaña, pintan paisajes que pueden ser bailables y fiesteros (como el gran éxito "Cant Feel My Face", de 2015). Pero casi siempre subyace una veta algo melancólica en su estilo, una que está arropada por sonidos digitales que transmiten una sensación de soledad o desolación. En ese sentido es un poco como su compatriota Drake. Que una de las canciones de este disco se llame "A Lonely Night" es redundante.

Arrancó con "mixtapes" (recopilación de grabaciones piratas), debutó con su primer álbum hecho y derecho en 2011 (Kiss Land) y se hizo estrella con Beauty Behind The Madness (2015), en parte porque le quitó a su estilo algunas de las facetas más sinuosas y ambiguas, yendo tras eso que la música pop siempre persigue: la inmediatez y la eficacia.

En su nuevo disco, el músico parece querer confirmar definitivamente su status de figura relevante en la música pop de hoy. El disco es tan largo que es casi un álbum doble: 18 canciones, con invitados de mucho renombre como Lana Del Rey, Kendrick Lamar, el insoportable rapero/cantante Future y el dúo francés Daft Punk.

El propio Tesfaye ha dicho que el título del álbum es un homenaje a David Bowie, pero si hubiera una conexión entre ambos, tendría más que ver con cierta mirada sobre el fenómeno de la celebridad y la decadencia, que con lo estrictamente sonoro y estilístico.

Tesfaye ya había adelantado dos canciones de este disco, ambas muy disímiles entre sí. "Starboy" es como la secuela de "Cant Feel...", mientras que "False Alarm" tiene una urgencia y una intensidad que la acercan al rock más electrónico.

Sin embargo, el disco es bastante más homongéno que lo que esos lanzamientos insinuaron. Y, también, más sosegado. Es como que Tesfaye recuperara parte de la pretensión hipnótica que tuvo su primer álbum. Aunque haya varias canciones que parecen diseñadas para seducir a gerentes de programación de radios —y funcionar como munición de DJs en los boliches— Starboy suena más a esos momentos de la madrugada luego de una noche de fiestas y boliches, cuando los efectos del alcohol —y probablemente otras drogas— empiezan a diluirse junto a las luces de la noche.

Si no puede ver el video, haga click aquí.

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Foto: Difusión

MÚSICA - críticaFABIÁN MURO

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