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Murga y dos amigos que solo quieren divertirse

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Marcel Keoroglian y Alejandro Balbis. Foto: Marcelo Bonjour

Música para agendar

El 3 de febrero Marcel Keoroglian y Alejandro Balbis estarán en la Sala Zitarrosa

Marcel Keoroglian está inquieto, mira para todos lados, se levanta y golpea cosas, comprobando si suenan como él necesita. “Tiene que sonar grave”, dice. Alejandro Balbis trajo la guitarra para tocar unas canciones en la redacción y él, acostumbrado a acompañarlo con el cajón peruano, no se quiere quedar atrás. Al final se decide por usar el forro de la guitarra de su amigo.

Una vez prontos, eligen tres canciones y comienzan a entonar murga, el género que viven en carne propia desde hace más de 30 años, cuando entraron al conjunto de niños Firuletes -que pasó a llamarse Contrafarsa. Así cantan “El lugar”, un tema al que Balbis le puso la música y la letra corrió por cuenta de Sebastián Teysera, y después el “saludo” y la “retirada” de Asaltantes con Patentes de 1961, las dos con letras de Carlos Soto. El murguista, al que admiran y quien falleció en 2012, es solo uno de los homenajeados en Que nos quiten lo cantado, el espectáculo que el dúo ya presentó en octubre en Bluzz Live y que ahora tiene fecha para el 3 de febrero en la Sala Zitarrosa, a las 21:00. Las entradas se pueden comprar por Tickantel y cuestan entre 300 y 400 pesos anticipadas y 400 y 500 el día de la función.

No es difícil imaginar lo que son los ensayos de estos amigos y lo que será, por ende, el encuentro en la Zitarrosa. Porque además de la música, con un repertorio que va de clásicos de la murga a composiciones de Balbis y del cancionero general, hay anécdotas y hay humor, algo que sucede siempre que se está frente a Keoroglian -conocido por muchos como Montelongo -, dice Balbis: “Tenía 12 años y lograba la risa casi igual que ahora, solo que hoy es una profesión para él”. Keoroglian confirma lo que dice su amigo, pero no sin dejar claro que antes que todo él es murguista, que su preparación fue siempre arriba del tablado y a partir de ahí se abrieron caminos que se animó a recorrer.

Que nos quiten lo cantado es un proyecto que surgió porque Balbis hacía mucho tiempo que manejaba la idea de hacer algo juntos; es un desafío, porque querían construir un proyecto nuevo y no sumar lo que tenía cada uno por separado; es otro momento divertido en sus vidas, “somos tipos buscadores de diversión”, dice Keoroglian y Balbis agrega que fue algo que siempre encontraron huyendo del aburrimiento, “la madre de la creatividad”. Pero el espectáculo es, sobre todo, un repaso por los años compartidos.

“Me parecía que teníamos algo para decir juntos, teníamos que ordenarlo y darle para adelante”, explica Balbis. Keoroglian agrega: “El espectáculo no está guionado, pero las canciones sirven de guía para saber de qué queremos hablar, lo que permite que surjan cosas nuevas e inesperadas”. Admiten que a veces, hablando ante el público o en los ensayos, aparecen historias que ninguno de los dos se acordaban, pero que están y deciden integrar al espectáculo. “Estamos frente a un improvisador nato”, dice Balbis en referencia a su amigo y admite que por momentos se mimetiza con el público y simplemente ríe.

Cuando piensan en el público al que tienen que enfrentarse -por más acostumbrados que estén -, reconocen que es difícil. “El público carnavalero es más particular que el uruguayo general. Se sienta a ver una cosa, quiere que lo hagas reír, que lo emociones y para eso tiene que entender un hilo y no perderse”, concuerdan.

Y reconocen que cada vez se parece más al fútbol, no solo porque la gente quiere ver más a sus preferidos, sino porque “encima se cree que sabe”, dicen. Además, “entra el periodismo a formar opiniones con conceptos técnicos que todos repiten”.

El mundo de la murga es, para ellos, una cosa folclórica, no solo para el público, sino para sus propias vidas y de eso van a hablar en la Zitarrosa.

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