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Maria Bethânia: "Ya no me gusta hablar de Brasil. Me dan ganas de llorar"

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Maria Bethania

Con un show vía streaming por Globoplay, el sábado, la brasileña de 75 años celebró varias efémerides importantes de una carrera larga y prestigiosa

Maria Bethania
María Bethania

Maria Bethânia (Santo Amaro, 75 años) fue aconsejada por Boninho, director de televisión de Globo, para que hablara bastante durante el recital en directo que ofreció el sábado a través de la plataforma Globoplay. Le sugirió que evitara el vacío entre las canciones ante la ausencia de aplausos, ya que no hubo público. La cantante sonríe: “Le dije que se quedara tranquilo, porque soy la cantante brasileña que más pega una canción con la otra, ya sea con un texto, con una introducción. Odio esos vacíos, no me gusta darles espacio”, comenta la hermana de Caetano Veloso. “Espero los aplausos, pero no cuento con ellos. Muchas lecciones de Fauzi”, dice la cantante, nombrando a Fauzi Arap, director, dramaturgo y su gran maestro en la sabiduría de unir texto y música en los espectáculos, una dinámica que se tornó su marca registrada.

La excusa para el show -su primera experiencia en streaming, emitido desde el espacio cultural carioca, Ciudad de las Artes- fue que Rosa de los vientos, un espectáculo fundamental de Bethânia y Fauzi, cumple 50 años. No es la única efeméride que marcó la presentación. Bethânia recuerda, “perfectamente”, el 13 de febrero de 1965, día de su debut en el espectáculo Opinión. “Recuerdo mi llegada al Teatro Opinião, entré con Caetano. Tereza Aragão (actriz y productora) me recibió y me llevó al camerino. Recuerdo que era muy pequeño, pero cálido. Una luz ámbar, un espejo cuadrado, sencillo. El camerino desnudo”, describe.

Días antes del audaz espectáculo, Bethânia había llegado desde Bahía. Estaba allí para sustituir a otra estrella de la música brasileña, Nara Leão. Ya había cantado en Salvador pero Opinión sería su debut nacional.

“Me pidieron una hora en una peluquería al día siguiente de mi llegada, no les gustó mi pelo”, recuerda. “Me pasé toda la mañana y no me gustó nada cómo quedó. En el camerino, el día del estreno, me miraba y pensaba: ‘Este no es mi pelo’.” Minutos antes de entrar, un gran escenógrafo, amigo de Tereza, vio que no estaba satisfecha, me agarró el pelo y me hizo ese moño con el que ‘canté Carcará’. Me preguntó si estaba bien, le dije que estaba mucho mejor que antes. Subí al escenario feliz, descalza, para cantar ‘É de manhã’, de Caetano. Había conseguido convencerles de entrar con esta canción de mi hermano, que por aquel entonces era un artista desconocido. Y el moño se convirtió en una marca”

En los próximos meses, Bethania publicará nuevo disco, Noturno, con canciones de compositores como Adriana Calcanhotto, Chico César y Tim Bernardes, algunas de ellas extraídas del show Claros breus, de 2019.

El lamento de estar lejos de Santo Amaro estos días se hace más fuerte en esta era de noticias falsas. Un video, realizado en 2019, en el que aparecen ella y Caetano en una fiesta en Santo Amaro, se compartió como si fuera de esta Nochevieja. Es decir, se les acusó falsamente de asistir, durante la pandemia, a un evento donde había multitud de gente y sin llevar mascarilla. “Ni siquiera he visto el video, pero por supuesto me he enterado”, dice Bethânia. “También oí que se desmintió. Que tampoco sirve de nada, porque todo el mundo sabía que no era verdad, pero no se trata de eso. El mundo se convirtió en esto. La pandemia llegó como una marca de hierro de esta cosa vulgar, pequeña, perversa y mala que vivimos. Y no parece que Brasil vea que hay una salida. Pero un día lo hará”.

El Brasil de 2021 que describe Bethânia no se parece en nada al país de belleza profunda y luminosa que cantó con ternura en Brasileirinho, un álbum de 2003. Pero afirma que aquella patria de sussuaranas, de Heitor Villa-Lobos y de cigarrillos de paja aún permanece: “Brasil sigue siendo el mismo, pero está dormido, aterrorizado, asustado, enfermo y triste. Ya no me gusta hablar de Brasil. Me dan ganas de llorar”.

Noturno no es una respuesta a ese estado de cosas: “Este Brasil no me inspira”. Pero, explica, el álbum no ignora su tierra, su tiempo. Su repertorio incluye, por ejemplo, “2 de junio”, lanzada por la cantante Adriana Calcanhotto en 2020 sobre la muerte del niño Miguel Otávio, que cayó de un edificio de lujo en Recife mientras su madre, una empleada del hogar, paseaba al perro de su empleadora. Ese caso de marcada negligencia por parte de los empleadores expone (y la canción lo pone de manifiesto) profundos nudos en la cuestión racial y la desigualdad social que formaron y forman Brasil.

“Noturno invoca una sobriedad, una calma, una madurez”, dice Bethânia. “Pero es un disco de una mujer de 74 años, una cantante brasileña, en una pandemia, con las angustias y situaciones que todo eso implica. También trae una canción como ‘Lapa santa’, inédita, de Roque Ferreira y Paulo César Pinheiro, que canta este Brasil de hoy, de manera fuerte, nordestina, honesta. En uno de los versos, se pregunta: ‘¿Dónde está el dueño de la casa?”. En un país que no ve salida, la pregunta podría estar inscrita en la bandera.

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