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Malena Muyala recorre el repertorio de Alfredo Zitarrosa para celebrar su legado

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Malena Muyala. Foto: Leonardo Mainé.

ENTREVISTA

Mañana, Malena Muyala se presentará en la Sala Zitarrosa para interpretar canciones de Alfredo Zitarrosa e intercalarlas con su repertorio; antes del show, charló con El País

Malena Muyala sonríe al recordar la primera vez que vio a Alfredo Zitarrosa en vivo. Uruguay estaba saliendo de la dictadura y su madre la llevó al estadio de San José de Mayo junto a su hermano. Tenía 13 años y era el primer recital de su vida. “Yo nunca había vivido algo tan masivo”, dice, sentada en el escenario de la Sala Zitarrosa. Es una tarde de jueves y la sala está vacía. “Me llamó poderosamente la atención el bochinche de la gente, el ambiente del estadio y hasta ir con mi hermano a un carrito para comprar un choripán. Que mi madre nos dejara ir solos ya era demasiado; porque venía de un momento de cuidarnos mucho”.

De repente un silencio absoluto se adueñó del estadio. “Miré al escenario y vi a un señor parado y cantando ‘Milonga para un niña’. Me fui acercando y quedé parada frente al escenario, estática. Me fascinó”, agrega. Muyala tiene una imagen muy clara de la energía que Zitarrosa transmitía con su presencia: “Sentí como que estaba tendiendo hilos de luz para todos los que estaban ahí”. Al poco tiempo, la cantante volvió a sentir esa sensación; pero esta vez ella era la protagonista. “Fue poco después, cuando canté por primera vez en el Teatro Macció”. Cuando se abrió el telón, una Malena de 15 años interpretó “Pedacito de cielo” en una obra de teatro. Desde una escalera, sintió esos “hilitos de luz que iban y venían”.

Además de la energía que Zitarrosa generó aquella noche en San José, ese recital marcó un reencuentro con la música que acompañó la niñez de Muyala. “Mi padre estaba detenido en época de dictadura, y nosotros escuchábamos a Larbanois & Carrero, a Los Olimareños y a Zitarrosa”. Entre los artistas nombrados, tres piezas esenciales del Canto Popular Uruguayo, el de Zitarrosa resalta en la lista. “Es una voz inextinguible que expresaba lo que muchos pensábamos que no se podía decir. Era como encontrar un aliado musical que nos daba un mensaje y nos mostraba que no todo se había apagado”.

El paso del músico por la vida de Muyala también fue una especie de escuela de interpretación y composición. “Me llamaba la atención porque, sin grandes ostentaciones vocales, decía las cosas bastante claras y con un aplomo tremendo. Cada palabra te transmite un peso increíble”. Entonces, bajo la luz cenital que ilumina el escenario de la Sala Zitarrosa, recita un fragmento de “La Coyunda”: “Como perro trotando en la huella, / Mi amor que te acompaña / Te traerá de vuelta”. “Es increíble”, dice. “Lo escuchás y ya ves al perro a lo lejos y te imaginás un camino transitado. Con muy pocas palabras te pinta imágenes muy claras”.

Mañana, Alfredo Zitarrosa hubiera cumplido 84 años. Para conmemorar el nacimiento de uno de los artistas más importantes de la canción uruguaya, Muyala subirá al escenario que lleva el nombre del autor de “Milonga de ojos dorados” y “Adagio a mi país”. Allí versionará algunas piezas de su obra y presentará un repertorio que dialoga con algunas de sus composiciones, inspiradas en el legado de Alfredo.

Malena Muyala. Foto: Leonardo Mainé.
Malena Muyala. Foto: Leonardo Mainé.

Entre ellas está “Adiós”, una canción de Temporal, su disco de 2015. “Es una zambita donde lo cito al final”, comenta, antes de darle paso un fragmento de “Si te vas” (de Canta Zitarrosa, 1966): “No hay mejor amor, que el que ya pasó, se siente al decir...”. Muyala interrumpe la frase y agrega: “Cada vez que la canto dejo el espacio para que la gente la complete. No hay lugar donde la haya cantado, que la gente no la haya completado”. Muyala deja colgada la frase y la sala se queda en silencio por unos segundos, hasta que completa la frase con el “adiós” correspondiente. De su boca sale un canto tímido y tan dulce que emociona a quien escribe estas líneas.

Para abordar el legado de Alfredo Zitarrosa en su obra, le propongo a Malena escuchar algunas de sus canciones para repasar los aspectos que marcaron su relación con el músico. Tras la invitación, Muyala propone escuchar “Doña Soledad”, del disco Yo sé quién soy (1968).

Apenas se empieza a escuchar la clave de candombe marcada sobre el cuerpo de las guitarras, Muyala comenta: “Es el primer candombe que compuso y está inspirado en una vecina que veía barrer en la vereda”.

“Qué genio”, dice Malena, con una sonrisa que acompaña con una voz que demuestra admiración. “Mire, Doña Soledad, yo le converso de más, / Doña Soledad, y usted para conversar hubiera querido estudiar”, se escucha cantar a Zitarrosa desde los parlantes de mi celular. Mientras mantiene su sonrisa, Malena le hace una segunda voz a la grabación: “Cierto que quiso querer, pero no pudo poder / Porque antes de ser mujer, ya tuvo que ir a trabajar”.

La canción sigue sonando, pero antes de que llegue al final, Malena se detiene a analizar la frase recién citada. “La conciencia de género del tipo es increíble”, comenta. “Le está hablando a una mujer pobre que no tuvo posibilidad de acceder al estudio. Pero no la hunde en la ignorancia, sino que la convoca a que piense”.

En esa línea va “Coplas al compadre Juan Miguel”, y cuando la cantante recuerda esa canción de Canta Zitarrosa, canta fragmento (“Pobre compadre, Miguel, la vida que le he ha toca’o”). “Él tenía una cosa de convocar a la gente a pensar y tenía una gran convicción de la inteligencia del pueblo. Como ‘Doña Soledad’, esa canción habla de trabajar como animales. Eso ejemplifica muy bien su conciencia de clases”.

La charla sigue y Malena propone escuchar “Pájaro de rodillas”, una canción compuesta por Zitarrosa y musicalizada por Nahuel Porcel. Así llegamos a la versión que Mercedes Sosa y Nacha Roldán grabaron en 2009. “Cantor que canta es pájaro, pechito de semillas”, canta Sosa. “Me erizo con esto”, dice Malena, señalando su brazo derecho. “¿Viste lo que es esto?”, comenta. “Habla de que la voz del cantor tiene una misión: germinar una semilla con algo para decir. Es una belleza”.

Tras los cuatro minutos que quedamos en silencio escuchando la canción, Malena se levanta de su asiento y camina hacia el estuche de su guitarra. Saca el instrumento y comienza a tocar una emotiva versión de “La Coyunda”. Sobre el final, silba la melodía. Estamos solos en el escenario de la Sala Zitarrosa y, mientras canta puedo sentir esos “hilitos de luz” que describió al principio de la charla. “Es una canción hermosa”, dice al terminar. Sonrío.

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