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Larga vida al punk

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Foto: Lynn Goldsmith

La semana pasada estuvo circulando en las redes el afiche de un festival londinense que ocurrió el 20 y 21 de setiembre de 1976, y en el que compartieron cartel bandas como Sex Pistols y The Clash. Para muchos, esas noches nació el punk.

Steve Diggle, que en 1976 se unió como guitarrista a los Buzzcocks, tiene otra versión de los hechos. Para él, el motor se encendió en junio de ese año, cuando los Pistols dieron un show mínimo. "Si Jesucristo nació en Belén, el punk británico nació en Manchester en ese toque", ha declarado en entrevistas.

Ponerle fecha de nacimiento al punk es una tarea bastante caprichosa. Y en esa misión están los que encuentran el origen de toda esta historia en Perú a principios de los sesenta, cuando la banda Los Saicos lanzó el tema "Demolición", con una base rítmica acelerada y una letra que hablaba de tirar abajo una estación del tren.

"Creo que hay elementos que compartimos con el punk, pero no hay mucha relación. Pero borra eso: Papi me ha hecho prometer que siempre voy a decir que sí, que somos los precursores del punk", ha dicho Erwin Flores, quien junto a César Castrillón (o sea Papi) es sobreviviente de Los Saicos.

Esa historia ha flotado por el mundo, con más trascendencia que esa que dice que el líder de Thin Lizzy en realidad se llamó Felipe Lignotti y era uruguayo, pero con cierto aire de leyenda.

Lo cierto es que en 1976 el punk, si no nació, al menos cimentó sus bases definitivas con una serie de conciertos que tuvo a Sex Pistols como protagonistas, y con un disco fundamental, el Ramones de Ramones, que es de lo mejor que se ha editado en todos los tiempos.

Para 1981 los Exploited lanzaron el disco Punks not dead, respondiéndole a quienes decían que esa variante del rock ya había dado todo de sí y había muerto. Desde entonces, se siguió hablando de las virtudes y los defectos del punk, de su vida o su muerte, de su juventud o su condición decrépita.

Pero de lo que se habla poco es de una verdad que debería ser absoluta: el punk es lo más lindo que hay. Las canciones de los Ramones son de las mejores que se han escrito. Desde "God save the queen" hasta ahora, sigue sin haber demasiado futuro más allá de que los tiempos cambien y la tecnología parezca darnos herramientas para la salvación. Escuchar de un tirón Dookie o American Idiot de Green Day es un golpe de adrenalina capaz de cambiar el ánimo de cualquier día. Y también está Trotsky Vengrán, pero ahí ya hay una cuestión de fundamentalismo irracional en la que no voy a entrar.

El punk tiene 40 años y —a días de que Iggy Pop llegue por primera vez a Uruguay con un disco que habla de la posdepresión pop— vive y lucha. No como en 1976, cuando se le encontró justificación sociopolítica a esta furia comprimida en dos minutos. El mundo se cansó de ser rebelde, seguramente porque sabe que el punk no morirá más y siempre estará ahí, esperando su momento.

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Foto: Lynn Goldsmith

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