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Justin Bieber: Camino al trono que aún lo espera

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Justin Bieber. Foto: Archivo El País
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El de Justin Bieber es el regreso del año, y no deja de ser gracioso pensarlo teniendo en cuenta que tiene solamente 21 años. Deberíamos habernos habituado ya a eso; Martina Stoessel y todo el elenco de la serie juvenil Violetta empezaron a llenar estadios con poco más de 15 años, y Márama y Rombai, con integrantes que van de los 18 a los 23 años, agotaron las entradas del Velódromo.

Es el regreso del año, si se considera que en 2013 anunció por Twitter que estaba "oficialmente retirándose". "¿Retirándote? ¿No se supone que sos demasiado joven para eso?", le preguntó un seguidor, dando por sentado que el hecho de ser un jovencito tiene que bastar para seguir adelante con la carrera.

¿Y si el canadiense de rostro angelical se hubiera simplemente cansado de esta vida de megaestrella? Never say never, el documental que registra su primera gira My World, podría justificar su decisión. Demasiada presión para un muchachito que tuvo que estar días sin hablar, literalmente, para poder llegar en condiciones a los conciertos, o que tuvo que privarse de cosas tan básicas como ir a una casa de comida rápida por una hamburguesa.

El retiro duró un tiempo prudencial, en el que Bieber anduvo alborotando a la gente pero no desde un escenario. En Argentina causó tales desmanes que un juez pidió su captura, lo detuvieron más de una vez por conducir alcoholizado o drogado, y luego lo condenaron a 40 horas de trabajo comunitario, que terminó de cumplir hace días.

Este año decidió volver, y lo hizo a lo grande. Porque aunque guste o no guste, este rubiecito que nos señala con el dedo tiene talento, y está destinado a grandes cosas.

Bieber actuó en la última entrega de los MTV Video Music Awards y se reencontró con su público. Después de meses alejado de los escenarios estrenó su canción "What do you mean?", voló por los aires, bailó notablemente y terminó llorando. La imagen sensibilizaba a cualquiera.

"La última vez que estuve en una entrega de premios me abuchearon", le contó días después de esa gala a Jimmy Fallon, excusándose por sus lágrimas. "He trabajado tan duro en este disco. He trabajado tan duro en convertirme en el hombre que quiero ser", confesó en el late night. Esa misma noche se lució como baterista, demostrando que es más que una cara bonita. Bastante más, de hecho.

Ahora vuelve a demostrarlo con Purpose, el disco que lanzó el pasado viernes con una fiesta en la que cantó en vivo y, otra vez, terminó llorando. Anda sensible el chico.

Purpose ("propósito" en español) es el cuarto disco de estudio de Bieber, el cimiento de una maduración artística que posiblemente vaya costándole, pero que llegará a buen puerto. Belive, el antecesor, funciona en retrospectiva como una transición a este presente calmo.

Es cierto que últimamente Bieber ha aparecido en las noticias también por polémicas, ¿pero no estaremos exagerando en el tono? Pateó una silla en un restaurant, OK; ¿a nadie le dan ganas de romper todo de vez en cuando? Dijo en vivo en televisión que no tenía sentido estar bailando si la cámara sólo apuntaba a su cara. ¿Algún problema con eso? El canadiense se convirtió en un blanco fácil e hizo que el foco se alejara de lo que en realidad debería importar: su talento.

Purpose aparece con el propósito de volver a llevar la atención a ese asunto. La voz del canadiense maduró, se moldeó y se volvió interesante (ya no es agudamente fastidiosa, como pasaba en aquel debut de My World y el irritante "Baby, baby, baby, uhhh"). Sus canciones también maduraron; ahora hablan de la necesidad de hacer algo creíble, de poder mantener una vida real más allá de los flashes y la presión.

"A veces es difícil hacer las cosas bien, cuando la presión baja como un rayo", dice en "Ill show you" Bieber, que en este disco se quita capas y apuesta a la transparencia. "No te olvides que soy humano, no te olvides que soy real", insiste en un pedido que suena a desesperado y triste (y que crece con un videoclip fantástico que ya lanzó).

La transparencia aparece en letras confesionales y descriptivas de algunas situaciones de su vida, pero también en la sonoridad. Sin salirse de la órbita pop, el canadiense le da más lugar a los silencios y se arriesga con un par de temas casi acústicos. Pero también juega con la electrónica y con una impronta negra, con un dejo de rhythm and blues, como si no estuviera bastante claro ya que tiene intenciones de ocupar el lugar vacante de Michael Jackson. Piénsenlo en perspectiva antes de alarmarse.

En Purpose, Bieber se alía con Skrillex y Diplo para la producción. El single "Where are Ü now?" fue una muestra contundente del buen trabajo que podían hacer; pero el disco, que además cuenta con grandes colaboraciones, lo complementa y confirma.

"No pressure" con Big Sean y "The feeling" con la cantante Halsey (otra jovencita que se las trae) son dos joyitas en un disco redondo, al que no hay mucho que reprocharle. Quizás queda la sensación de que las baladas no le quedan tan bien como los pop bien bailables, como "Sorry", uno de los candidatos a tema del año tranquilamente.

Pero híbridos como "Love yourself", una canción bien depurada, relajada, con la voz adelante del resto de los sonidos, son lugares por los que Bieber camina muy bien.

Es versátil el canadiense, pero además tiene una facilidad para caer, levantarse y resurgir. Como el ave Fénix, como el gato que cae siempre de pie, Bieber ya pasó de las más duras con 21 años. Y eso, al fin y al cabo, termina teniendo un saldo positivo.

El niño dulce y encantador rompió con esa imagen a fuerza de excesos y escándalos, sí, y la gente entendió que había crecido. Ahora, tratando de tener un perfil más bajo (aunque no sea fácil), el canadiense se animó a ser auténtico en una industria que tan bien paga las poses.

En Purpose habla de su vida y se reinventa musicalmente, probando que a pesar de los errores en el fondo sigue estando ese mismo talento que lo hizo famoso alguna vez hace muchos años, en YouTube. Bieber no perdió de vista el trono vacante del rey del pop, y quiere llegar a él.

TRES MOMENTOS EN LA CARRERA HACIA LA FAMA.

Descubrimiento - 2008.

Una versión de un tema de Chris Brown, "With you", llegó hasta los ojos de Usher, quien se fijó en cómo el canadiense afinaba y ya tenía todos los trucos del estilo de canto del "R&B", característico de estas estrellas. Los afiches de Tupac Shakur y Bart Simpson ya indicaban por dónde iría Bieber: entre el pop de raíz afroamericana y la imagen apta todo público representada por el pesonaje de la serie televisiva.

Debut - 2010.

Solo dos años después del video amateur, Bieber tenía su primer clip oficial. "Baby". El peinado del muchachito era hilarante, pero el éxito fue rotundo y le dio una proyección que se concretaría poco tiempo después con giras agotadas y una absoluta idolatría por parte de impresionables adolescentes. Actualmente, el video tiene más de 1.000 millones de reproducciones.

Caída - 2014.

El arresto de Bieber por conducir un auto de manera irresponsable y con alcohol en la sangre fue el punto más bajo en su trayectoria de popstar. Todo el año pasado fue nefasto para Bieber: hizo chistes racistas en videos filtrados al público, salía de prostíbulos, le tiraba huevos a las casas de sus vecinos, decía cualquier disparate y, en general, se comportaba como un malcriado con mucha plata.

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Justin Bieber. Foto: Archivo El País

regresó a lo grande con “Purpose”, disco que tiene objetivos clarosBELÉN FOURMENT

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