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Franny Glass y el camino a su nuevo disco, "Canciones de amor para el fin del mundo"

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Gonzalo Deniz / Franny Glass. Foto: Nacho Correa

ENTREVISTA

Gonzalo Deniz, líder del proyecto musical Franny Glass, cuenta todo sobre el disco lanzado el domingo y que tocará el 6 de diciembre en PyG

Primero fue una serie de conciertos en La Cretina, ocho en total entre setiembre y octubre del año pasado, planteados como una instancia de ensayo abierto del nuevo repertorio. Después fue la generación de un mapa incompleto: publicar en Instagram, una vez por semana, la letra y los acordes de esas canciones inéditas (de a una) y recibir las interpretaciones, las lecturas de aquellos que se hubiesen animado a seguir el juego. Después fue la grabación y después el estreno, domingo a domingo, de los temas con sus correspondientes videoclips (todos iguales: el plano fijo de una persona distinta, un artista, un amigo, la pareja).

Gonzalo Deniz quería saber de cuántas maneras se puede hacer vivir un disco y se armó una experiencia que abarcó todo el proceso de Canciones de amor para el fin del mundo, flamante álbum de su proyecto musical Franny Glass que está disponible en plataformas digitales desde el domingo, y que el 6 de diciembre sonará en vivo en PyG (Rambla Pte. Wilson 2133). Hay entradas en Redtickets.

“La que ocurre ahora es la manera más usual, la salida del disco, y el año que viene se va a editar de manera física, pero toda la idea de trabajar sobre este disco es una respuesta a la pregunta de si realmente se escuchan los discos. Cuando te dedicás al arte siempre está esa idea de para qué lo hacés”, dice con una sonrisa Gonzalo Deniz a El País.

Se queda pensando la respuesta a la pregunta de qué aprendió de este nada convencional camino porque, en verdad, todavía está en tránsito. Quizás la edición física del disco sea un cierre de ciclo (edita Bizarro Records), pero para eso todavía falta. Pero sí probó que se podía salir de una forma o lógica estándar e igual llegar a un buen resultado que, en su caso, tuvo mucho que ver con “trabajar sobre el vínculo entre las canciones y las personas, porque las canciones son importantes. No nos van a salvar del fin del mundo, pero son muy importantes”.

El nombre del disco, resignificado una vez que se lo pasa por el lente de un contexto tan apocalíptico como el de la pandemia, venía de mucho tiempo.

En simultáneo al proceso del último álbum de Franny Glass, Desastres naturales (2017), un disco en el que rompió con sus propias estructuras compositivas, buceó en nuevas aguas y se propuso lograr un sonido fiel a su tiempo, Gonzalo Deniz se dio cuenta que la música que estaba haciendo estaba lejos de la que él disfrutaba escuchar que era, básicamente, pop que busca la emotividad y habla de amor o desamor.

Una vez que entendió que “necesitaba” ir hacia ese lado y tras escuchar alguna canción en particular, Deniz visualizó un álbum de amor en el que él iba a ocupar el lugar de cantante (se iba a desprender de la guitarra) al frente de una big band, casi una orquesta que tuviera cuerdas, teclados, vientos, coros. Todo.

Canciones de amor para el fin del mundo es, entonces, un juego de palabras que contrasta sentimiento y catástrofe, pero también es jugar la última carta. “Si este fuera tu último intento, ¿qué harías?”, fue la pregunta que se hizo Deniz y que contestó de lleno con su proyecto más grande, literalmente grande, hasta la fecha. La metáfora futbolística dirá que lo dejó todo en la cancha, y sí. El álbum no se guarda nada.

adentro

Las canciones

Para Deniz —que además integra el trío El Astillero y la banda Mersey, ganadora del Graffiti 2020 a mejor álbum de pop alternativo por Posibles presentes—, este disco tenía que sonar “grande, no como un disco de habitación”. Por lo demás, dice que las canciones son “atemporales” aunque las envuelve un aire retro.

“Tu nombre tatuado”, por ejemplo, tiene “esa cosa de canción italiana” según el propio Deniz, que la reconoce como la canción “más de género” del álbum. “A cualquier parte, por favor” viene de una melodía que tenía hace mucho tiempo y era “muy sesentas, tenía esa cosa de pop orquestado”. Hay también un marcado componente beatle y, de hecho, “Volver a casa solos” es una contestación a la fabulosa “The End” del Abbey Road. “Porque es muy fácil decir eso si sos los Beatles tocando la última canción del último disco de tu historia”, dice Deniz, pero la vida, el amor que te llevás, no siempre es igual al amor que hacés. “Te quedaste esperando el amor que diste ayer” es la primera línea de su tema.

Para lograr este sonido grande, Deniz amplió su banda, y a la formación que había estado en el antecesor Desastres naturales —Matías González, Lucía Romero, Guillermo Berta y Javier Vaz Martins— le sumó a Noel Abella (que además de tocar cello y trombón se encargó de las partituras y los arreglos adicionales de cuerdas), Nicolás Echeverría y Camila Rodríguez, la frontwoman de la ascendente banda Niña Lobo.

Y ante lo apocalíptico del título, las letras están llenas de movimiento, de acción en curso, de verbos gerundios y de las distintas conjugaciones de “poder”. Es un disco de posibilidades dispuesto a darse de frente con el final, sí, pero llevando sus mejores intenciones.

Si bien Deniz suele montarse personajes para escribir y el que se creó para este disco es, justamente, el de cantante —canta todo al límite de su registro—, reflexiona sobre Canciones de amor para el fin del mundo y dice que más allá de las necesidades musicales que tuvo (la forma de cantar, los arreglos, la big band), necesitaba escribir así, sobre hechos presentes, “para encontrarme en un lugar personal en el que no estaba cuando empecé a pensar en este disco. Necesitaba hacer este disco para recuperar fuerza, y quizás tenga que ver con eso, con que yo estaba yendo a un lugar, a través de este disco”.

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