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Festejo de una música siempre rebelde y joven

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Johnny Ramone le dijo a Iggy Pop que ellos merecían el éxito de The Offspring.

El disco “Ramones” cumple 40 y Marky Ramone festeja el domingo en Montevideo.

Pioneros del punk, dueños de un sonido único, los de los alaridos rebeldes: eso y mucho más devuelve internet cuando se le pregunta hoy por el cumpleaños 40 de Ramones, un álbum trascendental que encontró en su visceralidad y alboroto una manera de mantenerse joven para toda la eternidad.

Hoy, 40 años después de aquel disco, Ramones parece haberse convertido en una marca de ropa más del mercado. En la calle, a mujeres de todas las edades, en cualquier circunstancia y con cualquier gusto musical detrás, se las puede ver con remeras negras con el ícono del águila rodeada por el nombre de cada músico.

Pero hace 40 años las cosas eran distintas. Para 1976 hacía ya dos años que unos chicos que se hacían llamar Joey, Johnny, Dee Dee y Tommy, todos de apellido Ramone como si fueran familiares, estaban tocando. Se habían juntado en el barrio neoyorquino de Queens y se habían ganado cierta mala fama, porque sus shows eran desprolijos y demasiado salvajes para la época. Pero en un festival llamaron la atención de un crítico y eso hizo que, por contactos, llegaran a grabar su primer disco, Ramones.

Lo lanzaron el 26 de abril de 1976 y reúne buena parte de las mejores canciones ramoneras, condensando además la gracia de Ramones en aquel momento: una combinación inusual de furia y descontrol con parte de la tendencia pop de la década de 1960, sobre todo la emparentada con Phil Spector.

Pero en aquel momento, cuando salió Ramones no pasó nada. Las canciones pasaron desapercibidas en los rankings, el disco prácticamente no se vendió, a los críticos de la época no les interesó, y la banda siguió trabajando en la generación de nuevo material.

Sin embargo, el álbum fue el primer disco punk y dio inicio a un movimiento cultural que marcaría la historia del rock de manera definitiva. Si no hubiesen existido los Ramones, quién sabe cómo se habría desarrollado la historia de ahí en más.

El tiempo llevó a Ramones al lugar que se merecía, y recién en 2014 el trabajo recibió el reconocimiento de Disco de Oro por sus ventas. En Spotify se puede escuchar una versión agrandada y remasterizada de esta placa, a la que es difícil creerle que tenga tantas buenas canciones juntas.

Set.

"Blitzkrieg Bop" se convertiría en uno de los grandes himnos del punk, y es el tema que abre Ramones con el grito de guerra de "Hey ho! Lets go!". Después de él se suceden a ritmo vertiginoso y atropellado, con melodías simples y tan directas como las letras, uno tras otro buena parte de los éxitos de esta gran banda.

Viene la inexplicablemente linda "Beat on the brat" (un tema violento pero irresistible), y otra gran canción como "Judy is a punk", y después la romántica "I wanna be your boy-friend". Y están "Now I wanna sniff some glue", en donde unos adolescentes desaforados reclaman que quieren tener algo que hacer; o "Today your love, tomorrow the world", una declaración de amor como pocas. Es mucho para un disco debut.

Con eso y con una estética definida de jeans, camperas de cuero y pelo largo, Ramones sentó la base de lo que vendría: una carrera dispar a la que en 1978 se sumaría Marky Ramone, el baterista que el domingo vuelve a tocar en Montevideo y que sustituyó en aquel momento a Tommy Ramone.

Una carrera que en 1994 trajo a los Ramones, con una popularidad ya asegurada y unos cuantos discos en la valija, a Montevideo para tocar en el Palacio Peñarol teloneados por una joven agrupación local llamada Trotsky Vengarán. Quienes estuvieron se acuerdan más o menos de lo mismo: hacía mucho frío, la convocatoria fue moderada y sonaba muy mal. Pero eso no impidió que se pasara muy pero muy bien adentro en el show.

Los recortes de prensa, además, ayudan para recordar lo básico del catering pedido por los músicos: pizzas, cervezas y torta de chocolate, exigencias simples para una banda simple, cuya fuerza siempre ha estado en una energía arrolladora y en unas canciones que sirven para recordar que el mundo no es el mejor lugar, pero el rock ayuda bastante para verlo mejor.

Hoy, 40 años después del primer disco ninguno de los desprolijos que aparecen en la foto vive. En julio de 2014 Tommy Ramone, el último de los originales, murió de cáncer (Joey murió en 2001, Dee Dee en 2002 y Johnny en 2004).

Pero en algún punto —por más contradictorio que suene si se respeta esa asociación casi tajante de que este género va indefectiblemente de la mano con la adolescencia—, una vez que el punk se descubre no muere nunca más. De eso son culpables los Ramones.

"El punk es algo que no para de crecer".

El domingo Marky Ramone tocará en Montevideo Music Box desde las 21:30, y quedan entradas en venta en Abitab. Antes de eso, charló brevemente con El País por teléfono.

—¿Se acuerda de Montevideo?

—Recuerdo los fanáticos y su pasión.

—La primera vez que vino fue en la década de 1990, con los Ramones.

—¿Sí? No sé, capaz que tenés razón.

—Usted ya venía vinculado a la música cuando se cruzó con los Ramones. ¿Qué sintió la primera vez que los vio?

—Pensé que eran diferentes y me gustaba lo que intentaban hacer, y a medida que tocaban se fueron haciendo cada vez mejores. Y un día Tommy, andá a saber por qué, quiso irse de la banda y me llamó para que fuera. Y ahí me sumé, en 1978. Estaba bueno que hicieran las cosas de manera tan simple.

—¿Cómo era la escena musical de Nueva York de hace 40 años?

—El CBGB (el boliche que sería el centro de la movida punk neoyorquina) era un bar de bluegrass, y gente como Richard Hell, Patti Smith y Tom Verlaine fueron allí y convencieron al dueño, Hilly Kristal, de que alojara a la música punk. Ahí aprendí todo lo punk porque grabé Blank Generation con Richard Hell. Eso era la Nueva York punk de hace 40 años.

—¿Y la ciudad?

—Había mucho desempleo, las calles eran un caos, había pandillas, gente sin hogar. Y nosotros éramos afortunados de hacer música.

—Desde entonces, Ramones se ha convertido en una marca registrada, un ícono de la moda, todo muy lejos de aquel espíritu punk. ¿Cómo le cae eso?

—Cuando tenés una banda te volvés una corporación y lo que sigue es merchandising, es inevitable. Los chicos lo quieren, no se puede parar. Pero si me dan elegir, prefiero que esté.

—¿Qué mantiene al punk vivo a 40 años?

—Las letras y la energía. El punk es algo que no para de crecer.

—En sus shows está dos horas dándole a la batería sin parar. ¿Cómo lo consigue?

—Nunca fumé tabaco, ni tomé drogas duras. Hace mucho tuve un problema de bebida con la cerveza pero hace 31 años que no tomo. Me mantengo sano, y eso es un buen ejercicio.

—En la propia tradición de la banda, usted nunca habla en escena. ¿Está cómodo así?

—Estamos acá por la música. Cuando empezamos, algo que no nos gustaba eran esas estrellas de rock de estadio vitoreando al público. Y mandamos eso a cagar porque lo importante es lo que teníamos, la banda.

—¿No le interesaría hacer otra cosa que no sea de los Ramones?

—Si fuiste un Ramone alguna vez, sos un Ramone para siempre.

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