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Fabiana Cantilo: "La felicidad es salirse del ego"

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"A veces me olvido, pero el camino a la luz también es un camino de ida"
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Superamor es el disco que Fabiana Cantilo necesitaba hacer. La confesión de una mujer que transitó años fundamentales de la música argentina, que se convirtió en "la dama del rock" y que se dejó llevar por aquellos vientos de drogas y rebeldías. Un disco maduro, un diario íntimo musical que refleja a una artista plena.

"Es un discazo, ¿no?", dice Cantilo en conversación telefónica con El País sobre su primer álbum independiente, hecho mano a mano con Lisandro Aristimuño, quien tocó el 90 por ciento de los instrumentos. Y tiene razón.

Hoy a las 21.00 presentará en La Trastienda ese discazo (las últimas entradas se venden en Red UTS), que le permite volver a un país que "recontra" ama con un show contundente. Cantilo está sola, está limpia, está radiante y está sana, y todo eso confluye en su nuevo trabajo, quizás el mejor que ha editado.

—Parece que Aristimuño sacó lo mejor de vos.

—Lo que hubo acá es que los dos pusimos lo que nos gustaba, ¡y nos gustaba lo mismo! Salió lo mejor de mí también porque hice lo que yo quería. Esto es lo que a mí me gusta. No tanto pop y rock, que ya lo hice. Me gusta cambiar.

—Esta mezcla más sutil, que tiene rock, pop, folclore, ¿es la que más te representa?

—Claro. Lo que pasa es que a veces uno tiene que negociar. Ahora que está Spotify la gente se pone a ver mis 12 discos, y encuentra en todos una canción folclórica. "Zamba para Toto" en Hija del rigor, en De qué se ríen está "No entregues tu corazón"...

—Si fuera por vos estarías más cerca de Pedro Aznar y no tanto a Charly García.

—Una mezcla. Me gusta, me encanta. "Payaso" es un tema re Charly. Pero lo que hace Lisandro con las baladas es supremo. A él le gusta una cosa más tranqui y a mí, moderadito. Sí, amo a Pedro Aznar, obvio. Soy una mezcla. Mis influencias son Pedro Aznar, Charly, Spinetta, Mercedes Sosa, Beatles, Stevie Wonder.

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—Usás mucho "orden" y "desorden" en este disco.

—¿Sí? Mirá vos, qué interesante. Eso apareció en mi vida y debe haber aparecido en mis canciones. Soy muchísimo más ordenada; es lógico. Tuve muchos años de rebeldía hasta darme cuenta de que si hablo menos y soy más ordenada, está todo mejor (se ríe). A veces me olvido, pero el camino a la luz también es un camino de ida.

—Me parece que en el rol de compositora, este es de tus mejores trabajos. Las canciones están relacionadas, envueltas en cierta melancolía.

—¡Sí! Yo soy re melancólica, más bien. Re Piscis. Me encanta la música melanco, siempre me encantó. No sé por qué antes no se veía más. Porque quizás los temas que pasan por radio son los más up. Tampoco sé por qué hay como un boom con este disco, porque no tengo ninguna compañía atrás. Será que estoy mejor, que estoy sola. Cuando hace las cosas uno, al final… Y más si una es mujer.

—¿Qué tan confesional es?

—En los discos siempre digo lo que me pasa. Y las letras, si bien las hice yo, le preguntaba (a Aristimuño), porque como dice mi psicóloga: las creaciones hay que compartirlas. Es muy importante dejar el "yo, yo, yo" para compartir. Ojo que yo soy así pero estoy tratando que no, porque la felicidad es salirse del ego. ¿Para qué estamos en este plano, que es un plano bastante bajo? Para ser felices. Todos queremos ser felices y tener paz. El otro día escuché al Papa, por ejemplo. Y nada, habla de las posesiones. Cuantas más posesiones tenés, más infeliz sos. Y está bueno, me hace bien recordar que lo mío es un servicio.

—¿Servicio de qué?

—Un servicio a la comunidad, para hacerlos felices. Espero. Bueno, pueden llorar también. Pero llorar también les va a hacer bien (se ríe).

—Decís que en este mundo de pasaje hay que ser felices. ¿La música, el arte en general, te da felicidad?

—Absolutamente. Y para los que crean que no tienen mucha facilidad para el arte, les digo que no hay que tener facilidad, que el arte es una terapia. Hay un país, ponele que sea medio oriental, donde el modo de vida se mide en felicidad y no en dinero.

—¿Hacer un disco independiente es como un ejercicio de meditación?

—Sí, ¿no? Yo aprendo meditación desde 1995. Por algo llegué a esto, porque tengo a mi maestra que me ha salvado la vida, porque me llevó por este camino y al final voy cada vez mejor. No digo que no me deprimo, pero ahora tengo herramientas para salir más rápido de los lugares.

—¿Te sentiste en riesgo alguna vez?

—Miles (se ríe). Miles, pero nunca me pasó nada. He chocado, he estado en lugares rarísimos, pero la última vez tuve como un mensaje y me dijeron: te vamos a sacar la protección si seguís jodiendo. Y desde esa vez se dio vuelta todo. Esto son fantasías, pero ¿qué me importa? Para mí hay una lucha de la luz y la oscuridad, posta.

—¿De quién aprendiste más?

—De mi maestra, y de los grupos (de rehabilitación) en los que entré hace 15 años. Los recomiendo. Y buenas terapias; ejercicio. Es muy importante el ejercicio porque te hace pensar mejor. He leído mucha metafísica, soy muy creyente de eso, me gusta mucho la naturaleza, me alimento bien. Por más que hacía "livin la vida loca" siempre entrené e hice las cosas bien. Y ganó la luz.

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